Los allegados al ex preso de Guantánamo más polémico, Jihad Diyab, informaron el sábado que el sirio abandonó la huelga de hambre que llevaba ya 68 días y que lo hizo pasar por varios desmayos y dos estados de coma superficial. La causa: el jueves recibió “una propuesta para lograr viajar a otro país”, según un comunicado del grupo Vigilia por Jihad Diyab, que agrega que la oferta surgió “ante el silencio continuado del gobierno, que no ha vuelto a comunicarse desde hace semanas”. Según el grupo, se trata de una “solución intermedia”.
“Saludamos la decisión de Jihad. Si bien no soluciona totalmente su situación familiar, es un gran paso en su lucha, conjuntamente con haber logrado visibilizar la grave problemática de los ex presos de Guantánamo en el mundo”, concluye el comunicado. Distintas fuentes informaron a la diaria que el país desde donde surgió la propuesta se mantiene en reserva para proteger las negociaciones.
El vínculo entre el gobierno y Diyab quedó trunco después del 12 de octubre, cuando Christian Mirza, que oficiaba de intermediario, renunció a su cargo como nexo con el ex recluso -aunque mantiene ese rol con los otros cinco refugiados-. la diaria pudo saber que Alejandra Costa, directora de Derechos Humanos y Derecho Humanitario del Ministerio de Relaciones Exteriores, estuvo en la casa de Diyab, aunque no hubo anuncios oficiales sobre su papel en este asunto. Alejandra de Bittencourt, integrante del círculo cercano a Diyab, dijo a la diaria que el ex recluso está débil y que su salida del país se concretaría recién cuando su estado de salud se estabilice.
El hambre y las ganas de comer
Julia Galzerano, integrante de la Comisión de Derechos Humanos del Sindicato Médico del Uruguay, es una de las médicas que estuvieron asistiendo a Diyab en su huelga de hambre. En diálogo con la diaria, Galzerano dijo que el SMU colaboró en el diseño de una dieta de realimentación. “Estamos en un período de espera, pero si nos precisan y solicitan nuestro apoyo, nosotros estamos”, aseguró. Según dijo, el refugiado se encuentra lúcido; fue él mismo quien pidió el plan de realimentación por medio de su traductor. Reafirmó que la decisión de levantar la huelga fue del sirio, y que su cuerpo “estaba diciendo ‘ya está’”. “Siempre respondemos a la persona, no a su entorno”, agregó.
La dieta es gradual, y comenzaría con la ingesta de agua y líquidos azucarados durante tres o cuatro días. Luego vendrían los caldos, compotas y cremas. Más adelante sería el turno de purés, como el de zapallo, y se seguiría avanzando hasta llegar al último alimento, la carne, que es mucho más “pesado”. “Hay que probar la tolerancia, porque el cuerpo tiene que ir adaptándose. En Uruguay nunca hubo una huelga de hambre tan larga”, dijo Galzerano.