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Marcha la diversidad

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Expertos coinciden en que la sociedad uruguaya empieza a aceptar las diferencias culturales.

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En el marco de las Jornadas Académicas 2013 de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) de la Universidad de la República (Udelar) se organizó la mesa “Diversidad, multiculturalidad y diferencia en las singularidades nacionales del siglo XXI. Miradas antropológicas y sociológicas sobre el Uruguay contemporáneo”. Según explicó el coordinador de la actividad, el antropólogo y docente de la FHCE, Nicolás Guigou, la iniciativa buscó que las dos ciencias sociales entraran en diálogo, algo que la academia necesita que se dé en mayor medida, según consideró.

Guigou golpeó fuerte contra el desarrollo de su área de estudio en Uruguay y criticó a la corriente “culturalista” por generar una “antropología caucásica” que tiene a exponentes como Renzo Pi Ugarte y Daniel Vidart. Según Guigou, el desarrollo de la disciplina en Uruguay está atrasado 20 años porque maneja conceptos teóricos que excluyen el discurso del otro -constituyendo lo que llama un “racismo logocéntrico”- y que están en desuso en otras partes del mundo.

Guigou también llamó la atención sobre la escasa etnografía que se realiza en Uruguay y dijo que cuando va al exterior habla de la aplicación de dicha técnica con otros colegas, pero cuando vuelve al país casi no tiene con quién hacerlo. De esta forma, los antropólogos uruguayos terminan haciendo psicología social y sociología cualitativa de mala calidad, según evaluó. Uno de los mayores inconvenientes se da en que los investigadores en la materia no han podido objetivar “la uruguayez” y el vínculo que los uruguayos tienen con el Estado nación, así como la formación homogeneizante que se daba en el país hasta hace algunos años. El docente señaló como ejemplo de su tesis los escasos estudios antropológicos sobre población afrodescendiente en el país.

De menos a más

El también antropólogo José Exequiel Basin, de origen uruguayo pero radicado desde hace años en Brasil, integrante del Laboratorio Pan-Amazónico y del Programa de Posgraduación en Antropología Social de la Universidad Federal de Amazonas, se refirió al momento en el que se moldeó la identidad en las capitales rioplatenses. Según dijo, este proceso se basó en la desconexión de la memoria y en ciertas pautas agresivas, que hicieron que generar debates fuera algo muy difícil, lo que a su vez propició que predominara un culturalismo racista que estuvo presente en algunos académicos e intelectuales.

Según Basin, esta perspectiva se basa en un romanticismo decimonónico tardío que genera horror al mestizaje en las capitales rioplatenses, impulsado a su vez por el estatismo, que se expresaba de distintas formas: desde campañas de exterminio hasta producciones literarias. Como ejemplo, el académico citó la tesis de la excepcionalidad uruguaya de Carlos Vaz Ferreira, que establecía homogeneidades en distintos niveles: racial, climático, geográfico y social.

Por su parte, el sociólogo y docente del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) de la Udelar, Felipe Arocena, indicó que posteriormente al período aludido por Basin, la sociedad uruguaya ha sufrido varias transformaciones que hacen a una mayor aceptación de la diversidad. Según explicó, se está consolidando el fin del Estado nación moderno y el comienzo del Estado plurinacional posmoderno.

En este sentido, señaló que la lógica homogeneizante fue común a la construcción de los Estados nación en todo Occidente, y desde 1992 en América Latina se vienen registrando aperturas que desembocaron en reformas constitucionales (aún no en Uruguay) que reconocen poblaciones hasta entonces invisibilizadas. Sin embargo, Arocena señaló que Uruguay empezó a reaccionar ante lo que pasa en otras partes de Latinoamérica, impulsado por organizaciones internacionales y de la sociedad civil. Como ejemplo citó las leyes contra todo tipo de discriminación (2004), la de reconocimiento a la cultura afrouruguaya (2006), la ley de inmigrantes (2008) y la de reconocimiento de la nación charrúa (2009). “Uruguay ya no puede mostrarse como el país sin negros y sin indios como lo hacía antes cuando iba a Europa a buscar inversiones”, remató.

Silencio y ruido

El también docente de la FCS y sociólogo Sebastián Aguiar señaló que los estudios de segregación en Uruguay suelen tratarse desde una lógica administrativa (centrados en lo gubernamental), y en los que se separa entre pobres y ricos, negros y blancos, lo que genera empobrecimiento en los debates. En este sentido, llamó a abordar el tema desde una perspectiva integral del habitar, donde tienen lugar las diferencias sociales, la percepción de la autoridad y la diferencia, entre otras. Aguiar indicó que la segregación suele oscilar entre el secreto y la violencia explícita “en un conflicto sordo entre el gobierno de la población y fantasmas que se aparecen y reiteran en el terreno de la identidad”.

Además, señaló distintas formas de construir identidad, una de ellas determinada por el acceso a servicios y derechos, otra autoasignada y otra en la que son otros los que la asignan. Sobre este último caso señaló el ejemplo de la construcción de los miedos sociales, que son distintos según el barrio. “Mientras que en algunas zonas el miedo lo causa el joven que camina encapuchado, en otras lo hacen las emboscadas o los tiros en la noche”, concluyó.

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