El día de la entrevista con la diaria dos de las administradoras del sitio, Ivannah Long (de Tarariras) y Sandra Gazzaneo (de Canelones), se conocieron personalmente luego de cuatro meses de comunicarse vía Facebook y Skype. Las otras cuatro mujeres que se hacen cargo de la administración están desperdigadas por Río Negro, Montevideo, Argentina y España. En este último país reside Raquel Rojo, quien, a partir de la búsqueda de su madre biológica, creó el grupo. “Raquel empezó a entrar en internet y a ver que hay miles de páginas personales de búsquedas en Facebook, pero todos buscan solos. La idea de ella fue crear una sola página para tener más difusión”, contó Ivannah.
Las tareas de las administradoras son muchas y, por lo que contaron, implican un fuerte compromiso y un gran desgaste emocional. “Cuando te contactan, te cuentan toda su vida, tenés que tener la paciencia y la sabiduría de saber escuchar. El diálogo puede durar cuatro, cinco o seis horas, y se hace por escrito, por el chat de Face- book”. A partir de allí, la administradora hace la placa de búsqueda que contiene una o dos fotos, un resumen de la historia de la persona y dos teléfonos de contacto, uno que atiende Ivannah y otro que atiende la administradora que reside en Argentina (esto se decidió debido a la gran colonia de uruguayos en ese país).
Aunque la mayoría de las búsquedas son de madres y padres, hay quienes buscan a tíos, sobrinos, nietos o abuelos y, sobre todo, hermanos. Las placas de búsqueda difieren en cantidad de información; algunos sólo saben fecha y lugar de nacimiento, otros también el nombre y apellido de la madre biológica, la ciudad o el barrio donde vivía, o el nombre de la persona que los cuidó antes de darlos en adopción. Cuando se busca al padre se suelen dar como referencia los datos de la madre. También hay casos de madres que buscan a sus hijos biológicos que quedaron al cuidado de un particular o de una institución.
“Antes de colgar la placa en el muro del grupo les pedimos también un correo electrónico autorizando la búsqueda y la difusión de su foto, porque hay personas que hacen las placas y cuando las ven colgadas se asustan y las quieren retirar”, explicó Ivannah. La indecisión, el miedo y la culpa por iniciar la búsqueda son denominadores comunes, ya que, según opinaron, “las personas que fueron adoptadas tienen un gran sentimiento de culpa debido al abandono” y “muchas veces los padres adoptivos los hacen sentir culpables por querer encontrar a sus padres biológicos”. Aun así ha habido casos de padres adoptivos que ayudan a sus hijos en la búsqueda.
Hasta ahora nunca les ha pasado que sea el familiar biológico el que se ponga en contacto, siempre son otras las personas las que llaman para aportar datos. “Son vecinos, gente que entra a Facebook y te pide solicitud de amistad para decirte que conoce a la persona que está en la placa y que el padre era fulanito de tal. Nosotros les pedimos que averigüen un teléfono o algún dato más y así se va consiguiendo información”, dijo Ivannah.
El hecho de que las personas “compartan” las placas de búsqueda con otros usuarios de Facebook ayuda a la difusión. Las administradoras hacen, a su vez, un seguimiento de los comentarios que las personas van dejando al lado de las placas, con el fin de encontrar algún dato que pueda ser relevante. Toda la información es manejada con mucha cautela y discreción. El aviso de que se ha encontrado al familiar se transmite directamente al buscador siempre y cuando no haya dudas de que se trata de esa persona.
Ha habido búsquedas que se resolvieron en 15 minutos o en 24 horas, pero éstas son las menos. Contaron, por ejemplo, el caso de una persona que desde Estados Unidos buscaba a su padre. El único dato que tenía era su nombre, y casualmente una de las mujeres del grupo era la prima del padre buscado que, además, vivía al lado de su casa.
Las administradoras contaron también el caso de José, de veintipocos años, que buscaba a su madre biológica, a quien no veía desde que tenía tres años. “Un día llama una señora y nos dice que encontró a la mamá de José y que ella lo está buscando desde que lo dejó de ver. También nos dice que al día siguiente era el cumpleaños de José. La madre lo había dejado en la casa de una señora y la señora que lo tenía lo dio en adopción. José pasó el cumpleaños con ella, estaba feliz de la vida, lloraba”.
