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Ana Agostino. / Foto: Sandro Pereyra

Desatar nudos

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El 2 de junio asumirá como nueva defensora del Vecino de Montevideo la asistente social Ana Agostino.

Está casada y es madre de una adolescente de 16 años. Hasta ahora se desempeña como presidenta de Gurises Unidos, asociación civil que impulsó su candidatura al cargo de defensora. Entre idas y vueltas vivió muchos años fuera de Uruguay, aunque siempre mantuvo los vínculos y estuvo informada de lo que pasaba en su país natal. Sudáfrica, Estados Unidos y Alemania son algunos de los lugares donde estuvo y se continuó formando. Una de sus principales expectativas es lograr que la Defensoría del Vecino se consolide como una institución a la que los montevideanos recurran “naturalmente”.

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-De todos los trabajos que tuvo y los estudios que ha cursado, ¿cuál considera que es el que más encaja con la tarea en la Defensoría del Vecino?

-Creo que el de asistente social, que es el primer título y el que me ha motivado más. Pero también el tema en el que me he especializado, que es la mirada crítica del desarrollo. Me parece que tiene que ver con concebir formas de vivir en sociedad, de convivencia, de cuidado. Para mí, ése es un eje muy importante en la Defensoría.

-¿Cuál es la tarea específica del defensor o defensora del Vecino?

-La figura del defensor del Vecino claramente es la protección de los derechos humanos, en este caso de los ciudadanos, y por tanto, de alguna manera, mediar entre la ciudadanía y las autoridades responsables del cumplimiento de los programas o servicios que tienen que ver con sus derechos. En primer lugar, hay que lograr que la población se apropie de esta herramienta, en el sentido de que sepa cuándo recurrir a ella. Yo creo que se ha ido conociendo cada vez más la Defensoría, pero todavía falta que la conozca mucha población de Montevideo, para que pueda recurrir cuando hay situaciones que tienen que ver con incumplimientos o que no se lleven adelante, de la manera en que la población espera, determinados servicios.

-¿La tarea no está tan abocada a una defensa entre vecinos?

-En principio, no. Eso no está previsto en el decreto de creación. En esta gestión que termina de Fernando Rodríguez [actual defensor del Vecino], comenzaron con lo que llaman la capacitación de la mediación. Puede ser un área en la que se trabaje, pero no es eso lo que llevó a la creación del defensor.

-Fue propuesta para la Defensoría por la Asociación Nacional de Organizaciones No Gubernamentales Orientadas al Desarrollo (Anong). ¿Se hizo a iniciativa suya?

-No. Para mí fue una sorpresa enorme. Yo soy la presidenta -hasta ahora, porque voy a renunciar- de Gurises Unidos, y la propuesta partió de ahí.

-¿Por qué aceptó?

-Porque vengo de Servicio Social, y porque realmente el argumento fue: “Yo me quejo de situaciones que vivo en la ciudad, y ahora voy a tener la oportunidad no sólo de ocuparme de los temas que me interesan a mí sino de los que le preocupan al conjunto de la población de Montevideo”. Y si decía que “no” me parecía que después no me iba a poder quejar más, porque había tenido la oportunidad de hacer un aporte significativo y no lo habría asumido.

-¿De qué se queja como ciudadana?

-No voy a ser nada original, pero el tema de la basura es uno que me preocupa, no sólo por los contenedores o porque se atrasa la recolección. Me preocupa porque creo que la ciudadanía de Montevideo, en muchos sentidos, no cuida la ciudad. Eso también dificulta mantenerla limpia, más allá de que hay una responsabilidad institucional clara. Yo soy usuaria del transporte público y no puedo creer que las paradas estén sucias. Viví muchos años fuera del país y en lugares totalmente diversos, donde la población no ensucia de la manera que se ensucia en Montevideo. Incluso en el interior la población ensucia menos. Un gran desafío entonces es que la población cuide la ciudad de Montevideo. El tema de los perros también está asociado a la limpieza. Esto tiene que ver con dos cosas: con cómo se relaciona la población con la ciudad, porque cuando sacás a pasear al perro ves también el vínculo con la ciudad, y con la aplicación de ciertas normativas que se fueron aprobando y que no se logra implementar. Después, como usuaria del transporte, me parece que la radio a todo volumen en los ómnibus es un tema que debería regularse. Hay regulación, pero no termina de aplicarse.

