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Beatriz Ruiz Díaz y Micheline Nicaise, representantes del Espacio Cubierto. Foto: Pablo Vignali

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Vecinos que aspiraban a tener un espacio cultural están “impactados” por celeridad con la que se construyó estadio de Peñarol.

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Vecinos de los barrios cercanos al kilómetro 16 de la ruta 8 buscan, desde hace 25 años, generar un espacio comunitario para una zona que tiene pocos: la escuela, el liceo, la parroquia, una guardería, dos merenderos y dos policlínicas. Siempre apuntaron a la cultura y a la recreación; en 1991 el objetivo era un salón multiuso, con los años pasó a generarse un proyecto en torno a una casa de la cultura, y en 2004 se formalizó una comisión con ese objetivo.

Los vecinos explican que la inquietud inicial, mayormente de padres de estudiantes de las escuelas y liceos de la zona, se convirtió luego en una “urgencia”. La zona del kilómetro 16, o “el dieci” como muchos lo conocen, abarca varios barrios: Villa Don Bosco, Barrio Viejo, Barrio Los Humedales, Manga Chico, Villa Prosperidad y el asentamiento 24 de Junio. Según datos del Censo 2011, allí viven cerca de 8.000 personas, de las cuales 25% son niños de hasta 13 años, y 51,6% tienen hasta 29 años.

¿Por qué hablan de urgencia? Aseguran que la zona está aislada socioterritorialmente, lo que dificulta el acceso al deporte y a la cultura. La plaza de deportes más cercana es la N° 5, en la Unión, y las escuelas públicas de arte, teatros y cines están en el centro de Montevideo. Una academia de artesanías que actualmente funciona en la parroquia Don Bosco, un coro, el núcleo de las orquestas juveniles e infantiles, el colectivo La Pitanga, el centro CAIF, el liceo N° 25, los médicos de dos policlínicas públicas cercanas y vecinos independientes integran la comisión y están detrás del proyecto Espacio de Cultura, Bienestar, Identidad, Educación y Referencia para Todos los Habitantes del Kilómetro 16 y sus Zonas Aledañas, un nombre que se resume en Espacio Cubierto.

“En esta zona, si querés algo a nivel de cultura lo tenés que hacer vos, y las herramientas que nos dan son insuficientes”, opina Micheline Nicaise, una de las integrantes de la Comisión Espacio Cubierto, que forma parte del coro y trabaja con el núcleo de la orquesta. “Los vecinos de la plaza Independencia, ¿cuánto tiempo libre le dedican a barrer la plaza o limpiar las ventanas del teatro Solís, que es un centro cultural municipal? ¿Por qué acá lo tenemos que hacer nosotros?”.

Por etapas

La historia es larga, pero la más reciente puede retomarse a partir de 2009, cuando la Intendencia de Montevideo (IM) habilitó una primera ubicación para el proyecto: sería en el parque Marcos Sastre, sobre el arroyo Manga, y debía incluir espacio para practicar fútbol y otros deportes, además del centro cultural. En 2012 consiguieron financiamiento de la Cámara de la Construcción para las obras, pero el proyecto se demoró y las inundaciones de abril de 2013 hicieron que la comuna descartara la posibilidad de construir allí. El Espacio Cubierto debía buscar otro predio donde instalarse, pero para ese entonces ya contaba con el liceo Nº 25 como aliado, interesado en dejar de alquilar canchas de fútbol 5 para sus clases de gimnasia.

A mediados de 2013 comenzó a delinearse una nueva ubicación, en mesas de diálogo convocadas por la Comisión del Espacio Cubierto y con la participación del programa Esquinas de la Cultura y Espacios Públicos de la IM, el Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y el Ministerio de Desarrollo Social. El Espacio Cubierto estaría ubicado en un predio del MGAP, donde actualmente funciona la Dirección General de Servicios Ganaderos, sobre la ruta 8 y la ruta 102. El terreno es grande, y la Dirección de Laboratorios Veterinarios, la única oficina que funcionaba allí en 2013, manifestó estar de acuerdo con destinar tres hectáreas al proyecto, en la esquina de la ruta 8 y la calle Justo Alonso González.

