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Participantes del cabildo en el Municipio B, el viernes.

Foto: Pedro Rincón

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Marchas y contramarchas a tres años de la creación de los municipios en Montevideo.

El discurso hegemónico “soy buen ciudadano, pago mis impuestos y voto cada cinco años” contrasta con una parte neurálgica del tercer nivel de gobierno: la participación ciudadana. Esta primera experiencia pone de relieve la falta de apropiación de la gestión municipal por parte de los montevideanos e invita a revisar la legitimidad social de los Concejos Vecinales (CV). El espacio público aparece concebido cada vez más como de tránsito y cada vez menos como de intercambio y de generación de identidad territorial. la diaria entrevistó a los ocho alcaldes de Montevideo y a los presidentes de los CV de todas las zonas.

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Las dificultades para alcanzar una participación efectiva surgen en forma espontánea en las entrevistas. Para la mayoría es inevitable asociarlas con aspectos de la idiosincrasia uruguaya relacionados con la resistencia a los cambios y con una tendencia individualista sintomática de la denominada posmodernidad o de la herencia de los años 90 neoliberales, simplificada en la consigna de Fido Dido, “hacé la tuya”.

Los alcaldes y las alcaldesas coinciden en que los vecinos, al quedarse únicamente en la acción de reclamar por la poda de un árbol, el desborde de una boca de tormenta o las condiciones de la plaza más próxima, sin tener un proyecto global para su barrio, se posicionan como un sujeto pasivo de demandas y no como un constructor de la gestión de su territorio. “‘¿Pero usted no es la alcaldesa?’, me dice la gente. No sé si la gente tiene menos ganas de participar y pensar proyectos para su barrio, eso se ve poco. Está la inmediatez: pide su calle, su alumbrado y soluciónemelo ya”, resume Sandra Nedov (Municipio D).

“Se ha roto la relación humana de diálogo y se demanda de la autoridad pública la sanción, el control, que vos seas mediador en los conflictos. La sociedad no es un actor individual, es una construcción colectiva y ahí es donde hay que hacer transformaciones. Hacer entender que sos un actor, no un espectador del proceso democrático. Hoy yo, vecino, me siento espectador al extremo. Es el ‘yo pago, yo reclamo’. Reclama porque tiene derecho, no porque paga”, dice Carlos Varela (Municipio B).

“Se paga para ser solidario con la ciudad y el país, no para que me arreglen mi árbol, mi vereda, mi pozo. No es la concepción por la cual ni ahora ni nunca existió el pago de impuestos. Ahora estamos con una actitud más individualista porque es la ley del consumo. Un proceso descentralizador transforma el Estado y la creación de los municipios es el primer paso real de reforma del Estado. Estoy convencida de que estos gobiernos de cercanía dan la posibilidad de interactuar de forma horizontal con la población de una manera diferente. Es el único nivel de gobierno que, por medio de los cabildos, hace una rendición de cuentas pública”, analiza Miriam Rodríguez (Municipio C).

“Los vecinos no han tomado todavía el pulso y la importancia que tiene rendir cuentas, lo ven como una pesadez. Es más fácil quejarme porque no tengo información que recibirla y procesarla. Es una problemática de la sociedad toda. La responsabilidad siempre la pongo por fuera, soy un buen ciudadano porque pago lo que me corresponde y voto cada cinco años. Ésa es una concepción que queremos romper y no lo logramos; al contrario, está cada vez más firme. Difícilmente hagan propuestas o se involucren en la gestión”, aporta Susana Camarán (Municipio E).

Para Luis Luján (Municipio Ch) esta realidad se ve aún más acentuada en su territorio, debido a que prácticamente no existen organizaciones sociales permanentes, y la que se da a nivel vecinal trata sobre todo temas puntuales. En zonas con mayor historia organizativa, como algunos barrios de los municipios A y F, la participación ha disminuido desde épocas de explosión en los años 80 y 90, según coincidieron sus alcaldes, Gabriel Otero y Francisco Fleitas. Igualmente, varios de los jerarcas consultados coincidieron en que los vecinos se movilizan cuando hay un tema que realmente les preocupa, y pusieron el ejemplo de las Mesas Locales de Convivencia y Seguridad Ciudadanas que organiza el Ministerio del Interior y que han sido impulsadas por varios municipios. Según Otero, esto tiene que ver con que hay necesidades que ya están satisfechas.

