Desde que se inauguró en febrero de 2015, la unidad carcelaria Nº 24, de Soriano, cambió su director cuatro veces. El establecimiento, que costó 6.000.000 de dólares, vino a sustituir la vieja cárcel departamental, a la que una fuente que estuvo vinculada a la institución define como “complicada” por el desgaste del edificio y la cantidad de motines que se registraron en ella.
La nueva cárcel, de nivel de seguridad medio, se conoce con el nombre Pense, y está ubicada cerca de la ruta 2. Con capacidad para 200 presos divididos en cuatro sectores (incluido uno para mujeres, con 22 reclusas y dos espacios maternales), cancha de fútbol y espacios para quintas, se creó en el contexto de un cambio de paradigma carcelario que se inició en 2010: el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), un organismo de perfil civil, fue absorbiendo paulatinamente el control de las unidades, que dependían de las jefaturas locales y del Ministerio del Interior (MI), un proceso que culminó en octubre de 2015. Sin embargo, a pesar del cambio, Pense no dejó de ser una cárcel “complicada”.
A fines de diciembre, varios medios de Soriano informaron que su director, el subcomisario Hernán Pérez Cicao, había pedido ser relevado del cargo. Sería el cuarto cambio de la dirección en 2015. El 23 de abril, el subcomisario Sebastián Carbajal fue relevado por el oficial principal Álvaro Ruiz; en noviembre sacaron a Ruiz y quedó a cargo Miguel Herrera, que duró pocos días. Fue entonces que asumió Pérez Cicao, que duró sólo un mes. Según informó el portal de noticias local Agesor, el director del INR, Luis Mendoza, dijo que el primero de los cambios fue una especie de enroque con la cárcel de Colonia, que había quedado acéfala por problemas de salud de su director. Los tres relevamientos que siguieron fueron un poco más controvertidos.
En los tres casos, el MI constató irregularidades varias, algunas vinculadas a fugas de presos, según contó a la diaria una fuente cercana al ámbito carcelario, y se iniciaron investigaciones administrativas que siguen en curso y que pretenden indagar si se trata de corrupción o “desidia”.
Hubo también reclusos que hicieron denuncias de acoso sexual por parte de operadores carcelarios, pero fueron las fugas las que preocuparon especialmente al ministerio: Pense es la única cárcel del país que tiene control perimetral electrónico, es decir, un circuito cerrado de televisión más sensores infrarrojos conectados con un sistema de alertas tempranas. “Fugarse es imposible”, dijo la fuente ministerial; “tiene que haber alguien que no mire los monitores o que los apague. No es un problema de falta de personal”. El hecho detonante fue el escape de tres presos, que quedó registrado en las cámaras pero no tuvo respuesta. Esa noche hubo un debilitamiento de la guardia nocturna, informó Agesor, y las autoridades del INR no creen que haya sido casualidad. “No cobijamos a ningún corrupto”, dijo Mendoza, director del INR, en una de sus visitas a Soriano, según recoge el diario Crónicas.
Pérez Cicao, el último director que fue relevado, duró sólo 50 días. Dijo a los medios locales que se fue porque le estaban “serruchando el piso”, pero el MI publicó al día siguiente un comunicado que desmentía que se tratase de una renuncia. “Fueron decisiones de la dirección del INR, que espera la dilucidación de las investigaciones pendientes para su resolución definitiva”, dice el texto.
El 30 de diciembre asumió como director el teniente Luis Rosas. En su carrera figuran un trabajo intenso en la Unidad de Seguridad Rural, en la seccional 3ª de Soriano, en el grupo GEO de Mercedes y en la Guardia Republicana, en Montevideo. El MI lo distinguió el año pasado con el Premio a la Laboriosidad, y algunos vecinos enviaron en junio una carta a la Junta Departamental de Soriano en la que pedían su reintegro, luego de su traslado a Montevideo. Los medios locales lo perfilan como un combatiente del abigeato. En el acto de asunción, el director del INR le encomendó la tarea de “restablecer el orden”.