A las 17.30 del miércoles los habitantes de Guichón y los alrededores, en el sur de Paysandú, sintieron un temblor, un estruendo, un estampido. “Afectó a toda la ciudad, alarmó. Fueron unos segundos, pero fue fuerte”, relató a la diaria Lourdes Suárez, alcaldesa de Guichón. Contó que el concejo del municipio se reunió y cada concejal relató cómo lo sintió. “Cada uno lo vivió de diferente forma, según el barrio en que estaba. Estábamos en lugares totalmente opuestos y fue distinto; en los más afectados, en lugares que tenían techo de zinc, vibró la chapa y la gente salió porque pensó que había caído algo en el techo”, dijo.
Pero alarmó, además, porque fue la tercera vez en menos de dos meses que sintieron el estruendo. En los dos casos anteriores, los relatos de los lugareños diferían en cuanto a las horas y a la magnitud, pero esta vez no fue así. Un equipo técnico de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) y del Observatorio Geofísico de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, junto a la alcaldesa y un concejal de Guichón, se trasladaron ayer a la zona donde se encuentra la cantera COMSA, ubicada a diez kilómetros de Guichón, que extrae piedra picada para usar en las vías de la Administración de Ferrocarriles del Estado.
En diálogo con la diaria, Alejandro Nario, responsable de la Dinama, explicó que “se constató que había existido una voladura [explosión] a la misma hora que la gente había sentido y que había sido de dimensiones importantes”. “Evaluamos con la ministra [de Vivienda Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Eneida de León] y, de manera preventiva, hasta que no tengamos toda la información para poder evaluar efectivamente cuál fue el problema en técnica de voladura y cuál fue el error, no íbamos a dejar que hicieran más voladuras. Eso fue lo que le expresamos a la empresa en el acta de inspección”, explicó.
Errores humanos
Además de lo vivido por los vecinos, otro dato comprobó el estruendo: quedó registrado en el sismómetro que tiene la Facultad de Ciencias en Tacuarembó, confirmó a la diaria Leda Sánchez, responsable del Observatorio Geofísico. Dijo que no pudieron determinar la magnitud porque no fue un sismo, pero el registro se produjo a la misma hora que señalaron los vecinos.
La alcaldesa se mostró aliviada tras recibir la confirmación de que el temblor no había ocurrido por un fenómeno natural. De todos modos, pidió “que se aclare, porque el pueblo, principalmente la gente que quedó con miedo, necesita una explicación de por qué pasó esto, un poco de tranquilidad”. “Si es por la cantera, tiene solución”, sostuvo. Sánchez, en tanto, dijo que “no hay riesgo para la población; si se repiten [episodios como este] es porque hubo algún problema con el proceso de trabajo de los explosivos”. Luego de ir a la cantera, el equipo de la Facultad de Ciencias se trasladó al municipio de Guichón para instalar un acelerómetro, dijo Sánchez (ver recuadro).
Impactos
Desde febrero, el Colectivo Vecinos de Guichón por los Bienes Naturales ha hecho reclamos por el accionar de COMSA. “Se han escuchado explosiones y temblores en esta parte del departamento, la Dinama dice desconocer de dónde provienen estas explosiones, la Intendencia de Paysandú debería saber que estas explosiones se generan en la zona de la cuenca del arroyo Santa Ana, en cercanías de las localidades de Piñera y Beisso”, escribió a la prensa el 24 de junio Marcelo Fagúndez, integrante de este grupo y edil de Paysandú por el Frente Amplio. En esa comunicación, Fagúndez reprodujo el certificado de clasificación del proyecto de la cantera, emitido por la Dinama el 28 de febrero de 2016, que clasificaba al proyecto en la categoría A, que incluye “aquellos proyectos de actividades, construcciones u obras cuya ejecución sólo presentaría impactos ambientales negativos no significativos, dentro de lo tolerado y previsto por las normas vigentes”. La Dinama autorizó a la empresa, durante un período de 24 meses, a extraer un volumen total de hasta 60.000 metros cúbicos de material, en una superficie total de dos hectáreas. En febrero, el colectivo de vecinos pidió que se recategorizara el proyecto y se lo clasificara en la categoría C, que incluye actividades “cuya ejecución pueda producir impactos ambientales negativos significativos”.
En diálogo con la diaria, Fagúndez comentó que le preocupa “la pasividad de la Dinama” y que ni la intendencia ni el municipio de Guichón tuvieran información sobre la cantera. “Sucede que explotan las cosas y ahora no hay información”, reclamó, refiriéndose a las autoridades locales. Cuestionó, también, la localización de la cantera, próxima al arroyo Santa Ana y a diez o 15 kilómetros del área protegida Montes del Queguay.
Consultado al respecto, Nario respondió que la evaluación se hace considerando normas “que establecen cuál es la sismicidad, inducida con la distancia”. Precisó que de acuerdo a la evaluación, se vio que a más de seis kilómetros no generaría “un volumen de energía tal que desatara la alarma pública que desató”, y dijo que “en caso de que se comprobara que fue esa empresa [COMSA], algo se hizo mal en la cantidad de carga que se utilizó o en la metodología con que se definió hacer”.
Defendió que el proyecto sea considerado de categoría A porque “si se desarrolla en las condiciones adecuadas no genera ese impacto”. “Hay que ver si ellos operaron en el marco del permiso que tenían o no”, resumió.
Nario respondió que ya estaban considerando a esta cantera en el estudio de las explosiones sentidas días atrás en Guichón. “Estuvimos investigando, y el Servicio de Material y Armamento del Ejército había abastecido a la cantera; era una de las hipótesis que manejábamos, pero no teníamos datos tan concretos como lo que surgió ayer [por el miércoles]”, relató, agregando que realizarán una nueva inspección allí.
Aceleran
Cuando trascendió la noticia de las dos primeras explosiones en Guichón, el 19 de junio y el 1º de julio, el relato parecía confundirse con explosiones que habían sentido vecinos de Tambores, localidad ubicada al noreste de Paysandú (pegada al límite departamental con Tacuarembó) y próxima al área de operación de la petrolera Schuepbach, que está haciendo perforaciones exploratorias. Si bien la petrolera no ha retomado las perforaciones –luego de una pausa para reestudiar la técnica, según anunció hace un mes–, continúa la preocupación por lo que pueda ocurrir en la zona. El movimiento Uruguay Libre de Megaminería emitió la semana pasada un comunicado en el que informa que le solicitó al fiscal de Corte y procurador general de la Nación, Jorge Díaz, que investigue las detonaciones ocurridas en el norte del país, que provocaron daños materiales a pobladores locales. Probablemente por todo eso, el equipo de la Facultad de Ciencias viajará hoy a Tambores para colocar allí otro acelerómetro. Más allá de los casos en cuestión, Leda Sánchez transmitió que “el objetivo del Observatorio Geofísico es tratar de tener una red lo más densa posible” de acelerómetros.