Para Gastón Silva (Municipio G), el tema de la participación “corresponde a tiempos históricos”. “Cuando miro para atrás me dan ganas de llorar porque a cualquier reunión iban más de 500 personas, todo el mundo discutía hasta las cuatro de la mañana, pero eso correspondió a un tiempo del país, ahora hay otros medios, está el tema de las redes sociales, el tiempo a la gente le exige otras prioridades. Todo lo pasado fue distinto, no mejor”, concluyó.

En la cancha

La implementación del tercer nivel de gobierno tiene sus particularidades en Montevideo. Lo circunstancial es que todos los gobiernos municipales son del mismo partido que el departamental, lo que ha evitado, a diferencia de lo ocurrido en otros territorios, dificultades para acceder a un presupuesto quinquenal coherente con las competencias.

Además de que la densidad de población en la capital es superior -“cualquier municipio del interior tiene menos gente que los complejos de Euskalerría”-, existe una identidad previa marcada por la propia historia de la localidad. “La mayor parte de los barrios no tiene sentimiento de pertenencia y de construir esto en los municipios estamos muy alejados. Hay una total falta de identidad, nadie se puede sentir identificado con una E”. “Es un tema recurrente, está planteado como necesidad”, dice Camarán.

“El problema de no tener un nombre dificulta la identidad; somos una letra. Toda la vida a la intendencia se le dijo municipio y ése es el primer problema. Romper con eso lleva su tiempo, pero si fuera municipio ‘Clavel del aire’ sería más fácil que ser una letra. El punto es cómo generar identidad mediante un proyecto local, cómo enclavar la gestión del municipio por medio de propuestas y proyectos que apunten al desarrollo local. Que se empiece a generar identidad a partir de la acción”, completa Rodríguez.

Varela lo enfoca desde otro lugar: “Si me voy a las 8.00 a trabajar y vuelvo a las 20.00, ¿cuál es mi relación con el barrio?, ¿cuál es mi relación de pertenencia? Me siento ajeno al entorno y a cuidar lo que tengo porque lo que uso lo tengo de la puerta para adentro. No siento el barrio como una prolongación de mi casa”. También planteó una problemática singular de su municipio porque, además de los 250.000 habitantes con los que cuenta en una parte muy reducida de territorio, a diario entran entre 80.000 y 90.000 personas a trabajar en la zona.

Todos coinciden en que la visibilidad de los municipios y de los alcaldes -no así la del Concejo Municipal- ha aumentado. Algunos, como Silva, se basan en indicadores personales: “Ya no es lo mismo caminar por este territorio que antes de ser alcalde”; otros, como Otero, se basan en cifras de encuestas de la Intendencia de Montevideo (IM) que así lo señalan. De todas formas, Fleitas consideró que no todos los habitantes del territorio del Municipio F visualizan la figura y admitió que el organismo tampoco tendría capacidad para atender la totalidad de la demanda.

Silva proyecta que en una década la figura de los municipios estará “institucionalizada, reconocida y entendida por la gente, y con mejores condiciones de respuesta”. “Es el proceso más transformador en materia de gobierno y reforma del Estado que se ha llevado adelante en el país”, definió.

Varios aspectos dificultan la visibilidad no sólo del alcalde -que de hecho es la más notoria- sino del Concejo Municipal, que está integrado por todos los partidos y es donde realmente se toman las decisiones. “A la figura del alcalde se le ha puesto relevancia, más que al Concejo Municipal. Hay una lógica que lleva a pensar que manejás una información más amplia y queda perdida la figura del concejal municipal. Es: ‘Yo quiero hablar con la alcaldesa’”, grafica Camarán.

