El 5 de junio de 1967, el Ejército de Israel invadió Cisjordania, la Franja de Gaza, Jerusalén Este, los Altos del Golán y la Península de Sinaí. En aquel entonces el gobierno israelí se justificó con el argumento de que los movimientos de tropas de los países vecinos representaban una amenaza para su seguridad.
Sin embargo, desde ese momento comenzó un proceso de colonización de los territorios ocupados. “Israel es una nación de paz. Lo que queríamos en aquel entonces, y lo que queremos ahora, es que los palestinos no caigan en la tentación de tener un ejército propio y abandonarse al belicismo”, aseguró el primer ministro de ese país, Benjamin Netanyahu.
El mandatario no desaprovechó la oportunidad para criticar la “intolerancia y el antisemitismo” de los palestinos, y aseguró que deberían seguir el ejemplo de Donald Trump, quien “a pesar de ser profundamente antisemita y estar rodeado de gente que odia a los judíos, es capaz de apoyarnos”.
El aniversario de la llamada Guerra de los Seis Días generó varias declaraciones. Algunas de las más críticas fueron las de Jehová, quien desde su condición de dios de los judíos reconoció que haberles prometido una tierra hace decenas de miles de años puede haber sido “un error”. “En aquel entonces me pareció que era algo justo, y lo sigo pensando, pero quizá hubiera sido mejor alguna especie de leasing, algo renovable cada 50 años y condicionado al uso que hicieran de esa tierra. Lo que pasa es que yo era muy joven en aquel entonces, y los jóvenes por naturaleza no son prudentes ni previsores”, aseguró la deidad en una entrevista al periódico Haaretz. Jehová también dijo tener “ciertas dudas” acerca de la capacidad del pueblo hebreo de manejar un país. “No sé, los pueblos son como las personas: pueden ser muy buenos con algunas cosas y muy malos con otras. Quizá lo de los judíos sea la filosofía, la medicina y el humor, y no tanto la administración. Pero bueno, también es cierto que es gente estudiosa, a lo mejor algún día aprende”.