Cuando las historias se cierran, “todos festejamos, la alegría se contagia y los demás sienten que también pueden. Porque ellos nunca esperan que los llames para decirles que encontramos al familiar que buscan. Y tenés que ver cómo te lo agradecen. En general, siguen en contacto con nosotras por Facebook, colaborando en lo que puedan”, expresaron. Cabe destacar que la tarea es realizada de forma gratuita.
Por ahora no ha habido casos de padres que nieguen a sus hijos, las reacciones siempre fueron buenas. “Lo que puede pasar es que no se cree el vínculo, pero aunque no se dé, ya sabiendo quién sos, está la mitad hecha, después si lográs crear un vínculo, mejor. Hasta ahora todos se han aceptado y se van conociendo y sanando la herida”, señaló Ivannah. Pero mientras no se encuentra a los familiares, ellas tienen que contener anímicamente a los que buscan, ya que, según señalaron, “tienen depresiones gravísimas y hay que sacarlos adelante, eso hay que hacerlo todos los días”. “Ellos no tienen identidad, no saben quiénes son y sufren mucho”, agregó.
También ayudan a personas que han dejado de ver a un familiar desde hace años y ya no tienen ningún dato sobre su paradero. Ivannah destacó que estas búsquedas se hacen sólo si “son por amor, no por dinero, y cuando te cuentan la historia vos te das cuenta si es por algo material o legal, o si es por amor”. El criterio se extiende a todos los casos, “nadie busca para juzgar o reprochar, todos buscan para saber su identidad, nada más”.
Cuando empezaron a llegar búsquedas de ciudadanos argentinos se planteó la posibilidad de hacerlas pero finalmente decidieron limitarlas a Uruguay: “Tenemos que aprovechar que el país es chiquito y nos conocemos todos. Si buscáramos personas de otros países se empezaría a llenar de gente que no conocemos, no llegaríamos a los datos y perderíamos difusión”. Como medios de comunicación y difusión tienen también una cuenta en Skype, una cuenta de Twitter y un correo electrónico (adoptadosuruguay@gmail.com).
En placa
“Mi nombre es Magela Terra, mi partida dice nacida en domicilio el 14/11/75 a las 8:30, registrada en la séptima sección de Pando. El médico que atendió el parto fue el Dr. José Carlos Cuadro Dollanarte (médico militar destinado en el año 75 en la Escuela Militar de Aeronáutica). Inscripta como hija legítima de Rubén Darío Terra (teniente coronel aviador, jefe del Escuadrón Aéreo de Transporte de Aviones C 47, de la Brigada Aérea I) y de Lili Faira Lanzaro. Sé que soy adoptada y sé por testimonios que puedo tener una hermana melliza cuyo apellido materno sería Bustos y sería sobrina del coronel retirado Heber Bustos. Busco a mi familia, tengo derecho a saber mi identidad biológica. No juzgo, sólo quiero saber la verdad, sólo quiero ser libre”.
Hijos de desaparecidos
La fecha de nacimiento es el primer dato que puede hacer sospechar que la persona adoptada es hija de desaparecidos durante la última dictadura. Estos casos son derivados a Ivannah, quien los contacta con Eduardo Pirotto, de la Secretaría de Derechos Humanos de Presidencia. Consultada sobre otros indicios que tiene en cuenta, Ivannah dijo que se fija “si están registrados como nacidos en domicilio, si tienen familiares militares y si los han sacado del país, cambiado frecuentemente de colegio o realizado muchos viajes”.
El caso de Magela reúne todas las características que hacen sospechar que es hija de desaparecidos (ver recuadro). Es uruguaya, pero vive en Argentina. Su ADN ya está ingresado en los bancos de datos, pero, según dijo Ivannah, “hasta ahora no hay novedades”. Como Magela, hay dos personas más que ya ingresaron su ADN.
En otros casos comenzar la búsqueda no ha sido tan fácil: “Tenemos dos mujeres, una vive en Estados Unidos y otra en Australia, que entraron al grupo pero no hicieron su placa de búsqueda, no se decidieron, tienen miedo. Ellas tienen que hacer una carta para que les hagan el ADN pero no se animan, tienen el miedo de esa época instalado, los crían así”, resumió Ivannah.