Varios de sus colegas apuntan que a esto contribuye la falta de acceso a los medios nacionales. “En el interior el alcalde es la autoridad, es referente en todos los temas. ¿Quién no lo conocería? En Montevideo todo esto se empieza a complejizar. No sos un referente temático necesariamente porque la agenda implica que los temas de la opinión pública son los temas nacionales”, dice Varela.

El desconocimiento general de las competencias de los gobiernos municipales es uno de los puntos de autocrítica de los alcaldes. “Nos plantean múltiples cuestiones. El vecino no tiene idea. Viene con todos los planteos que considera que están para solucionar y tratamos de ser articuladores de eso. Al que no está metido en esto le parece que el municipio hace cosas que tendría que hacer la IM o al revés. Tenemos una delegatura de funciones que son claras. Hay algunas dualidades que estamos tratando de cambiar, por ejemplo, que tengamos presupuesto para mantenimiento de alumbrado pero no para obras. Pero las prioridades locales se canalizan mucho más rápido, porque antes quedaban perdidas en las nacionales”, dice Camarán. “Dependíamos de la centralidad. Ya no tenemos que enviar un expediente para que alguien lo evalúe y diga si entra o no en las prioridades. Podemos resolverlo”, añade Rodríguez.

Otros ven en esa figura articuladora uno de los mayores potenciales de los municipios, principalmente los alcaldes de las zonas en que hay mayor cantidad de pobladores con problemas para satisfacer sus necesidades básicas. Todos destacan que después de una consulta nadie se queda sin una respuesta, tanto positiva como negativa, y se le explica por qué no se puede realizar tal obra o brindar determinado servicio. Para Fleitas la articulación tanto con actores locales como nacionales ha sido uno de los mayores aprendizajes que le dejó la tarea, y puso ejemplos de barrios completos que se han construido sobre la base de la coordinación con otras entidades públicas.

Acerca de la figura del alcalde, varios plantean que es visto como el gran “arregla todo” en los territorios, pero también es visto con recelo por otros actores del sistema político. Silva analizó que esto pasa porque “compite en términos político-electorales con otras figuras del sistema”. “He tenido conversaciones con senadores o diputados, y nadie se ha dado cuenta de las potencialidades, es un escalón precioso en términos partidarios porque el trabajo en un territorio y una figura de éstas es muy potente. En lugares como España y otros países de América éstas figuras son muy fuertes, deciden muchas cosas y hacen que los gobiernos vayan rumbeándose”, comparó.

Al centro y adentro

Otra de las dificultades que debieron afrontar los municipios fue la gran cultura de la centralidad, pese a que el proceso de descentralización ya se había iniciado con las Juntas Locales, los Centros Comunales Zonales (CCZ) y los CV. Silva ve a la IM como un elefante que avanza con sus tiempos y a los municipios como ocho galgos que corren desesperados para todos lados buscando soluciones. En otras palabras, que la estructura de la IM no se adecuó para la llegada de los municipios. Todos concuerdan en que revertir esa situación será un largo proceso que ya dio algunos logros. Por ejemplo, Fleitas destaca como positivo que las reuniones semanales que mantienen con la intendenta se realicen los martes, debido a que luego se trasladan los temas a la reunión que los miércoles mantiene el gabinete departamental.

Una diferencia con los municipios del interior que es valorada positivamente por los alcaldes capitalinos es la existencia de un interlocutor: los CV. No obstante, varios entienden que debería revisarse. Camarán argumenta que muchas veces existe un “divorcio” entre los CV y los deseos de otros vecinos, en parte porque se pierde de vista que son “órganos sociales”. “En algún momento se confundió la política partidaria con la política. Lo hemos discutido. Esto tiene que estar en el debate general: el tema de los CV es que se metió la política adentro y hay problemas partidarios”, apunta.

Varela valora que falta trabajo y legitimidad social para que “efectivamente sean un espacio de representación”. Rodríguez, por su parte, opina que es momento de discutir “cuál sería la estructura participativa” del tercer nivel de gobierno. “Pensando que también hay una Ley de Participación Ciudadana, ¿cuál es el espacio para eso?”, pregunta.

