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Derribando mitos: Género (II)

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En la sociedad está extendido el prejuicio de que la falta de mujeres en los cargos jerárquicos se da porque no cuentan con la formación necesaria para acceder a ellos. Una encuesta de opinión pública, realizada por la consultora Cifra a comienzos de este año, muestra que 59% opina que es más difícil para las mujeres conseguir un buen trabajo; sin embargo, 63% piensa que las mujeres y los hombres tienen las mismas oportunidades para acceder a una buena educación y 16% que es más fácil para las mujeres. Esto demuestra un reconocimiento público de que las mujeres uruguayas se enfrentan a ciertas barreras para acceder a un buen empleo, pero no tanto a la hora de recibir una educación de calidad. Entonces, ¿qué es lo que sucede?

La participación femenina en el mercado laboral uruguayo ha aumentado casi sostenidamente, acortando las brechas de tasas de actividad entre hombres y mujeres, aunque persiste aún una diferencia mayor a 15 puntos porcentuales entre unos y otros, según los datos de 2016 presentados por el Instituto Nacional de Estadística.

Si se mira la ocupación ocurre algo parecido. La tasa de empleo de los hombres en el Uruguay urbano de 1986 era de 68,2%, y para las mujeres de 35,9%, mientras que en los datos actualizados para 2016 la tasa de ocupación masculina se redujo a 67,1% y la femenina alcanzó 51,1%, lo que implicó un avance pero aún una inequidad significativa.

Por otro lado, la desocupación siempre afectó en mayor medida a las mujeres que a los varones. En el Uruguay urbano de 1986 la tasa de desempleo femenina era de 13,3%, mientras que la masculina de 7,9%. En tanto, en 2016 se reducen a 9,6% y 6,9%, respectivamente.

Pero este aumento de la participación también lleva consigo una inequidad en los empleos ocupados por mujeres. Si se mira la ocupación principal por sexo, el documento “El lugar de las mujeres uruguayas en la toma de decisiones”, elaborado por el Sistema de Información de Género del Ministerio de Desarrollo Social, muestra que es notorio que las mujeres predominan como trabajadoras de servicios o vendedoras, mientras que es muy bajo el porcentaje de mujeres que se desempeñan como directivas de empresas. Además, hubo un aumento de la participación de la mujer en la educación, especialmente a nivel terciario, donde las mujeres son mayoría. En el Censo de 2011 se recogió que 10,45% de las mujeres había cursado o estaba cursando un estudio universitario y 0,66% un estudio de posgrado, mientras que 8,63% de los hombres tenía como máximo estudio alcanzado el universitario y 0,51% el posgrado. En 2015, la matrícula universitaria estaba compuesto en 63% por mujeres.

Cuando se observa la oferta laboral según el máximo nivel educativo alcanzado, es notorio que en las mujeres empleadas hay una mayor proporción que cuenta con estudios universitarios que en el caso de los hombres. En ambos casos, la mayor proporción cuenta con secundaria alcanzada, pero en las mujeres les sigue universitaria y UTU, mientras que los hombres cuentan con UTU y primaria.

Por lo tanto, si bien es real la concepción de que las mujeres no están representadas en cargos jerárquicos, ya que ocupan apenas un tercio de las directivas de empresas, no parece comprobarse el hecho de que no lo hacen por una falta de méritos. Las mujeres asisten en mayor medida que los hombres a cursos terciarios y la oferta laboral femenina está compuesta por una mayor cantidad de mujeres con niveles educativos superiores que en los hombres.

*Estos artículos se trabajaron en un taller abierto organizado por Cívico y Cotidiano Mujer, llevado a cabo en Facultad de Ciencias Sociales el 13 de julio en el marco de IV Jornadas de Debate Feminista.

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