-En la recta final de la elección para el cargo, competía con dos candidatos propuestos a iniciativa del Partido Nacional (PN). ¿Usted era la opción más de izquierda?

-Los términos izquierda y derecha para mí significan algo que tiene que ver con la definición de cómo se planta uno ante procesos sociales de transformación. Si uno lo asocia a eso, en mi historia yo vengo de la izquierda. Fui militante estudiantil, he trabajado siempre con sectores de izquierda.

-Usted fue votada por todos los ediles del Frente Amplio (FA) y uno del PN. ¿El apoyo del FA influye en alguna medida en su futura gestión?

-Me parece que no. En todo caso, si influye es en forma de mayor exigencia, en el sentido de que quede absolutamente claro que yo fui votada pero no importa quién me votó, mi responsabilidad es con la ciudadanía de Montevideo. Voy a plantear los temas que surjan del conjunto de la ciudadanía y a trabajar en función de eso. No me parece que haber sido votada por el FA en su mayoría me lleve a tener cierta relación privilegiada, en absoluto. De hecho, a lo largo de todo el proceso nunca tuve relación con el FA. Me propuso la sociedad civil y me iba enterando de lo que pasaba con las votaciones por la prensa.

-Tomando como referencia la gestión del defensor del Vecino saliente, ¿qué líneas quiere continuar trabajando?

-Lo que quiero es partir de la identificación que surge de los informes elaborados hasta ahora sobre cuáles son los temas que más preocupan a la gente en Montevideo. De los informes sale claramente que hay tres grandes temas que se vienen manteniendo y que son arbolado, tributos y contaminación acústica. Hay otros que están cerca, como por ejemplo transporte, que presenta la dificultad de que hubo menos respuesta a las recomendaciones. Los otros tres temas han estado intercambiados, pero siempre en los primeros tres lugares. Quiere decir que ahí hay un nudo. Es decir, más allá de que pudo haber habido respuestas, si todos los años sigue apareciendo la queja, quiere decir que ahí hay un problema. Eso tengo que profundizarlo más en detalle para trabajar con los directores y directoras responsables de esas áreas, para ver cómo se puede avanzar para que dejen de ser los temas prioritarios, porque la gente ya no tiene necesidad de ir a la Defensoría a plantear que ahí hay dificultades.

-¿Y qué piensa no tener tan en cuenta?

-Fernando [Rodríguez] hizo trabajos particulares, por ejemplo, con la infancia. Yo creo que ésa no va a ser una prioridad, porque considero que en eso ya hay organismos trabajando. Creo que voy a priorizar más lo que tiene que ver con los reclamos de la población y las temáticas que están vinculadas a esos reclamos. O sea, dentro del área de promoción de los derechos humanos hay subáreas: respecto de género e infancia, creo, en principio, que hay que priorizar las alianzas con quienes están trabajando en eso. Por ejemplo, en el caso de género, lo están haciendo la Secretaría de la Mujer de la IM y el Instituto de la Mujer del Ministerio de Desarrollo Social. Esto lo digo mirando de afuera, pero tengo que entrar más y reunirme con el equipo. Quiero consolidar el equipo. Ahora hay un equipo pero muy disminuido, porque había pases en comisión y quedaron pocos, entonces hay que hacer un armado del equipo, lo que va a ser una de mis prioridades.

-¿Qué expectativa tiene de lo que será su gestión?

-Tengo la expectativa de lograr en estos cinco años no renovables una incorporación de la población de la Defensoría como una institución a la que uno recurre naturalmente. Voy a tratar de que sea cada vez más conocida, que la gente sienta que es de fácil acceso y que tiene posibilidades de responderle, más allá de si la recomendación que se le hace al organismo correspondiente se incorpora o no; eso está fuera de las capacidades de la Defensoría. En estos siete años ha habido unos 12.000 reclamos en total.

-¿Considera que son pocos?

-Depende de la capacidad de trabajo, pero en principio, si uno piensa que es una ciudad con más de un millón de habitantes, a lo largo de siete años quizá más población podría haber hecho uso de la Defensoría.

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