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Alejandra Capocasale en el Seminario de Convivencia en la Educación, ayer, en el Instituto de Perfeccionamiento y Estudios Superiores. Foto: Santiago Mazzarovich

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Docentes de ANEP reflexionan sobre la convivencia y el reconocimiento del conflicto como parte del vínculo humano.

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Como explicó ayer en un seminario sobre el tema la docente y socióloga Alejandra Capocasale, existen diferentes enfoques a la hora de abordar la convivencia en centros educativos. La docente consideró que el más apropiado es aquel que incluye al conflicto como parte de la convivencia y viceversa. Capocasale es directora del Instituto de Perfeccionamiento y Estudios Superiores de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y expuso ayer en un seminario que organiza el programa Convivencia Saludable del Consejo Directivo Central (Codicen) del organismo.

La docente dijo que el encuentro “sustantivo” para la convivencia es aquel que se da cara a cara, porque también tiene en cuenta la gestualidad. Intervienen elementos subjetivos como la interpretación del otro, y también objetivos, porque son necesarios “criterios comunes” de lo que son las buenas costumbres, un saludo respetuoso o un rechazo. Para Capocasale “vivir con el otro” es una instancia “siempre llena de carencias” en la que primero hay que admitir la “limitación de la condición humana” y aceptar “que nunca vamos a tener la totalidad del conocimiento del otro”.

Capocasale sostuvo que en el encuentro con otros siempre intervienen distintos deseos o intensidades del mismo deseo, y también entran en juego varias relaciones de poder. Según la docente, es a partir de esos dos elementos que una persona comienza a realizar argumentaciones racionales sobre las decisiones que toma. En este sentido, marcó la necesidad de educar para la convivencia, porque “si no hay reglas es imposible”, ya que “no existe convivencia espontánea y automática”. En relación al conflicto, sostuvo que “no rompe lo que logra la convivencia” sino que es parte de ella, y planteó que es necesario para el cambio social. Capocasale señaló que desde esa perspectiva se puede dialogar y llegar a acuerdos sin necesidad de que las partes cambien su forma de ver el mundo.

Se transforma

La docente dijo que nada de lo que pasa en un centro educativo es nuevo y que “la convivencia-conflicto” forma parte de las instituciones de ese tipo, porque para que haya educación se requiere “estar junto al otro”. Consideró que las instituciones educativas no están en crisis, sino que se están transformando, lo que implica “romper modelos”.

El docente del Departamento de Educación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Antonio Romano expuso sobre la evolución histórica que ha tenido la forma de vincularse en las instituciones educativas. Reclamó formas de construcción de autoridad “más democráticas” y sostuvo que existe una representación idealizada de lo que ocurría dentro de los centros educativos al comienzo de la década del 60, momento en el que en un contexto de creciente conflictividad social se veía al liceo como “un espacio de protección”. Según Romano, esa situación cambió después de 1968, cuando las autoridades de secundaria pasaron a estar en alianza con el gobierno de la época.

El docente explicó que en la dictadura se trató de “impedir cualquier tipo de conflicto” dentro de los centros educativos, postura que consideró “profundamente autoritaria”. En los años 90 hubo una reconstrucción del sistema pero bajo las mismas bases generadas por la dictadura, y se constituyó el afuera del centro educativo como peligroso, con los jóvenes pobres como sujetos peligrosos, rol que en la dictadura ocupaban “los subversivos”. De acuerdo con el docente, para que los niños estuvieran el menor tiempo posible “en la calle” es que en esos años surgieron las escuelas de tiempo completo. Romano señaló que en los últimos años la convivencia aparece como respuesta para construir formas democráticas de autoridad y “volver a pensar educativamente el conflicto”.

Para adelante

El programa de Convivencia Saludable de la ANEP comenzó en 2012 y tiene previsto su funcionamiento hasta este año; todavía no tiene definida su continuidad. En diálogo con la diaria, la referente académica del programa, Nilia Viscardi, señaló que sería bueno que se continúe profundizando lo hecho hasta ahora y dijo que sería deseable contar con “mayor diálogo con la formación docente, para poder rever la idea de que hay un formato pedagógico que puede ser una única respuesta”. Además, sostuvo que se debe seguir insistiendo principalmente “en aquellas comunidades más vulnerables para que el espacio educativo siga siendo una experiencia de derechos y de vínculo con el saber”.

Viscardi marcó que los mayores aportes del programa fueron la realización de investigaciones sobre convivencia y la organización de instancias de intercambio entre docentes, que permitieron instalar la idea de “cultura política” en lugar de conceptos como “patología, seguridad o medicalización”. A nivel del trabajo realizado en los centros de estudio, Viscardi destacó la búsqueda de formas de participación distintas a las tradicionales, apelando principalmente a proyectos que tienen que ver con “distintas formas de lo artístico y del manejo del cuerpo, del juego y lo lúdico”, que son más acordes a las sensibilidades de las actuales culturas juveniles.

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