Las conversaciones llegaron hasta fines de 2013, y las autoridades sugirieron esperar a que pasaran, primero, las elecciones nacionales de 2014 y, a fines de 2014, las elecciones departamentales y municipales de 2015. “Nos pidieron que tuviéramos paciencia”, recuerda la vecina. Mientras, la comisión se encargó de solicitar a la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración un informe sobre los costos del proyecto, y elaboraron un modelo de cogestión.

A fines de 2015 el Codicen aceptó retomar el proyecto, entre otras cosas con la intención de construir allí un jardín de infantes en el marco de un proyecto de participación público-privada (PPP). El acuerdo implicaría que el MGAP cediera las tres hectáreas al Codicen, y allí se construiría el jardín, un gimnasio y la Casa de la Cultura. El proyecto, que según Nicaise está “pensado con una perspectiva de 50 años”, incluye también una cancha de fútbol con pista de atletismo, una piscina de 25 metros solicitada por los médicos de las policlínicas públicas, un anfiteatro para actividades al aire libre y una pista de skate. Como la Cámara de la Construcción ya no estaría involucrada en la financiación -“pasaron años y nos daba vergüenza llamarlos”, comentó Beatriz Ruiz Díaz, otra integrante de la Comisión Espacio Cubierto-, los vecinos decidieron presentar su proyecto al Presupuesto Participativo, para poder aportar los fondos para la construcción de la Casa de la Cultura. Para eso necesitan un documento que exprese este preacuerdo, firmado por los titulares del MGAP y el Codicen, Tabaré Aguerre y Wilson Netto. En eso están actualmente, aunque con tiempos vencidos: si bien el 4 de julio terminaba el plazo de presentación de proyectos, ese documento no llegó, y la comuna dio plazo hasta el 8 de julio, y luego hasta el 29 de julio, para poder presentarlo.

Fuentes del Codicen informaron a la diaria que ya hubo comunicación entre Netto y autoridades del MGAP, pero que esperan una respuesta por escrito para confirmar ambos proyectos: el de PPP para la escuela de educación inicial y el de Espacio Cubierto.

“Tratamos de tener una visión lo más amplia posible y somos conscientes de las necesidades básicas. Por más que no se haga ahora la Casa de la Cultura, si se llega a obtener el predio y se hace el gimnasio ya es un gran, gran logro”, dicen, por su parte, Micheline y Beatriz.

De generaciones

El papel por escrito reafirmaría el proyecto: además de que se podrían presentar al Presupuesto Participativo, los vecinos saben que hay otras iniciativas planificadas en ese predio. Por un lado, según explicó Aguerre en la Comisión de Presupuesto integrada con Hacienda de Diputados, se planifica la construcción de un “polo de la producción animal nacional”, para instalar allí, además de algunas oficinas del MGAP, sedes del Instituto Nacional de Carnes y del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria. Se sumaría a esto el proyecto para la construcción de la Facultad de Veterinaria en el predio de enfrente, por la ruta 102.

Por otra parte, según prevé el proyecto de Rendición de Cuentas actualmente en discusión, ocho hectáreas del predio que dan a la ruta 102 se van a vender en una licitación, a raíz de un pedido de Peñarol para construir un estacionamiento para el estadio Campeón del Siglo. La rapidez con que se instaló el estadio contrasta con la experiencia de los vecinos, que están “impactados”. “Las primeras tratativas de Peñarol fueron en junio de 2013. Nosotros también, en julio de 2013, presentamos la solicitud del predio, y… vemos la diferencia de velocidad en la resolución de los temas. La Casa de la Cultura viene desde hace 25 años y todavía no está resuelta”, lamenta Micheline, que recuerda que todo empezó cuando sus hijos, y los de los demás integrantes de la comisión, eran chicos. “Es duro, porque queremos aportar algo para que el barrio pueda tener una vida. Empezamos esto porque teníamos hijos chicos, que iban a la escuela, luego al liceo; ahora se graduaron, todos están ya fuera de todo esto. Seguramente con todo el trabajo que hicimos, ellos, como generación que nos sigue, no quieran aportar. Y se está perdiendo ese esfuerzo, esa participación ciudadana, porque no nos corresponden; es como que pasamos a ser menos importantes que todo lo otro”.

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