“Que alguien fije día y hora de concentración, esto no se arregla atrás de una computadora”, tuiteó Romana Ferrer luego de que los medios difundieron el video del asesinato al empleado de La Pasiva en mayo del año pasado. En el mismo tuit sugirió reunirse frente a la Torre Ejecutiva. La convocatoria fue difundida y también criticada en las redes sociales; en resumen, tuvo eco, generó más posteos, más comentarios y, finalmente, varios cientos de personas se reunieron a protestar, definiéndose como “uruguayos indignados”. Incluso, varios informativos consideraron que merecía ser transmitido en vivo. Las repercusiones continuaron cuando se supo que Ferrer era militante del Partido Colorado.
La convocatoria nació en las redes, buscó dejar de ser solamente una protesta online y pasar al ámbito offline. Claro que hay muchísimos ejemplos. En 2010, por citar un caso, un adolescente creó en Facebook el grupo “Rateada general en todos los liceos de Uruguay”, luego de ver que en Argentina hubo una experiencia similar: en la provincia de Mendoza se ratearon unos 3.000 liceales. En Uruguay, 26.000 adolescentes se unieron al grupo y decidieron reunirse en el Parque Batlle para discutir los problemas que más les preocupaban del sistema educativo. Sin embargo, sólo 50 acudieron.
Uruguayos en internet
De acuerdo a El perfil del internauta uruguayo -informe realizado por la empresa Radar en 2012 y difundido por el Bureau Uruguayo de la Publicidad Digital-, 61% de la población utiliza internet. El uso de las redes sociales está creciendo constantemente, situándose en 77% del total de internautas. En números totales, hay 1.600.000 perfiles de uruguayos en Facebook y más de la mitad se conecta todos los días. En Twitter existen 140.000 perfiles, de los cuales 20% se conecta todos los días.
Las redes sociales constituyen un nuevo espacio de comunicación que se caracteriza “por establecer un vínculo horizontal entre los usuarios, que ahora pueden participar y crear contenidos sin intermediarios”, explica la docente universitaria Mónica Stillo, quien ha investigado temas relacionados con las nuevas tecnologías. La dinámica online cambió, agrega: “Mientras la web 1.0 se distinguía por ser estática, unidireccional y pasiva, la web 2.0 supone la segunda generación en la historia de la web, basada en comunicaciones de usuarios y una gama especial de servicios que fomentan la colaboración y el intercambio de información entre los internautas”. Esta nueva etapa es multidireccional y los usuarios proponen y generan contenidos. “Esta dinámica hace pensar en una red de productores en la que el conocimiento se genera por medio de la colaboración colectiva”.
Más lugares
En “La marcha de las motas” se protestó por la agresión discriminatoria sufrida por Tania Ramírez en el boliche Azabache. Hace menos de un mes, cientos de personas se concentraron frente a la Suprema Corte de Justicia cuando ésta declaró inconstitucionales dos artículos de la ley 18.831, que evitaban la prescripción de los delitos cometidos durante la dictadura. Ambas convocatorias, si bien fueron realizadas por determinadas organizaciones sociales y hasta gubernamentales (como la Intendencia de Montevideo, Familiares de Detenidos Desaparecidos y el Frente Amplio), de inmediato fueron amplificadas en las redes sociales. Comentar, apoyar y hasta criticar estas convocatorias lo único que asegura es darles más difusión.
Stillo, magíster en comunicación de la Universidad de Leeds, en Gran Bretaña, explica que los nuevos medios sociales se pueden definir como “espacios” en los cuales los usuarios se sienten naturalmente invitados a participar y dar su opinión. “Ya no podemos hablar de públicos o de audiencias, hablamos de usuarios y generadores de contenidos. Y podemos decir que la postura activa como consumidor o ciudadano siempre existió, en tanto hablamos de libre mercado; lo que sucede ahora es que gracias a las redes sociales estas expresiones, con un simple gesto, se pueden hacer colectivas”.
Lo que cambió, indica Stillo, es el espacio público y las conductas que allí se desarrollan. “El espacio público se transformó en este escenario semivirtual (porque también se alimenta y tiene derivaciones fuera de la red, offline), donde se constituyen las convocatorias y, a veces, incluso, las formas, las prácticas y hasta las estrategias de manifestación política”.
