-En su propuesta hay un énfasis en la necesidad de reforzar la interacción entre la Udelar y el medio social. ¿A qué se refiere concretamente?
- El marco está en el artículo 2 de la Ley Orgánica (LO), que establece que la Udelar tiene como finalidad la educación superior, y que para eso tiene que investigar, involucrarse con el medio, preocuparse por el interés general y por la democracia representativa. La vinculación de la Udelar no puede ser exclusivamente con el gobierno, ministerios, Presidencia y entes autónomos, tiene que ser más amplio. En el rectorado de (Rafael) Guarga se creó una Comisión Social Consultiva, que ahora estamos replanteando como un espacio institucional para tener más claro cuáles son las necesidades existentes. No estoy diciendo que hoy la Udelar está aislada, sino que es necesario profundizar esos vínculos más formales. Lo mismo en cuanto a la actividad de enseñanza, que es social, algo que muchas veces se olvida. Nuestro principal vínculo con el medio es la obligación institucional de formar a los profesionales del país. Digo esto porque no hay que creer que si no se hacen cosas especiales no se tiene vínculo con el medio.
- Usted ha sido crítico con algunas políticas de extensión universitaria
- La extensión es una cosa muy variada, que no conviene mirar desde una visión unipolar. Una cosa es la formación que se le da a un psicólogo, a un médico o a una enfermera, aunque sean terrenos cercanos, y ni que hablar cuando te alejás más, por ejemplo en caso de un químico, un agrónomo o un ingeniero. Decir que la extensión tiene un único formato es ignorar la diversidad de nuestra institución, que es una parte fundamental de su riqueza. Hay que entenderla en su complejidad. Por ejemplo, los investigadores de Facultad de Ingeniería que se preocupan por la energía de la basura, están haciendo un trabajo íntimamente relacionado con un problema fundamental del país, y en ese sentido es una tarea extensionista. De la misma manera cuando investigamos la producción de vegetales: es también un trabajo extensionista porque implica la alimentación de la población.
Hay una visión muy restringida, de que si uno no se preocupa por los sectores más pobres del país no hace extensión. En materia de salud, por ejemplo, no puede ser trabajo extensionista solamente trabajar en los barrios pobres, y menos en un contexto del país en el que los sectores medios están creciendo. Los problemas de salud de la clase media necesariamente tienen que ser un tema para la Facultad de Medicina, y deberían considerarse una actividad extensionista. Para ser claro: reivindico la amplitud del término de Extensión. El problema es que algunas palabras se han transformado en eslóganes y una cosa es negar el eslogan y otra cosa es negar el concepto. Yo al concepto no lo niego, al eslogan sí.
- Ha mencionado al PIT-CNT como un aliado estratégico para la Udelar. ¿Qué otros visualiza?
- Al PIT-CNT lo colocamos en primer lugar porque abarca todas las ramas de actividad, pero también pensamos en FUCVAM y el resto del movimiento cooperativo. También los movimientos empresariales, incluyendo los más modernos, como la gente que trabaja en la industria del software, por poner algún ejemplo.
- Hablaba recién, de manera crítica, sobre la tendencia de la Udelar a vincularse excesivamente con entidades gubernamentales. ¿Cómo se ha dado ese proceso con el Frente Amplio (FA) en el gobierno?
- La presencia de sectores políticamente cercanos a una mayoría de la dirección universitaria ha facilitado muchas cosas. A nivel presupuestal es notorio. En contrapartida, esa cercanía ha provocado que la independencia -prefiero usar esa palabra en lugar de autonomía, porque abarca también otros planos- de la institución no esté permanentemente garantizada. Un ejemplo, cuando la Udelar discutió el proyecto para crear un Instituto Universitario de la Educación, la crítica de la Udelar no se documentó con la claridad suficiente. Se hizo más hincapié en las coincidencias que en las diferencias, y creo que eso fue porque era un proyecto enviado por el Poder Ejecutivo.
- La expansión de la Universidad en el interior del país ha sido exitosa en estos años, sin embargo usted advierte por algunas desviaciones. ¿A qué se refiere?
- Lo que se hizo en el interior ha sido una de las grandes obras de este período, y seguramente va a ser recordado por eso, como pasó con el período Cassinoni y la Ley Orgánica o la estación experimental de Agronomía. En esto las palabras importan mucho y quiero ser claro: el crecimiento del trabajo universitario nacional en el interior del país ha sido muy positivo y lo apoyo plenamente. Simultáneamente, se cometieron errores que hay que discutir. El país resolvió crear una nueva Universidad Tecnológica [Utec] que nos podrá gustar o no, pero que no podemos ignorar y que necesita ser dotada de presupuesto. La Udelar tiene que comprometerse con ese proyecto, como responsable de la educación superior en todos los rubros. Hace unos días tuve una charla con los directores de la Utec y nos pusimos de acuerdo en muchas cosas, el vínculo es posible y necesario, y hay una gran empatía para hacerlo de una manera más cercana a la que venimos teniendo hasta ahora.
- En una carta firmada por académicos que respaldan su candidatura, sostienen que la Udelar mantiene la mayoría del cuerpo docente con baja dedicación. ¿Cómo se modifica?
- Medidas sencillas no hay. Hay sectores en los que la baja dedicación es la política y es lo que piden los docentes, por ejemplo en Facultad de Derecho, donde la docencia es más una cuestión de prestigio que de dinero. En otros casos, tenemos problemas reglamentarios, a pesar de que la situación en estos ocho años ha mejorado. El número de Dedicación Total (DT) ha crecido en este período, porque parte de la mejora presupuestal se dedicó a eso. Los full time pasaron de 350 a 950 aproximadamente, y creo que es factible duplicar esa cifra en un período de cuatro o cinco años. Por suerte la DT está asociada al trabajo integral, pero haciendo particular hincapié en la investigación. Pero tampoco es que uno chifla y aparecen buenos investigadores. Por eso, que haya una inversión importante de la Udelar en sectores que tengan un menor desarrollo relativo puede ser importante. En el caso de los matemáticos es todo lo contrario, pero en las ramas clínicas de Medicina hay muy poco DT, o en Psicología, donde ese número viene creciendo pero lentamente.
