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Alonso Fernández-Guasti. (archivo, mayo de 2013)

Foto: Pablo Nogueira

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Estudios científicos sobre la diferenciación sexual.

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El doctor Alonso Fernández-Guasti es profesor titular del Departamento de Farmacobiología del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional de México. Estuvo en Montevideo para participar en el curso “Bases neuroendócrinas de los comportamientos afiliativos en mamíferos” que organizó el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba), en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República. Brindó dos conferencias: “Saciedad sexual en ratas hembras” y “Las bases biológicas de la homosexualidad”.

En conversación con la diaria, el científico contó que ha trabajado en colaboración con la facultad, y específicamente con la doctora Annabel Ferreira (investigadora grado 5 del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas, especializada en las bases neuroendócrinas del comportamiento maternal).

En su laboratorio, Fernández-Guasti desarrolla varias líneas de investigación. “Tenemos especial interés en estudiar la diferenciación sexual. Es decir, cómo un individuo, que en un inicio es indiferenciado, se diferencia hacia macho o hembra, no solamente en sus genitales, sino también en el sistema nervioso. Nos interesa estudiar las diferencias sexuales en el efecto de fármacos antidepresivos y ansiolíticos. Se sabe que en los mamíferos el sexo femenino es el que ocurre en forma natural, sin participación de hormonas. En el caso de los individuos del sexo masculino hay acción de la secreción de los testículos en etapas prenatales o en el principio de la etapa prenatal. Entonces, si no hay este surgimiento en los niveles de hormonas, el cerebro permanece como uno femenino, que generará una secreción cíclica de hormonas luego de la pubertad, mientras que si hay testosterona se convierte en un cerebro tónico, masculino. En los humanos todo es prenatal”.

El científico aclaró que hacer analogías entre la investigación en ratas y en humanos es difícil, porque hay que tomar en cuenta todas las particularidades entre un modelo animal y la conducta humana. Sobre esto agregó: “Tienes que tener siempre claro hasta dónde llega tu modelo y cuáles son sus límites. Una de las condiciones del modelo es que el animal debe tener conductas sexuales hacia sujetos del mismo sexo. Debemos movernos entre los que se llaman criterios de validez; que el tuyo tenga los criterios suficientes para que puedas proponerlo como modelo de homosexualidad y sus límites obvios, porque la actividad cognitiva que tenemos los humanos no la tienen los animales”.

Contó, además, que específicamente trabajan con la influencia de las hormonas en el desarrollo. “Lo que hacemos es modificar el medio hormonal de la rata madre, porque el proceso de diferenciación sexual parece más prenatal que posnatal. Les damos algunos compuestos que interfieren con el metabolismo de la testosterona, y esos machos, cuando adultos, tienen una conducta sexual femenina e invitan a otros machos a la cópula. Y cuando son montados por otros, tienen conductas clásicas femeninas. Pensamos que éste es un modelo útil para estudiar”, especificó.

Biología y más

En Holanda (donde se encuentra el banco de cerebros más grande del mundo) se analizó si el cerebro en individuos homosexuales tiene diferencias particulares en cuanto a la distribución de sus receptores andrógenos. “Se sabe que no hay diferencias hormonales ni en la respuesta del cerebro entre homosexuales y heterosexuales. Lo que no se sabía era si la distribución del receptor era diferente. Analizamos los cerebros y tampoco encontramos diferencias en la distribución del receptor en sujetos adultos. Otro resultado es que todas las manipulaciones endócrinas en el período de diferenciación sexual, que varía de especie en especie, producen individuos que cuando son adultos muestran características homosexuales. Es decir, tienen preferencia por estar en compañía de sujetos del mismo sexo y una conducta sexual con individuos del mismo sexo. Por eso creemos -los que trabajamos en biología, con una visión médica en un continuo biológico- que sería difícil que el ser humano fuera completamente diferente a esto. Pensamos que hay una participación biológica muy importante en la determinación de la orientación sexual. Hay algunos psicólogos que no creen en una determinación hormonal, sino solamente en la influencia del medio. Creo que tienen que ser ambas. Es difícil negar una por completo”, reflexionó el especialista. Para él, definir la homosexualidad es algo muy difícil y complejo. “No se sabe cuál es la causa de la homosexualidad en humanos, lo que sí se sabe es que la homosexualidad no se da por la castración neonatal. Nadie ha hecho semejante experimento en humanos, ni es necesario, porque sabemos que el perfil hormonal en los individuos homosexuales es indistinguible de un sujeto heterosexual”, explicó.

