Lunes a las 14.00. El salón de clase se trasladó a 18 de Julio y Yaguarón, a la sala Cinemateca 18. Unos 25 estudiantes del Centro de Capacitación de Producción (Cecap) Montevideo y otros 35 de la UTU de la Unión, de entre 16 y 18 años, comenzaban un taller sobre “El plano cinematográfico. Valores, composición y significación”, a cargo del profesor Miguel Lagorio. En la gran sala céntrica de Cinemateca Uruguaya, la dinámica consistía en ver pequeñas escenas de las más diversas películas, y analizar los distintos elementos que componen el plano. El año pasado, Lagorio tuvo una primera experiencia, también en acuerdo entre el Ministerio de Educación y Cultura, la Administración Nacional de Educación Pública y Cinemateca, con un programa en el que proyectaban películas a grupos de enseñanza media y luego las comentaban. “Estaba bueno seguir con eso, pero si realmente el interés iba por el lado de apreciar un poco más el lenguaje cinematográfico, ¿por qué no hacer talleres de apreciación que pusieran en juego algunos elementos de la estética cinematográfica o del lenguaje?”, comentó ayer a la diaria, tras el primero de ocho talleres que se darán a lo largo del año.
El visionado comenzó con obras de los hermanos Lumière, de 1895, e incluyó también La pasión de Juana de Arco, de Carl Theodor Dreyer, de 1928, películas de Alfred Hitchcock y El ciudadano, de Orson Welles, intercaladas con Playtime, de Jacques Tati, de 1967, y Madre e hijo, de Aleksandr Sokurov, de 1998, entre otras. Plano a plano, se iba analizando cómo se ubicaba la cámara, si se movía y de qué manera, desde qué ángulos se filmaba el plano, la profundidad. Aparecieron conceptos como el plano holandés, primeros planos, picados y contrapicados, cómo y para qué se usan, qué efectos se busca generar, cómo funcionan en audiovisual las metáforas y las metonimias.
Otro cine
Lagorio preguntó y sólo una profesora había visto películas de Hitchcock. La elección de las escenas y las películas, obviamente, no es inocente. “Para mí sería más cómodo trabajar con películas que sé que los enganchan de entrada, porque las conocen o porque hay códigos que conocen, pero prefiero trabajar con códigos que no les son muy conocidos, que por ahí los embolan, pero capaz que alguno ve alguna escena de una película, le copa y quiere ver un poco más”, explicó Lagorio, que busca estimular entre los jóvenes otro tipo de cine al que no es tan fácil acceder. “Con internet o Youtube el mundo se ha ampliado, pueden buscar prácticamente cualquier película, pero el tema es que no saben qué buscar, van a buscar aquellas cosas sobre las cuales han sido previamente estimulados o sobre las cuales tienen algún tipo de dato o indicios; pero evidentemente no tienen la posibilidad de buscar una de Tati, de Orson Welles, no están inmersos en un medio cultural que los provea de esos datos... Ni siquiera sé si los docentes vieron esas películas”, comentó.
La mayoría de los chiquilines sigue con atención las escenas, interviene ante algunas de las preguntas de Lagorio. Otros se distraen, aprovechan para cuchichear cuando se apaga la luz en la sala, van al baño. El docente asegura que esta dificultad de engancharse con algunas películas “exóticas o raras” no es exclusiva de los estudiantes de enseñanza media. Lagorio, que es docente de Teoría y Análisis Cinematográfico de la Escuela de Cine del Uruguay, cuenta que hay estudiantes de la carrera “que supuestamente tienen cierto bagaje cinematográfico, y uno da por sentado que vieron un montón de películas que después resulta que no, no las vieron, no las conocen, y a veces ni siquiera están muy dispuestos a verlas”. “Me parece fundamental enfatizar todo lo que tiene que ver con la cultura humanista en este tiempo. No sólo el cine, también la literatura, la filosofía, la historia, porque todo eso está en franca retirada”, lamentó. Pero para provocar otro gusto, otra sensibilidad, o al menos curiosidad, están los talleres. “Nunca sabés qué se genera después. Se trata de, al menos, motivar la curiosidad”, sostiene. “Si ven Iron Man 3, bárbaro, yo también las veo, pero que sepan que hay un cine diferente, y ese cine que ellos ven muchas veces cita clásicos del cine que vienen por este lado”, concluyó.
El programa El Aula en el Cine consistirá en ocho talleres, uno por mes (el de ayer fue el primero), sobre temas como “La cámara y su poder para transfigurar la realidad”, “¿Cómo analizamos una película?”, “El cine y su manera de contar historias: narradores y puntos de vista”, “El sonido y la música en el cine”, entre otros. Después de cada taller se exhibirá una película; la de ayer fue Ácratas, el documental de Virginia Martínez. No hay cupos, porque la sala Cinemateca 18 tiene lugar para 750 personas. Los grupos de enseñanza media pública que quieran inscribirse pueden hacerlo por el correo cinematecahoy@gmail.com.