El asentamiento Lavalleja, ubicado en Aparicio Saravia entre el arroyo Miguelete e Ignacio Pedralbes, en el barrio Lavalleja de Montevideo, está por ser realojado desde finales de 2012. Si bien en una reunión realizada hace un mes finalmente 80% de los vecinos aprobó un proyecto que implicaría que el asentamiento se transforme en barrio y sea trasladado unos metros (este tipo de proyectos necesitan al menos 70% de acuerdo), el proceso no fue sencillo. Después de varios estudios contratados por el Programa de Integración de Asentamientos Irregulares (PIAI) que mostraron que la zona era propicia para un realojo, la situación cambió de rumbo en una asamblea barrial del 18 de diciembre de 2012, cuando las autoridades informaban de los detalles del proceso de realojo y una vecina dijo que sus hijos tenían problemas de plomo en sangre.
Esa declaración desorientó a los técnicos y las autoridades, porque en ningún momento del proceso de diagnóstico se habían encontrado con la presencia de plomo. Dicho diagnóstico recopiló información que se encuentra en distintos organismos, como la Intendencia de Montevideo (IM), los municipios, otros datos que ya tiene el PIAI, datos de censos y fotos satelitales de Google, entre otros. Después de esa situación, un vecino comentó que sabía que varios años atrás en esa zona se enterraron baterías de auto, y varias familias concurrieron a realizarse análisis de sangre al Hospital Filtro, al Pereira Rossell y a policlínicas cercanas que contaban con el reactivo necesario para realizar ese tipo de exámenes. En ese entonces, varias familias se quejaron del atraso de los resultados de las muestras, y según dijo a la diaria Gabriela, vecina del lugar, incluso hubo quienes tras malentendidos sobre la entrega de dichos resultados nunca fueron a retirarlos.
Esta nueva situación hizo que la intervención en la zona tuviera que revisarse, y según dijo en su momento el director del PIAI, Fernando Cabezudo, la firma consultora que se encargaría de elaborar con los vecinos el proyecto tomó diez muestras de suelo en las que se constató la presencia de plomo. Eso llevó a que el tipo de contrato con la firma comenzara a cambiar, y el PIAI tuvo que contratar a otra firma especialista en temas ambientales, que realizó un análisis sobre 100 muestras, que recién se pudo concluir en mayo de 2013 y confirmó el diagnóstico. Pero también mostró datos más precisos que indicaban la distribución de la sustancia dentro del asentamiento, que estaba únicamente en algunos lotes. Se comprobó que su causa fue tanto el enterramiento de baterías como la presencia de restos de la clasificación de residuos que realizan algunas familias del barrio. Este nuevo diagnóstico hizo posible que se continuara con el proceso de realojo con la misma firma, pero se tuvieron que implementar acciones de mitigación del plomo en el lugar.
El barrio
De acuerdo a un relevamiento censal realizado en el lugar en mayo de 2013, en el asentamiento Lavalleja viven 224 personas en 67 viviendas, y 45% de la población tiene entre cero y 17 años, mientras que únicamente 7% tiene 55 o más años. Además, el estudio arrojó que en el lugar “no se perciben claros signos de identidad colectiva”, situación que se vincula a “la escasa trayectoria de participación y organización que presentan los vecinos de esta zona”. Pese a que “los procesos de integración a redes sociales de la zona son débiles”, el estudio muestra que la ausencia de demandas de servicios es “significativa”.
La urgencia y el fondo
Según explicó Cabezudo, las medidas de mitigación fueron la colocación de baños provisorios realizada por el Plan Juntos para que no corrieran aguas servidas, la impermeabilización del suelo de las viviendas en donde se encontró plomo en tierra para que de esa forma no hubiera contacto con el terreno natural, y la colocación de tendidos de agua potable, en conjunto con la OSE, para garantizar su acceso, con el que no todas las casas contaban. Sin embargo, la vecina se quejó de que, a partir de que impermeabilizaron el piso de su vivienda, su casa se inunda cada vez que llueve y “tiene que salir con el pico” para intentar evitarlo. Dijo estar “cansada” de reclamar soluciones sin éxito. Para la vecina, lo que hicieron fue “poner un poco de pórtland” y el mensaje es: “Manejate hasta que se haga la obra definitiva”.
Consultado al respecto, Cabezudo señaló que las medidas que se están tomando “son para mitigar el plomo y no atienden problemas de fondo de infraestructura”, por lo que estimó que “si la vivienda se inunda también se debería inundar antes”. Si bien dijo que en su casa no tuvieron que construir el baño transitorio porque su vivienda ya tenía baño, la vecina calificó como “horribles” a este tipo de soluciones construidas en las demás casas. Además, dijo que aunque sus vecinos se quejan de la situación “nadie hace nada” y que el momento en que la asamblea les propuso el realojo no era el propicio para plantear objeciones. Según explicó, su casa es una de las pocas en las que la presencia de plomo en suelo es total, debido a que en otras viviendas la impermeabilización del suelo fue parcial, porque el plomo no estaba presente en todo el predio.
La salud
Consultada acerca de la situación sanitaria de los vecinos del barrio, indicó que hasta hace poco un niño llegó a tener 33 microgramos de plomo por decilitro de sangre, ubicándose casi en el segundo rango más grave de la presencia de esa sustancia en el organismo. Según dijo, ante este caso ella se movió para tramitar una canasta de alimentos para el niño, pero no tuvo respuesta. A nivel general, dijo que percibe que los casos de plomo han bajado, pese a que hay gente que sigue en tratamiento, mientras que en su caso personal dice no haberse hecho estudios porque, cuando hace unos meses fueron al barrio a tomar muestras de sangre, prefirió que se las tomaran a sus cinco hijos y a su nieta, porque no había exámenes para todos. De todas formas, la vecina dijo haber perdido dos embarazos últimamente, lo que atribuye a la presencia de esa sustancia en su organismo, porque uno de sus efectos es el traspaso al feto durante el embarazo.
Acerca de esta situación, Cabezudo explicó que la intervención del PIAI a nivel de salud no es directa, pero aseguró que en el último año se han tomado muestras de sangre periódicamente en el lugar, y coincidió en que últimamente los niveles de plomo están bajando entre los vecinos. El jerarca explicó que para comenzar con las obras de realojo primero resta culminar el proyecto ejecutivo, que llevaría unos meses y depende de los avales de OSE, UTE y la IM, por lo que el tiempo de aprobación no depende directamente del PIAI. Una vez aprobado puede realizarse la licitación, que si no es impugnada por ninguna empresa lleva unos seis meses más, por lo que si no hay contratiempos las obras estarían comenzando sobre finales de año.