En marzo comenzó a funcionar una comisión investigadora parlamentaria sobre las actividades de espionaje llevadas a cabo por la inteligencia militar en democracia, que salieron a la luz tras la aparición del archivo Castiglioni. Por allí desfilaron todos los ministros del Interior y de Defensa del período, y todos negaron tener conocimiento sobre el asunto. “No entiendo de qué se quejan. No les gusta la idea de que los militares espíen a la gente, por el tema de la privacidad, pero nosotros tenemos que estar al tanto de todo lo que hacen ellos. Yo respeto mucho la privacidad de las personas, y por eso mismo no me gusta andarme metiendo en la vida de los funcionarios del ministerio”, aseguró uno de los ministros de Defensa que asistieron a la comisión.
La investigación tuvo un giro importante el lunes, durante la comparecencia de tres ex directores de Inteligencia, cuando uno de ellos reconoció que estaba al tanto de las actividades. El Frente Amplio (FA), el movimiento sindical y varias organizaciones sociales volvieron a condenar el accionar de la Policía y los militares, aunque con matices. Algunos familiares de víctimas de la dictadura militar opinaron que la situación tiene algunos ribetes positivos.
“Es cierto, a nadie le gusta que lo espíen, pero bueno, por lo menos había alguien que nos escuchaba”, aseguró un integrante de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, haciendo referencia a la escasa disposición para el diálogo que demostraron los presidentes que estuvieron en el poder entre 1985 y 2005. Otro integrante de la organización fue más allá y se lamentó por el hecho de que estas actividades se hayan suspendido. “La verdad es que los presidentes del FA tampoco es que nos den mucha pelota. Cuando llegó la izquierda al poder nos sentíamos escuchados; era raro, pero lindo. Pero después se fue abandonando esa costumbre tan linda, y cuando llegó José Mujica lo empezamos a extrañar. Algún que otro pinchazo cada tanto no estaría mal”.