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Liceo 1 de Solymar. Foto: Sandro Pereyra (archivo, marzo de 2016)

Sin lugar para los débiles

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Estudio revela que sólo 6% de quienes tienen un año de rezago en la educación media logra culminar el bachillerato.

El sociólogo Santiago Cardozo presentó ayer un informe que estudia las trayectorias educativas de los jóvenes que en 2009 tenían 15 años y realizaron, en aquel entonces, las pruebas PISA. A cinco años, con 20 y 21 años, sólo 44% pudo terminar el bachillerato, y 15% no avanzó ni un grado más que aquel que cursaba a los 15. Los datos son “perturbadores”, reconoció Mariano Palamidessi, director ejecutivo del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), mientras que Cardozo se centró en una fuerte debilidad del sistema de educación media: que deja un estrecho margen para el error. Aquellos estudiantes que tienen una mínima desviación frente a la trayectoria regular (la del que pasa todos los años de grado) están “casi irreversiblemente” destinados a no culminar los estudios.

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Editar

El estudio, realizado en convenio entre el Ineed y el Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) de la Universidad de la República, consistió en una encuesta retrospectiva entre 2.608 de los 5.957 jóvenes que habían realizado las pruebas PISA en 2009; es un estudio longitudinal. En 2009 los jóvenes tenían 15 años, 60% de ellos estaban en cuarto o quinto año de liceo, y 40% ya tenía algún año de rezago en su escolarización. A esa brecha en el grado de estudio se sumaban diferencias en el desempeño educativo: mientras que 10% tenía un rendimiento destacado, 40% llegaba apenas a niveles suficientes y otro 40% no llegaba al mínimo aceptable.

Las encuestas se realizaron entre abril y diciembre de 2014. Para ese entonces, 43% de los jóvenes habían acumulado tres años o más de estudio respecto de 2009, 42% sólo uno o dos años y 15% no siguió estudiando. Sólo 26% llegó a tener 15 o 16 años de escolarización a los 20 y 21 años, mientras que 19,4% se quedó en nueve. Según Cardozo, esto constituye un “bajo nivel de logros educativos hasta los 20 años, asociados a fuertes brechas educativas”.

Por otra parte, si bien 80% de los jóvenes accedió a bachillerato (en 2009 ya 60% estaba en cuarto o quinto), sólo 44% pudo terminarlo. El estudio se detiene en quienes interrumpieron o detuvieron su trayectoria educativa: 55% dejó sus estudios al menos una vez (empezó el curso y lo abandonó, o no se inscribió cuando empezaba el año lectivo). La mitad de ellos, además, no había vuelto a retomar sus estudios en 2014.

Cardozo puntualizó que 41,5% de los que no completaron el bachillerato llegó a quinto o sexto año, e incluso a algunos les quedan algunas materias para terminar, y consideró que esto “amerita respuestas específicas para quienes no lograron avanzar y ya tenían dos o tres años fuera del sistema educativo a los 20 años”.

De hecho, el estudio señala que sólo 6% de los estudiantes que tenían un año de rezago o más para su edad logró culminar la educación media superior, de ahí que el sociólogo concluya que es “virtualmente imposible culminar la educación media, al menos antes de los 20-21 años, cuando se ha verificado cualquier tipo de retraso, incluso mínimo, en el ritmo de progresión de un grado por año”. Según el informe, casi sin excepciones el estudiante que abandona el curso durante el año no vuelve a inscribirse al año siguiente. El dato esperanzador es que la mitad de los jóvenes que interrumpieron sus estudios los retomaron más adelante, pero, de nuevo, se llega a la conclusión de que para quienes dejaron es más difícil volver: sólo 11,7% de quienes volvieron a estudiar logró terminar el bachillerato.

Otros datos que surgen del estudio apuntan a que las mujeres son más exitosas que los varones en sus trayectorias educativas: 51,4% de las mujeres frente a 35,4% de los varones que hicieron las pruebas PISA logró culminar la educación media entre los 15 y los 20-21 años.

Por otra parte, el estudio concluye que los liceos privados “protegen mejor” las trayectorias educativas, si bien no hay evidencia de que existan diferencias en los aprendizajes.

