Un mediodía, en los jardines de la Parva, una decena de obreros con cascos rojos y mamelucos azules cruzan sus carretillas con kilos de arena y pedregullo, sin una sola pausa que demore las ambiciosas reformas de la República.
En el interior de la mansión, sus autoridades reunidas reciben a la prensa para informar sobre sus actividades en el marco de los 100 años de La cumparsita.
En el centro de una larga mesa, su presidente, el doctor Bartolomé Grillo, exige puntualidad y cumplimiento del protocolo; a su izquierda llama la atención su vice, el regordete Ricardo Grasso, que rompe compulsivamente ese protocolo con comentarios graciosos y su aspecto de cocinero de barbacoa de Miami (delantal sobre ropa blanca y championes de tenista). A su derecha el economista Walter Cancela luce un uniforme inflado como el del capitán del Crucero del Amor, aunque no abandona sus enormes anteojos de profesión.
Luego del discurso presidencial de apertura, toma el micrófono el recordado relator deportivo Carlos Pecoy, maestro de ceremonias, quien agradece especialmente nuestra presencia.
La República de Parva Domus es una asociación civil y cultural en la que no se puede hablar de religión, política o deporte, un descanso temporal o definitivo de la uruguayez para jubilados y adultos con ganas de ficcionar un Estado a la medida de sus necesidades, un lugar donde se juntan veteranos a reír, comer y beber sin restricciones, mientras escuchan –preferentemente– tangos, vestidos con atuendos extravagantes; tiene una Constitución propia, un embajador en la Luna, un museo en el que se exhiben reliquias de la marina nacional, discos de Roberto Barry, y mobiliarios como el del célebre café Tupi Nambá.
Fue fundada en 1878 por un grupo de pescadores que llegaban hasta el faro de Punta Carretas, donde no había mucho más que barcos y basurales, y se convirtió en un club que hasta el día de hoy tiene como máximos pilares la amistad, la solidaridad y la tolerancia. Su reglamento original es respetado a rajatabla por sus pobladores. Las damas sólo pueden ingresar a su territorio en ocasiones especiales (los 29 de ñoquis) y otras festividades (galas de tango).
Su actual sede, en el 136 de Bulevar Artigas, es conocida por sus ciudadanos (parvenses) y simpatizantes como la mansión de la alegría. Además de sus jardines y su museo, impresiona subir las escaleras y encontrarse con un salón de fiestas gigante, con teatro y piano, para sus visitantes artistas, que engalanan los banquetes que se celebran, religiosamente, los miércoles y sábados.
Su nombre, Parva Domus Magna Quies (casa chica, gran reposo), proviene de Jack, un libro del francés Alphonse Daudet. Hoy, sábado, sus ciudadanos festejarán con un gran almuerzo su aniversario número 139.
El compositor, pianista y parvense Francisco Panchito Nolé acaba de escribirle a su patria el tango “Parva Mía”, y es la primera gran noticia, compartida por el propio músico, con sus admiradores y amigos presentes en el evento.
A las ya acostumbradas actividades para el Día del Patrimonio en octubre –este año ofrecerán a sus visitantes una exposición de pinturas de tango, un festival internacional de coros y la actuación de la Biarritz Jazz Band– la Parva coorganiza junto a la Casa de los Escritores del Uruguay un concurso de cuentos cortos; junto al Foto Club Uruguayo un concurso de fotografía, y junto a Joventango un concurso de cantores, que mañana (en Aquiles Lanza 1290 esquina San José) tiene el siguiente programa: a las 17.00, ronda clasificatoria del concurso; a las 19.30, El show del Tango, con actuaciones de Armando Leal, Sergio Canale y Carmen Depauli, y desde las 21.30, musicalizada por Carlos Andrade, habrá milonga.
Por más información se puede escribir a parvadomusmagnaquies2010@gmail.com.