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Daniel Sturla ayer en la Catedral Metropolitana de Montevideo. /Foto: Sandro Pereyra

Un divino

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Mujica y representantes de todos los partidos concurrieron a la asunción de Daniel Sturla como nuevo arzobispo de Montevideo.

”Amistad” y “gracias” fueron las palabras en las que centró su discurso Daniel Fernando Sturla Berhouet una vez que Nicolás Cotugno le cedió el lugar. “Sencillo” y “joven” fueron los conceptos más valorados de su persona por muchos creyentes que concurrieron ayer a la Catedral Metropolitana.

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Casi una hora antes de que comenzara la ceremonia no quedaba lugar para sentarse en la Iglesia Matriz de Montevideo. Hasta los confesionarios eran utilizados como asientos. Los pasillos permanecían llenos y se escuchaban charlas que involucraban a la Iglesia y los cambios que se han empezado a divisar desde la asunción del papa Francisco. La idea de cambio también estaba presente cuando se hacía referencia a Sturla. “Es un hombre joven con mucha apertura”, detalló a la diaria una mujer al ser consultada sobre la importancia del nombramiento. Una amiga que estaba a su lado agregó: “Va a renovar la Iglesia, que estaba un poco venida a menos”. Ambas manifestaron tener “expectativa en que mejorará”, aunque no precisaron en qué. Un grupo de mujeres que aguardaban de pie el inicio de la ceremonia también reflexionó sobre la nueva autoridad de la Arquidiócesis de Montevideo. “Es un divino”, dijo una de ellas. Y otra corrigió: “Más que divino, es el elegido”. La tercera voz del grupo en hablar aclaró: “Es una persona cercana al pueblo”. La cuarta amplió las distintas ideas surgidas: “Es joven, tiene el carisma de los salesianos, está cerca de los chicos y sus reflexiones ayudan a vivir todos los días, no son de las que no se pueden aterrizar”. Sobre el último punto se remitió a las oraciones del hasta ahora arzobispo Cotugno. 
“Sus reflexiones eran preciosas”, pero luego “uno se preguntaba: ‘¿y ahora qué?’”. La charla cerró con una comparación: “Daniel es muy sencillo, como sería Jesús”.

Los 54 años de edad del nuevo arzobispo es uno de los aspectos que varios consideraron. Al consultar a algunos creyentes jóvenes que ayer se acercaron a la Matriz, explicaron que la “llegada” de Sturla está en su “sencillez al hablar”. Un grupo de veinteañeros afirmó que el cambio en la Iglesia ayudará a que la institución crezca porque se acercará gente más joven. Uno de ellos consideró como variable importante el origen del sacerdote. Sostuvo que el hecho de que sea uruguayo genera más “identificación” que con Cotugno. Sus palabras terminaron con el comentario de la joven que estaba a su lado, que preguntó: “¿Cotugno no es uruguayo?”.

Salón de la fama

El periodista Sergio Gorzy fue uno de los tantos asistentes que llegaron ayer a la Catedral Metropolitana. Al verlo, una señora le avisó a su esposo de su presencia y repasó rápidamente las otras personalidades que había divisado en la ceremonia. “También están [Pedro] Bordaberry y Mónica Xavier”, candidato a la presidencia por el Partido Colorado y presidenta del Frente Amplio, respectivamente. Éstos estaban sentados en las primeras filas de los bancos de madera de la iglesia. También concurrieron, entre otros, el senador nacionalista Luis Alberto Lacalle y su esposa, Julia Pou; el diputado por el Partido Nacional Jaime Trobo; la intendenta de Montevideo, Ana Olivera, y su madre; el presidente del Partido Independiente, Pablo Mieres; el ex embajador de Uruguay en el Vaticano Mario Cayota; el dirigente del Partido Demócrata Cristiano Héctor Lescano; y el subsecretario de Turismo y Deporte, Antonio Carámbula.

En determinado momento, antes de que empezara la ceremonia, se escucharon fuertes aplausos que comenzaban en la puerta de la iglesia y se iban amplificando hacia el fondo. Si bien muchos pensaban que se trataba de Sturla, el que estaba ingresando era el presidente de la República, José Mujica. “Yo aplaudía porque pensé que era Sturla. Se ligó unos aplausos el Pepe”, exclamó una señora cuando comprendió la situación. Minutos más tarde se vivió algo parecido, pero los aplausos sonaban más fuerte. Tampoco era el arzobispo el que llegaba, era el vicepresidente Danilo Astori. Por fin ingresó Sturla y los aplausos fueron mucho más intensos. Avanzó lentamente bendiciendo -con agua bendita- a los asistentes.

Una vez que terminó su recorrido hacia el altar y la emoción disminuyó, varias personas optaron por salir a ver la ceremonia en las pantallas instaladas fuera de la iglesia, porque adentro el calor era excesivo. Mientras que algunos pedían permiso para salir, una joven exclamó con arrogancia: “¡Los tocó con un poco de agua bendita y ya se van!”.

Durante la ceremonia de asunción Cotugno dijo en relación a Sturla: “El nuevo arzobispo es como el padre de ustedes, que ama a sus hijos sin distinción y que está dispuesto a privilegiar a los más jóvenes y a los más necesitados”. Por su parte, el arzobispo centró su discurso en la amistad. Sostuvo que “la amistad con Dios es una fuente de la que surge agua fresca de la amistad humana”, y describió a la Iglesia como “la mesa donde los amigos se encuentran; Dios y el hombre y los hombres entre sí”. Y remarcó que tienen que salir a invitar a “muchos hermanos nuestros que necesitan de esa mesa” porque están “hambrientos del pan sabroso que aquí se comparte, pero no dan con la puerta”. Por último, agradeció a cristianos, creyentes de otras religiones, no creyentes y a las autoridades de todos los partidos políticos por su presencia.

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