Algunas conclusiones

A partir de los datos, Cardozo concluyó que el rezago en los estudios “es un riesgo cuasi determinante” o “casi irreversible”. Si bien aseguró que las “políticas de segunda oportunidad o tutorías” generadas para apoyar a los estudiantes que vuelven a estudiar son “absolutamente necesarias” y deben mantenerse, consideró que la evidencia demuestra que no son eficaces para que los estudiantes logren culminar sus estudios. “Todas las acciones que hacemos después que ya nos encontramos con el problema no parecen tener ningún tipo de eficacia, o no muy importante”, aseguró, y sugirió que quizá parte de la solución sea “empezar antes”.

Otra de las conclusiones del estudio es la que llamó “crónica de una brecha anunciada”, para explicar que aquellas diferencias marcadas que los estudiantes ya tenían a los 15 años no sólo no se revierten en el período de entre 15 y 20-21 años, sino que se profundizan. “Uno podría esperar que esas diferencias tendieran a mitigarse o a contrarrestarse en los años siguientes, y que simplemente la situación fuera que algunos muchachos terminan antes y a otros les cuesta un poquito más, pero van a llegar. Lo que muestra el PISA es que la situación es exactamente la opuesta: algunos muchachos terminan antes, y aquellos a los que les cuesta más van a llegar mucho más tarde y peor. Las brechas no sólo no se mitigan, sino que se profundizan, tanto en años de escolarización [como] en acreditación de ciclos, y probablemente también las brechas se hayan ampliado en términos de habilidades cognitivas”. No obstante, aclaró que esto no se puede comprobar, porque no hay una segunda evaluación de aprendizajes.

La sala de máquinas

Los resultados del informe fueron comentados por autoridades y académicos. La directora de Planeamiento y Evaluación Educativa del Consejo de Educación Secundaria, Margarita Romero, consideró que el informe genera “interpelación y análisis”, y partió de la base de que Uruguay “está muy lejos de alcanzar la meta de completar la educación media”, obligatoria desde 2008.

Consideró que uno de los aspectos a analizar es el pasaje de primaria a educación media, período en el que hoy hay menos acompañamiento familiar que antes, y opinó que “no existe casi articulación, ni institucional ni pedagógica, entre primaria y la educación media”.

Señaló que se debe caminar hacia “ofertas educativas menos rígidas, propuestas diferentes, flexibles, adecuadas a la realidad de los estudiantes”, que cuiden “el equilibrio entre una diversificación que no conduzca a la segmentación y una homogeneidad que termine excluyendo”.

Presentó también otro punto a modificar: “Lo que decidimos como currículum hace una década debe ser repensado con urgencia hoy”. Aseguró que los cambios en la forma de adquirir el saber “volvió obsoleta” la estructura de las instituciones educativas, y que es necesario pensar esto desde la perspectiva de un Marco Curricular de Referencia Nacional. Estos cambios no son sólo tecnológicos, apuntó: “Tener una ceibalita adelante, pero con la misma propuesta, es más de lo mismo”.

María Ester Mancebo, grado 5 de la FCS, se detuvo en los varios aspectos novedosos del informe. Uno de ellos, dijo, es que el sistema educativo “penaliza cualquier apartamiento de la trayectoria educativa teóricamente esperada” y “no facilita” que los estudiantes completen la educación media superior, ya que cuando la persona retoma sus estudios “encuentra la misma oferta, y eso es una penalización”.

“Si no nos vamos incómodos y molestos con estos datos, tenemos problemas”, afirmó, para cerrar, Palamidessi. “El estudio nos está diciendo que el sistema educativo es tremendamente eficaz en producir desigualdad. Es una máquina antidemocrática que genera que cuando uno llega a los 20-21 años, entre los que tienen mejores resultados y otros que tienen peores resultados hay siete años de diferencia. Voy a usar palabras feas: estamos formando dos razas distintas, y esto es insostenible desde el punto de vista de la democracia en el siglo XXI. Hay algunos que van a poder entender los problemas del siglo XXI, el cambio climático, la violencia… y otros que no. La agenda del siglo XXI es poner a todos en la educación superior”.

Al igual que Cardozo, el director ejecutivo del Ineed consideró que hay que concentrar esfuerzos “no sólo en pensar en las ayudas adicionales, sino que hay que meterse en la sala de máquinas del problema” y analizar qué aprendizajes genera hoy el sistema educativo. En ese sentido, valoró que la elaboración de los perfiles de egreso es “una buena oportunidad para discutir qué deben saber los jóvenes, qué debemos priorizar, porque todo no podemos hacer”.

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