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Luis Purtscher. Foto: Pablo Vignali

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Un nuevo símbolo: la Casita del Parque en Paysandú.

Para Luis Purtscher, presidente del Comité Nacional para la Erradicación de la Explotación Sexual comercial y no comercial de niños, niñas y adolescentes (Conapees), la reacción ante el caso de explotación sexual infantil en el departamento de Paysandú evidencia “negación” y refuerza la “cultura machista” de la sociedad. Ahora el desafío es “dar un giro simbólico y convertir ese espacio de dolor, pena o vergüenza en uno en el que confluyan proyectos que garanticen derechos humanos”.

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El episodio que involucró al ahora ex secretario general de la Intendencia de Paysandú Horacio de los Santos fue renombrado en los últimos días en todo el país. Un común denominador fue que gran parte de la población encaró el tema con mucho “sentido del humor” y poca crítica. Purtscher reflexionó en diálogo con la diaria que “el chiste funciona como un espacio de negación del problema y de reproducción de una cultura machista”. “En estos días en las oficinas el chiste era ‘vamos a Paysandú’”. Asimismo, se escucharon cantidad de comentarios humorísticos sobre la “Casita de Horacio” o “la Casita del Parque”.

Al ser consultado el vocero del Conapees sobre las particularidades del caso en comparación con otras situaciones de explotación que ocurren diariamente en Uurguay, el jerarca comentó que la diferencia es que “en éste hay un jerarca, una persona que detenta poder que termina procesada, no por el delito que todo haría presumir que cometió”. Seguidamente manifestó desconcierto sobre la resolución de la jueza actuante que “no declinó competencia al juzgado especializado de Crimen Organizado”, puesto que la existencia de una red para la explotación en este caso “es bastante fácil de comprobar”.

Otra particularidad es “la desprolijidad en el desarrollo de los hechos”. “Eran muchos los delitos que se estaban cometiendo: estaban manejando en estado de ebriedad, participando en una fiesta en la que se estaba explotando sexualmente a menores de edad, se estaba consumiendo cocaína, se estaba utilizando un espacio público para una fiesta privada con fines no lícitos”, detalló. Acotó que la noticia que se difundió “desfiguró el delito central”.

Al tratamiento del caso también hizo referencia Jorge Ferrando, director del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU). Sostuvo que el cometido del organismo y de las organizaciones locales “es ir lo más a fondo posible a los efectos de denunciar todas las situaciones de las que se tenga información, trabajar en forma preventiva y buscar que los clientes explotadores puedan ser procesados”. Manifestó tranquilidad porque “las actuaciones judiciales a nivel penal siguen su curso”, y en caso de que no haya ningún indicio para valorar el caso como de explotación “vamos a hacer todo lo posible para que el tema no se cierre ahí”.

La frase

“Cuando llegaron las menores yo ya estaba tomado. No estaba en condiciones de discernir bien”, declaró De los Santos sobre la fiesta realizada en la Casita del Parque. La frase parece extraída de la campaña “No hay excusas” que lleva adelante UNICEF junto con Conapees y el INAU. Sobre la iniciativa recientemente lanzada (ver http://ladiaria.com.uy/ACGm), Purtscher consideró: “Una campaña no cambia la realidad, así como una ley tampoco. Lo que la cambia es la praxis social y para eso hacen falta decisiones políticas en torno al tema, recursos presupuestales que sustenten esa línea de trabajo, cambios en la cultura; sobre todo en la de los hombres, en cómo hemos naturalizado una masculinidad dominante que presupone o tiene dentro de sus ritos y prácticas pagar por sexo”.

En el barrio

En los últimos cinco años el INAU presentó 130 denuncias de explotación sexual. Según expresó el presidente de Conapees, 80% corresponden al interior del país. En Montevideo recién ahora empiezan a recibirse denuncias. Explicó que es un problema de escala, donde no abundan las relaciones “cara a cara” y porque la capital “ofrece espacios que se presentan como un velo de la situación”. Sobre Paysandú, dijo que presentan denuncias: “No es el departamento donde más aparecen casos, pero aparecen siempre”. El fenómeno resulta multicausal y entre otros motivos, mencionó la desestructuración del aparato productivo industrial, lo que tuvo consecuencias sociales como la marginación, la exclusión, el crecimiento de los asentamientos y la búsqueda de estrategias de supervivencia, al tiempo que también cuenta que se está en una zona de frontera, donde “los límites no siempre tienen que ver con los políticamente administrativos”, puntualizó.

Una vez conocido el caso, el INAU envió al departamento un equipo especializado que se puso en contacto con todas las organizaciones e instituciones que trabajan en la zona. A su vez se entabló contacto con las menores explotadas y sus familias. Ferrando aclaró que “se trata de un tema más amplio: qué hacer con las tres o cuatro adolescentes involucradas”. Y destacó que el caso tendría que concluir de una forma en que las víctimas consideren que vale la pena denunciar la explotación y no con miedo o arrepentimiento de haber hablado.

Por su parte, Purtscher viajará a Paysandú la próxima semana con el fin de desarrollar acciones específicas para la zona. Para ello tiene pensando pedir permiso para utilizar la Casita del Parque con el objetivo de cambiar la imagen del lugar. En su opinión, allí se pueden generar talleres de capacitación o dinámicas en pro de los derechos humanos, de forma que se pueda modificar el significado actual que adquirió la propiedad de la comuna.

Ambos entrevistados consideraron que tanto Paysandú como la sociedad uruguaya “tienen que pensar su propio camino” para hacer frente al tema.

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