En momentos en los que el gobierno se encuentra en la etapa final del armado del presupuesto quinquenal, la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU) está organizando una serie de encuentros con algunos ministerios con los que trabaja en conjunto, para ubicarse “en el contexto socioproductivo nacional”. Ayer fue el turno del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), y durante casi tres horas, jerarcas, técnicos y otros funcionarios de ambas instituciones expusieron avances y desafíos del trabajo interinstitucional para lograr un mayor desarrollo del agro en el país.
La directora general de la UTU, Nilsa Pérez, dijo que la de ayer fue una “instancia de encuentro” entre varios de los actores que trabajan en el agro. Además, sostuvo que “en educación agraria ya está todo inventado”, y recordó que en el año en el que se cumple un siglo desde que fue autoridad de la UTU, Pedro Figari planteó ideas y conceptos que siguen estando vigentes, aunque recordó que la educación agraria en Uruguay se consolidó en la segunda década del siglo XX.
Pérez sostuvo que, precisamente por estar en un momento de elaboración presupuestal, es una oportunidad clave para pensar actividades conjuntas entre los organismos, algo con lo que estuvo de acuerdo el subsecretario del MGAP, Enzo Benech. Según opinó la jerarca, “falta caminar juntos de verdad”, en referencia a que debería existir un mayor vínculo entre políticas educativas y productivas.
A las manos
Benech sostuvo que desde esa cartera “no quieren más diagnóstico” y tienen el desafío de ejecutar acciones concretas. Pese a que reconoció que “el trabajo interinstitucional cuesta muchísimo”, aseguró que con la UTU el ministerio “tiene el compromiso” de hacerlo. Además, señaló que el peso de la actividad agropecuaria en la economía “no es valorado” y “nos damos cuenta de ello cuando tenemos problemas”. Para Benech, al país le ha ido bien en el agro, algo que “ayuda a sortear escenarios desfavorables como el actual”, pero también es necesario que haya mayor capacitación, investigación y desarrollo, según dijo. Benech considera que eso es fundamental para lograr una diferenciación de los productos uruguayos y así poder venderlos a mayor precio que los de los otros países.
Según el subsecretario, el cambio climático es uno de los temas que deben estar presentes en la agenda conjunta con UTU: reflexionó que pasar de la ausencia a la abundancia de lluvias impacta en la producción agropecuaria. Además, sostuvo que es necesario “ayudar a gestionar los recursos” que el país genera en épocas de bonanza, porque “no puede ser” que, luego de años en los que al sector le fue bien, se caiga en crisis. Por ejemplo, lamentó que en Uruguay no haya “cultura del riego”, excepto de forma focalizada en algunos cultivos como el del arroz, que no se puede producir sin riego. Según Benech, Uruguay pasó de ser demandante de tecnologías a ser oferente, pero ahora tiene el desafío de “subir de escalón” en lo que hace.
Estado de situación
El subdirector de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa) del MGAP, Adrián Tambler, realizó una presentación del contexto general del agro en el país y destacó el “dinamismo” que tuvo el sector en los últimos 30 años, pese a “un largo período de estancamiento” a mediados del siglo XX. Según Tambler, desde hace tres décadas el sector “cambió profundamente” en lo que produce, dónde y cómo lo hace, sumado a que se registran más inversiones extranjeras, nuevas empresas, instituciones, y otras formas de organización, como la concentración de negocios. Además, señaló que en los últimos años se generaron políticas y un ambiente de negocios “favorable” para el agro, como el hecho de que la política tributaria dejó de gravar principalmente a la tierra y pasó a gravar la renta.
Fernando Sganga, de la división de Desarrollo Rural del MGAP, habló de varias acciones para mejorar la calidad de vida de los pobladores rurales, como la elaboración de políticas para la inclusión de la producción familiar, capacitaciones sobre riego y la apertura de un fondo para jóvenes rurales. Sganga también habló de articular la acreditación de saberes en el sector agrícola en conjunto con la UTU, y habló del desafío de generar una tecnicatura en producción familiar.
Las funcionarias de la UTU Virginia Verderese, del Programa de Planeamiento Educativo, y Susana Lerena, del Programa de Educación para el Agro, señalaron que entre los sectores de actividad que se planteó la institución se encuentran el cárnico, el frutícola, el ovícola y el de lácteos. Indicaron que la UTU cuenta con 30 escuelas agrarias en todo el país y otros 26 cursos agrarios que se ofrecen en las escuelas técnicas. Las escuelas agrarias cuentan con 14 experiencias de formación profesional básica, otras 14 de ciclo básico tecnológico rural para jóvenes que no viven en el agro, y cinco de ciclo básico en alternancia, es decir, dedicadas a personas que viven en el medio rural. Además, hay tres experiencias del programa Rumbo en versión rural, destinado a personas que no hayan completado la educación media básica. En la educación terciaria en total hay 19 experiencias, en rubros que van desde el sector cárnico al arrocero, varias de ellas compartidas con la Universidad de la República y la Universidad Tecnológica.
Sobre el final, hubo un espacio de intercambio en el que se planteó la necesidad de avanzar en la elaboración de más herramientas para un mayor control del riego, la gestión empresarial, el acceso a proyectos y el vínculo de los jóvenes con la propiedad de la tierra.