El encuentro que jugaron ayer Uruguay y Argentina en el estadio Centenario fue aprovechado por las autoridades de ambos países para darle un impulso a la candidatura conjunta para organizar el Campeonato Mundial de Fútbol de 2030. Desde la Asociación Uruguaya de Fútbol explicaron que se trata de “un gesto simbólico muy importante”, ya que “últimamente los partidos por las Eliminatorias entre Uruguay y Argentina se han caracterizado por estar rodeados de un clima turbio y cargado de sospechas relacionadas con maniobras tramposas. O sea, el mismo clima que tiene que acompañar la nominación de una sede para un Mundial”.
Mientras tanto, el presidente de Paraguay, Horacio Cartes, publicó ayer un tuit en el que confirmaba que había llegado a un acuerdo con sus pares de Argentina y Uruguay para participar como sede. “Es una gran noticia. Esto nos da la posibilidad de que si salta algún escándalo de corrupción, podemos echarles la culpa a los paraguayos, porque todo el mundo sabe que son grandes corruptos”, aseguró una fuente de la Secretaría Nacional del Deporte.
Por ahora, es muy difícil estimar qué tantas chances tiene esta candidatura conjunta de conseguir la sede. Según un informe del periódico brasileño Folha de São Paulo, “todo depende de que la empresa constructora Odebrecht recupere su capacidad de coimear”. Varios analistas consideran que si bien tanto en Argentina como en Paraguay y Uruguay existen empresas que podrían “colaborar con el financiamiento que se necesita para que los señores de la FIFA se conmuevan con el argumento de que se cumplen 100 años del primer Campeonato Mundial de Fútbol”, la única que puede hacerlo “a nivel regional y coordinando las operaciones con tres países al mismo tiempo es Odebrecht. Además, esta empresa ha dado sobradas pruebas de que es capaz de entenderse con cualquier gobierno, sea de izquierda o de derecha, y eso es fundamental porque no se sabe quién estará en el gobierno en 2030”.