- El cogobierno universitario recibe cuestionamientos de muchos actores políticos. ¿Cuáles de esas críticas le parecen más atendibles?
- El cogobierno que caracteriza a la Universidad Latinoamericana viene de un activismo muy fuerte, vinculado al trabajo colectivo, honorario y militante. Cuando eso se formaliza aquí en Uruguay, con la LO de 1958, hay un componente estudiantil y obrero muy importante. Eso evidentemente ha cambiado, y esos cambios siguen sin reflejarse en las instituciones, lamentablemente. El Derecho Romano no se hizo para Estados Unidos, se hizo para Roma. La LO se hizo para una época. ¿Por qué son importantes la ley de marihuana o el matrimonio igualitario? Porque aportan una mirada fresca al país, mientras que en la Udelar todavía nos rige una ley de casi 60 años. Ojo, mientras esté hay que respetarla pero el contexto socio-político es otro. No tengo críticas explícitas a la LO, pero sí estamos obligados a discutirlo como colectivo universitario.
- Sin embargo, en la discusión por la reforma de la LO muchos actores universitarios optaron por frenar el proceso por los cambios que podían darse en el Parlamento. ¿No es contradictorio?
- El temor a que el Parlamento pueda cambiar demasiadas cosas, en particular la concepción social de la LO, es real, eso existe. Respecto a qué hubiera pasado concretamente con en este Parlamento, no me animo a pronunciarme, pero sí digo que hay que reabrir la discusión de la LO, después de que se presente el próximo presupuesto, en julio de 2015.
- Para muchos, su candidatura está asociada al rol del desafiante. ¿Lo vive así?
- Yo soy Roberto Markarian, soy miembro de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay, ahí están mis libros (señala la biblioteca) y soy un investigador preocupado por los problemas del país. Quien piense que tengo una estructura de pensamiento conservador está definiendo la antítesis de mi personalidad. Provengo de una familia de inmigrantes pobres, casi analfabetos. Vengo de la Unión, hice toda mi educación en el sistema público, salí de la nada y acá estoy. Por lo tanto, pensar que no tengo vocación social o extensionista, o interés por los sectores más desprotegidos, es como no pensar ni siquiera en mi familia. Me formé como militante trabajando en la empresa Sadil de Veracierto, y de ahí viene mi formación política. Y desafiante no soy, colaboré con el rector Arocena, somos amigos y nos formamos juntos en la Facultad de Ingeniería. El documento que presenté se llama "En búsqueda de un nuevo equilibrio", y eso es lo que opino. El equilibrio debe cambiar periódicamente, y es importante resolver entre todos los errores que se pudieron haber cometido. Pero el rol de ser oposición, no lo asumo. Sí quiero cambiar cosas y no acepto que por hacer críticas en aspectos puntuales uno se convierta automáticamente en un enemigo. Así no se construye nada. Para empezar no soy enemigo de nadie en el ambiente universitario, y no se puede pensar que la Universidad va a cambiar radicalmente en ningún rectorado futuro. Digo que hay algunas cosas que hay que cambiar y me siento con ganas de hacerlo.
- En muchas ocasiones, es difícil, o más bien imposible, analizar la interna universitaria desde una lógica partidaria, o más concretamente a partir de las correlaciones de fuerza en la interna del FA
- Es una tarea imposible. No hay un traslado lineal de cómo funcionan los grupos políticos del FA a la interna universitaria. No me quiero poner demasiado heterodoxo, pero digo: por suerte no pasa, porque de eso también se trata la independencia. Por ejemplo, cuando discutimos la DT, lo central es si tal o cual persona se lo merece, no de qué partido es o qué candidato a rector apoyó. Mi maestro José Luis Massera se negaba a tomarle examen a los que él sabía que eran comunistas. ¿Eso qué significa? Que no quería que le influyera la camiseta, y creo que ese es el camino. Y sí, porque le guste o no le guste a mucha gente, la institución tiene una responsabilidad inmensa, que es formar al personal superior del país. Eso es lo que hacemos. Cuando le apruebo un examen a un estudiante de Cálculo I en Ingeniería, él está haciendo doce créditos de una carrera que tiene 90 créditos, que a la larga lo va a habilitar para hacer puentes y computadoras, entonces no puedo deslindar esa enorme responsabilidad, y para eso hay que tener independencia. Eso no quiere decir que no sea bueno que cada uno tenga su camiseta, eso también lo defiendo, pero en la institución se trata de otra cosa.
- Tanto usted como Rico, los dos que están en competencia para el Rectorado, son de extracción comunista o comparten esa sensibilidad. ¿Tiene una explicación histórica?
- El Partido Comunista fue un gran hacedor de gente crítica, inteligente, estudiosa. Ése fue un mérito que tuvo y por eso ha tenido gente muy valiosa y destacada en diversos planos, entre ellos el universitario. De hecho, si uno mira el personal influyente en la política nacional, muchos de ellos no están ni cerca de militar en el PC pero vienen de ese tronco común. La impronta que le dieron Rodney Arismendi y Massera al PC en los años sesenta y los documentos que elaboraron sobre la Universidad muestran que había un pensamiento original sobre estos problemas, y no tengo dudas que eso puede estar influyendo sobre nosotros.