Besos offline
En 2011 hubo otra convocatoria espontánea por las redes. Una pareja gay fue expulsada de un boliche de Pocitos por besarse, según dijo uno de los involucrados. Los jóvenes hicieron la denuncia -bajo el rótulo de discriminación- y, mientras el proceso judicial seguía su curso, en las redes surgió la idea de escrachar al boliche con una “chuponeada masiva” en su puerta. En Facebook se adhirieron unas 5.000 personas aunque asistieron sólo 200. Finalmente, el caso fue archivado por considerar que no había “méritos necesarios” para continuar con el proceso.
Al año siguiente, y sin ninguna denuncia de discriminación como motivo, se convocó a una segunda edición de la “chuponeada”, bajo la consigna de mayor tolerancia y respeto. Inicialmente, la idea era reu- nirse en la plaza Liber Seregni y besarse, sin más. Pero pocos días antes de la fecha acordada, Mercedes Rovira, quien iba a asumir el Rectorado de la Universidad de Montevideo, se refirió a la homosexualidad: “Que hay anomalías, las hay; también hay tréboles de cuatro hojas”. Pocas horas después se resolvió que, luego de realizar la “chuponeada”, los manifestantes caminarían hasta la institución educativa para “plantar un jardín de tréboles de cuatro hojas”.
“Es importante decir que las redes son una herramienta de la ‘movilización’ pero no son el cambio en sí mismo”, aclaró Stillo. “Es decir, son una plataforma, un medio, como lo fue la imprenta durante las gestas independentistas en América. La imprenta no provocó las gestas independentistas, pero estimuló un tipo especial de cambio, muy atado a las formas modernas y escriturales de administración pública, democracia y nación”.
Política 2.0
En la última campaña electoral también hubo acciones generadas en el ámbito online. Los organizadores se llamaron a sí mismos “Frenteamplistas autoconvocados” e hicieron circular el texto de la convocatoria principalmente por Facebook y por correo electrónico: invitaban a “levantar la bandera” en una caminata por la rambla, para demostrar que “de a pie también se llega al gobierno”. Primero fue la caminata y luego el banderazo. En la red social se invitaba a una “marcha por mi bandera” y se expresaba “una sola bandera en mi corazón”. La consigna era “sacar la colcha” y reunir retazos para formar “la bandera del FA más grande que se haya hecho”. Lo curioso de este caso es que el mismo Frente Amplio comunicó que las convocatorias no eran oficiales. Aun así, reunieron a miles de votantes e, incluso, al entonces candidato presidencial, José Mujica, que pasó a saludar.
Al respecto de este tipo de convocatorias, la investigadora Stillo remarcó que aún no se ha observado “la aparición de liderazgos fuertes, ni virtuales ni con capacidad de saltar offline para tener influencia en la sociedad o sus instituciones”. Opinó que las redes “se han mostrado hasta ahora muy prolíficas para generar nuevas estrellas o productos mediáticos, pero no parecen ser el medio indicado para forjar líderes políticos, siquiera para formar dirigentes, quienes siguen transitando y haciendo carrera por las instituciones usuales”.
Digital y mundial
Uno de los casos internacionales más nombrados fue el de la Primavera Árabe, en la que la mayoría de los manifestantes eran jóvenes que usaron las redes sociales para informar e ilustrar lo que estaba sucediendo a su alrededor. Lo crucial, en este caso, fue que las redes constituyeron casi el único medio de información del que se valieron periodistas de todo el mundo, dado que en varios países se había aplicado censura. En Egipto, por ejemplo, el gobierno decidió cortar el acceso a internet tres días después de comenzadas las protestas, con el objetivo de impedir que los manifestantes se organizaran en las redes sociales.
En tanto, el Movimiento 15-M, también conocido como “de los indignados”, reunió a miles de españoles desocupados a raíz de tuits o posteos en Facebook. Las consignas incluían las etiquetas #democraciarealya, #nonosvamos y #15M.
Las redes sociales, en resumen, funcionan como una caja de resonancia, amplificando críticas, quejas, cuestionamientos y proclamas. Sirven de plataforma para manifestarse, pero la manifestación en sí es la que se realiza en la vida offline. Al menos por ahora.