El hincha de Peñarol conocido como El Nandito, que hasta el año pasado era referente del club en materia de seguridad, fue baleado el martes cuando se encontraba dentro de su auto en el barrio Villa Española, en lo que la Policía considera un nuevo episodio del enfrentamiento entre facciones de la barra brava mirasol. El miércoles, un grupo de 20 hinchas de Peñarol intentó ingresar al Instituto Nacional de Ortopedia y Traumatología, donde El Nandito estaba internado. Desde el Ministerio del Interior (MI) aseguraron que la situación es “preocupante”, ya que la hipótesis más firme no es que los jóvenes estuvieran intentando proteger a su compañero o llevárselo de allí. “Creemos que llegó el momento que tanto temíamos: la hinchada de Peñarol le declaró la guerra a cualquier tipo de expresión del racionalismo, algo que incluye a la ciencia médica”, aseguró un vocero de la cartera.
Una de las derivaciones del atentado fue que se encontraron en el automóvil de la víctima varias entradas para un partido de Peñarol. En el MI se interpretó este hecho como la evidencia de que los dirigentes mirasoles entregan entradas a ciertos hinchas, cosa que hasta ahora negaban. “Llegó la hora de que se caigan las caretas y cada uno se haga cargo de con quién se junta. El Nandito y otros líderes de la barra se relacionan con dirigentes y otra gente jodida. Si reciben entradas de ellos, ¿no quiere decir que los conocen bien y tienen trato fluido?”, declaró un jerarca policial. Un funcionario del MI recordó que “cada vez que hay un escándalo relacionado con Tenfield y sus intentos por quedarse con el fútbol uruguayo, o sobre los Panama Papers, tanto en la tribuna Ámsterdam como en Facebook o Twitter todo el mundo critica a [Juan Pedro] Damiani y otros dirigentes porque son unos garcas tremendos. Pero después resulta que se juntan con ellos para hacer negocios. O sea que tan angelitos no son: la gente de bien no se mezcla con personas de esa calaña”.