En primera instancia realiza una fuerte crítica a la explotación de recursos naturales a gran escala y sin conciencia de la destrucción de los ecosistemas. Luego se cuestiona duramente la producción en fábricas por la exposición de los trabajadores -también se denuncia trabajo infantil- a productos tóxicos, que también absorben las manufacturas vendidas después en supermercados y tiendas a bajos precios aprovechando esa realidad y bajando salarios de los empleados.
Esta ilustración sirve para mostrar la posición de los consumidores en la cadena y denunciar que el consumo fue la estrategia utilizada por EEUU tras la Segunda Guerra Mundial para reactivar su economía. Se buscó así convertir el consumo en un ritual y que la compra de bienes diera satisfacción espiritual y alimentara el ego, motivando el desecho y el reemplazo de éstos. Un elemento de intervención decisiva es la publicidad, orientada a que las personas bajen su autoestima por lo que no tienen y se sientan con la necesidad de subirla comprando. De acuerdo al video, la instalación de las modas logra un efecto similar al generar la necesidad de comprar artículos especialmente diseñados para su sustitución al poco tiempo. De esta forma se llega al hogar y al tratamiento de los residuos. Se denuncia que en ese sistema, cada habitante estadounidense produce dos kilos de basura diaria, haciendo que prácticas como el reciclaje, si bien ayudan, no sean suficientes para revertir la situación.
Punch, sin Cantilo
Los asistentes al taller mostraron su impacto ante el video y la urgencia de generar alternativas sustentables, a lo que apuntan la economía solidaria y el consumo responsable. Se busca que las personas adquieran conciencia de su función como consumidores, y que con sus acciones apoyen emprendimientos que tengan otro tipo de tratamiento para con el medio ambiente y los trabajadores. Se cuestionó duramente a los supermercados y a empresas de comida rápida, y se los exhibió como paradigmas de los comercios en los que un consumidor responsable no debe comprar. Además, los asistentes denunciaron que el modelo no sustentable lleva directamente a la pérdida de felicidad de las personas, contrariamente al solidario, que concibe integralmente al sujeto y no apenas como un engranaje de un sistema. De todas formas, se habló de ciertas contradicciones en personas que promueven la alternativa, asociadas al hecho de vivir en un mundo regido por la lógica capitalista, valorada como “contradictoria y no complementaria” a los valores de la economía solidaria.
En diálogo con la diaria, Laura Prieto, integrante de Economía Solidaria, comentó algunas formas para concretar este tipo de proyectos, como generar espacios de intercambio entre consumidores y productores responsables para concientizar sobre lo que producen las cosas que usamos. Otra idea es la implementación de espacios colectivos de comercialización, donde los consumidores puedan encontrarse e interactuar evitando “el apuro de llegar a casa de noche y comprar tres packs en el supermercado para zafar de la cena”. También habló de trabajar desde el punto de vista educativo, “sobre todo con niños y jóvenes”, quienes “son muy propensos a consumir lo que está de moda”. “Hoy, en un año, recibimos más mensajes de los que en otras épocas las personas recibían durante toda su vida”, graficó. Luego opinó: “El gobierno está muy comprometido con las multinacionales, y, como dice el video, es muy difícil conseguir que los gobiernos apoyen este tipo de iniciativas. El apoyo es mínimo, ojalá fuera más, pero no lo es”.
Desde el martes y hasta hoy, de 10.00 a 17.00 funciona una feria de emprendedores artesanos en el atrio de la Intendencia de Montevideo, quienes venden sus producciones al público. El ciclo de talleres también se extiende hasta hoy.