Las bases

Existen investigaciones que señalan diferencias cerebrales, endócrinas y genéticas, factores que parecen contribuir al establecimiento de la orientación sexual. “Algunos estudios señalan que existen diferencias importantes entre los cerebros, donde las funciones cerebrales de los individuos homosexuales se encuentran distribuidas más simétricamente entre ambos hemisferios, en comparación con individuos heterosexuales. A finales de la década del 80 y principio de los 90, Simon LeVay, en Estados Unidos, y Dick Swaab, en Holanda, encontraron que algunas áreas cerebrales de los individuos homosexuales tenían características similares a las de las mujeres, o bien características particulares. Estos descubrimientos sugieren que los hombres homosexuales y heterosexuales podrían diferir en los mecanismos neurales que regulan la conducta sexual”, sostuvo. Es importante saber que estos estudios se realizaron utilizando cerebros pertenecientes a individuos masculinos homosexuales y heterosexuales, que fallecieron de sida. También se incluyeron en los experimentos cerebros femeninos, posiblemente heterosexuales, porque en los registros hospitalarios suele anotarse la orientación sexual del varón, pero se omite la de la mujer.

Pero estas investigaciones, según narró el experto, llevan consigo un punto de controversia, porque surge la pregunta de si esas diferencias cerebrales podrían ser generadas por la enfermedad y no por la orientación sexual. Sin embargo, se pudo comprobar en esos mismos estudios que el sida no induce una degeneración neuronal generalizada e inespecífica, y que existen datos recientes que muestran los mismos resultados en un grupo de sujetos homosexuales que fallecieron víctimas de otra causa. “Otros estudios refuerzan la noción de que los cerebros de individuos homosexuales difieren de los de heterosexuales. Los investigadores Allen y Gorski encontraron diferencias en el tamaño de la comisura anterior (un haz nervioso que conecta ambos hemisferios cerebrales y que es en general mayor en mujeres que en hombres). Sus estudios han revelado que es mayor en hombres homosexuales que en heterosexuales, e incluso mayor que en mujeres. Este descubrimiento es muy interesante, porque estas diferencias están determinadas en etapas tempranas del desarrollo”, explicó.

En lo que refiere a las diferencias endócrinas, uno de los científicos más controvertidos es el alemán Günther Dörner, quien basa sus estudios en la interacción entre hormonas sexuales y el cerebro. Este investigador encontró evidencia de que existe una respuesta diferenciada a la inyección de estrógenos entre hombres homosexuales y heterosexuales.

“Desde la perspectiva en humanos, el científico ha aportado informes que indican mayor incidencia de homosexualidad entre hombres nacidos durante épocas particularmente estresantes, como períodos de guerra o de posguerra. Hay mayor incidencia de informes estresantes durante los embarazos de los niños que posteriormente se desarrollaron como individuos homosexuales, que durante aquellos de los que lo hicieron como heterosexuales. Claro que también hay controversia respecto de estos resultados, ya que han sido confirmados por algunos autores y por otros no”, indicó Fernández-Guasti.

Cambios sociales

Existen estudios que han indagado sobre el efecto social de la aproximación biológica a la homosexualidad. Es decir, en qué medida cambia la percepción de la sociedad una vez que los individuos saben que la homosexualidad está, al menos parcialmente, mediada por factores biológicos y que podría no ser un proceso de elección. “Los resultados establecen que en este caso la homofobia o la discriminación hacia personas homosexuales disminuyen de manera importante. Existe una investigación realizada en Estados Unidos entre sujetos de alrededor de 18 años, que por estar en un proceso de definición sexual se mostraban increíblemente homófobos. A esta población se le informó sobre las bases biológicas de la homosexualidad y se comprobó que disminuyó su homofobia. Parecería que ayuda a entender que es una característica, que no es una responsabilidad de los padres ni del sujeto. La característica homosexual se convierte en algo intrínseco al individuo, como el color de los ojos o la estatura”, explicó.

“En México ha habido muchos debates respecto de la adopción en el caso de una pareja homosexual. Y hay pocos estudios, pero hay, en los que se demuestra que en general no existe riesgo para el niño, ni de que desarrolle una conducta homosexual, ni de ser abusado sexualmente por sus padres. Creo que el tema pasa también por que al modelo de educación heterosexual se lo encajona como el modelo 100% exitoso e infalible, natural y por eso perfecto; en la realidad todos sabemos que no es tan así. Hay miles de casos de abuso y maltrato a niños por parte de padres y familiares heterosexuales[...] Creo que más bien hay que educar a las sociedades”, concluyó.

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