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Una mujer prepara tortillas en Ciudad de México. (archivo, diciembre de 2007)

Foto: Héctor Manuel Castro, Efe

Es que no me tienen paciencia

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20 años del NAFTA hacen de México una potencia exportadora que no 
soluciona el problema de la pobreza.

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El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por su sigla en inglés), entre México, Estados Unidos y Canadá, que el 1o de enero cumplirá 20 años, impulsó a México como la 16a potencia exportadora del mundo. Sin embargo, no contribuyó a disminuir la pobreza en el país.

Los datos -divulgados por la Secretaría de Economía de México- indican que las exportaciones de ese país a los dos socios del NAFTA pasaron de 52.000 millones de dólares en 1993, a casi 371.000 en 2012, lo que representa un aumento de 614%.

Pero la creación de empleos en el sector exportador y la propagandeada mayor disponibilidad de productos de calidad y a precios accesibles no se tradujeron en una baja de los índices de pobreza. De acuerdo al documento “La pobreza en México” del Banco Mundial, dado a conocer en octubre, 52,3% de los mexicanos viven en situación de pobreza moderada, frente al 53,1% que se registraba en 1992. A su vez, la pobreza extrema pasó de 21,4% a 19,7% en ese período, una cifra que aumenta mucho en algunos estados como Chiapas y Guerrero, que registran tasas de 32,2% y 31,7%, respectivamente. Según el estudio, esos niveles son diez veces más elevados que los de Nuevo León, el Distrito Federal y Baja California. Algunos analistas atribuyen estas disparidades al diferente grado de integración de las economías regionales al comercio global, en gran medida a raíz del NAFTA. En muchos casos las economías locales -básicamente compuestas por pequeñas granjas y fábricas con pocos empleados- han sido arrasadas por una ola de importaciones baratas procedentes de Estados Unidos. En este sentido, Ildefonso Guajardo, secretario de Economía de México, reconoció que el NAFTA “no ha sido capaz de derramar todos sus beneficios de forma pareja”. Por eso, la solución que el gobierno de Peña Nieto propone es lograr una integración productiva, que significa mejorar la logística de transporte, facilitar los cruces fronterizos, disminuir costos de transacción en el intercambio de mercancías y homologar normas en los sectores productivos.

Las exportaciones mexicanas a Estados Unidos -que constituyen 80% de sus ventas externas- tuvieron un incremento de 571% desde 1994, cerrando 2012 con una cifra de 288.000 millones de dólares. Sin embargo, el actual contexto de debilidad de la economía estadounidense ha llevado al gobierno mexicano a buscar reducir su dependencia comercial con ese país. En una entrevista con Efe en mayo de este año, el propio Guajardo había señalado: “vamos a hacer un gran esfuerzo para disminuir la dependencia comercial con Estados Unidos” y definió la relación mercantil con ese país como “un éxito pero también un riesgo”.

De todas maneras, el acuerdo encuentra grandes defensores en México. Entre ellos el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), que considera al NAFTA la llave de la apertura y la modernización de la economía mexicana. En estos 20 año, “nuestra industria manufacturera ha quintuplicado sus exportaciones, para ocupar el lugar 16 en el mundo por su valor, superando al resto de América Latina en su conjunto”, declaró Gerardo Gutiérrez Candiani, director del CCE. El dirigente empresarial vaticina que México pronto desplazará a China como el primer proveedor externo de Estados Unidos y destacó que ello es conveniente para ambos países, ya que “las importaciones que hacen a los chinos se producen con apenas 5% de contenido estadounidense, contra 40% de las que llegan de México”.

“Precisamente el 20o aniversario es el momento oportuno para replantearlo, fortalecerlo y relanzarlo y pasar de la integración comercial a una efectiva integración productiva, pues las condiciones están dadas para detonar un vigoroso repunte de la competitividad y el dinamismo económico de la región que compartimos”, enfatizó Gutiérrez.

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