Sin embargo, Fleitas considera “una falta de respeto” que se generalice cuando se habla de los CV, porque “si en otros lados tienen problemas, en el F no”, más allá de las dificultades de cualquier relación humana.

Un buen concejo

El déficit en la participación también ocurre en los CV. Muchos de los concejales consultados destacan la deserción luego de las elecciones, a la vez que la oferta de candidatos es baja. Con distintos enfoques, en las entrevistas surgieron autocríticas que apuntan a mejorar la herramienta. Para Carlos Curbelo (Zona 3) los CV “tienen una potencialidad democrática que no fue explotada en su totalidad” y “es el momento de discutirlo”. En el mismo sentido, Diego Queirolo (Zona 11) enfatiza su “potencial extraordinario” pero lamenta: “Nosotros mismos, muchas veces, no creemos en la herramienta y no la ponemos en el lugar que merece”.

Según Olga Tonelli (Zona 8) el problema son las personas y no la herramienta. “Tenemos que seducir a los jóvenes, y los viejos caudillos no transfieren. El tema es que prima el individualismo. Es un proceso largo y los uruguayos con los cambios…”, dice. Graciela Tejera (Zona 1) lleva la conversación hacia el mismo punto: “Hay que hacer un reacomodo. En la forma en están trabajando no tienen mucha trascendencia. Tenemos voz pero no voto, se instala gente de mucha edad que en realidad ocupa su tiempo en esto pero sin objetivo político”.

Pero también hay quienes creen que el problema está afuera, como es el caso de Julio Fernández (Zona 17), para quien si bien se da lugar a los vecinos éstos “no le dan valor a la herramienta” y “se quejan desde afuera”. En opinión de su compañera de municipio Mirta Villasante (Zona 18) también influyen temas generacionales y es más fácil que participen personas que tienen una cultura sindical o de organización social. Brenda Piquinella (Zona 4) explica que han buscado alternativas como la realización de asambleas en los barrios, aunque señala que con la creación de los municipios su zona perdió territorio, lo que además ha reducido la participación. También visualiza confusiones acerca de los roles que deben cumplir los distintos actores de la descentralización. Sobre este punto, Marion Márquez (Zona 9) dijo que a algunos concejales les ha costado entender que el rol del CV es el de acompañamiento y no el de resolución, y también criticó a los concejales que les hacen trámites a sus vecinos y no los acercan al mundo de la descentralización.

Varios reconocen como dificultad los conflictos político-partidarios dentro de los CV. “Los concejales dejan de venir, ni renuncia presentan. Esto pasa antes de que se instalen, las expectativas de cada uno son de distinto orden. La gente cuando se anota no tiene idea, piensa que van a ser diputado o senador… Hay gente que piensa que acá tiene un escalón político”, afirma Susana Velázquez (Zona 6).

Pedro Pena (Zona 13) es crítico con el proceso pero no considera que las mayores dificultades estén en el Municipio, los CCZ o en el CV, sino en la IM. Concretamente apuntó hacia el Departamento de Descentralización y opinó que allí no creen en la herramienta y la ven como una forma de entretenimiento.

También durante las consultas a los CV surge una crítica a los medios. “Uno de los dramas fundamentales es hacerse conocer. Hay cabildos abiertos, pero no hemos logrado que se establezcan en la sociedad civil, en parte porque los medios están más interesados en la sangre de los degollados que en la democracia participativa; apagá el cerebro y prendé la televisión”, dice Luis Piedra Cueva (Zona 2).

En las consultas ninguno se planteó el tercer nivel de gobierno como un fracaso sino como un desafío y una buena herramienta que ha acercado el gobierno. “La dificultad es ideológica. La idea dominante es ‘hacé la tuya’, pero hay un núcleo de gente que hace muchos años que cree en este proyecto”, afirma Piedra Cueva (Zona 2).

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