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Introspección

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Al igual que Primaria, Secundaria está poniendo en discusión la repetición como instrumento pedagógico.

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Al igual que ocurrió en Primaria, las primeras proyecciones indican que la repetición en los liceos bajó en 2017 (ver recuadro), lo que implica que continúa una “modesta mejora” en los números, según dijo a la diaria la directora general del Consejo de Educación Secundaria (CES), Celsa Puente. Aún no es posible acceder a los números definitivos porque se debe esperar al período de exámenes de febrero, en el que muchos liceales rinden materias que son determinantes para saber si pasan de año o no. De todas formas, más allá de lo que arrojen los resultados, según reconoce Puente, aún queda trabajo por hacer para revertir y problematizar algunas ideas que están ligadas al origen “selectivo” de la educación secundaria, que se opone a la idea de una educación para todos.

Para saber si repiten el año, hoy los liceales deben atenerse a un cálculo matemático. Además del número de asistencias con el que deben cumplir, para repetir basta con tener bajas la mitad más una de las asignaturas. En caso de que al final del año tenga entre tres y seis asignaturas bajas, el joven queda con un fallo en suspenso y puede rendir las asignaturas durante el verano, en los períodos de diciembre y febrero. Para obtener la promoción no puede quedar con más de tres materias bajas.

La directora del CES señaló que en las reuniones de evaluación de finales de año “lo que se hace es cantar notas y lo que el adscripto hace cuando se va haciendo el boletín es contar”. “Según la cantidad de notas que tiene bajas, [el estudiante] pasa con un fallo en suspenso o queda con una repetición definitiva. No hay una discusión acerca del perfil de ese joven, si tuvo o no una evolución desde el punto en el que arrancó el año”, agregó.

En palabras de Puente, hay una mirada de la evaluación que plantea que, por ejemplo, al terminar primero de liceo todos los niños deberían poder producir un texto de determinada forma o hacer tales operaciones matemáticas, “cada asignatura con lo suyo”, además de algunas cuestiones más generales del desarrollo integral del joven. La jerarca señaló que sería deseable que en las reuniones de evaluación de profesores se realicen preguntas como: “¿A este chiquilín le haría bien repetir? De acuerdo a como empezó en marzo, ¿tuvo una evolución en su propio desempeño? ¿Mejoró actitudinalmente? ¿Logró evolucionar en el desarrollo del pensamiento lógico-matemático? ¿Desarrolló procedimientos o habilidades que le permiten tomar una información y aplicarla, resolver un problema?”.

Puente señaló que todas las personas tienen ritmos diferentes de desarrollo y aprendizaje, y “es necesario que pongamos un ojo en ese estudiante, en su propia historia, en su biografía, en la relación con el desarrollo de su vida, en la caracterización de inicio de curso y la evolución que ese equipo docente logró generarle a ese joven por medio del acompañamiento”.

Arriba de la mesa

La directora del CES señaló que la discusión sobre la repetición “está planteada y es ardua, porque se interponen otras cuestiones que mezclan lo político”. Como ejemplo, mencionó a quienes dicen que la intención de las autoridades es “pasar de año a todo el mundo” para mejorar indicadores, algo que no le pesa porque dijo tener “muy clara la mirada docente” y la convicción de que es necesario cambiar de enfoque. “Las asignaturas, más allá de proveer al joven de saberes, habilidades o desarrollo de procedimientos, tienen que ayudarlo a crecer y a desarrollar su humanidad. De eso no se discute todavía”, lamentó.

Puente no dudó en afirmar que no está a favor de la repetición. Según explicó, “solamente lo estaría si fuéramos capaces de hacer una oferta diferente para el que repite”. Al respecto, criticó que esta modalidad es “justamente eso, repetir un año en el que ya sabemos que [el estudiante] no tuvo logros. Muchas veces lo repite en el mismo liceo, con los mismos profesores y con el aditivo de ver a su generación continuar un ritmo que no pudo acompañar. A los efectos de la autoestima del joven, es un daño tremendo”, aseguró.

De sus años de directora de liceo, la jerarca recordó analizar los casos de quienes repetían el año y haber llegado a la conclusión de que “a ninguno le hacía bien repetir”, a excepción de un grupo muy pequeño de jóvenes, que “por una cuestión maduracional” con respecto a su edad cronológica, obtenían beneficios de volver a pasar por el mismo grado. Por el contrario, señaló que para la mayoría, el efecto de la repetición hacía que se desvincularan socialmente de su grupo de origen y se sintieran menos que sus compañeros.

De todas formas, Puente afirmó que tampoco está “a favor de que pasen todos sin que haya nada”, e insiste en que se necesita diseñar un recorrido distinto para el que repite o al menos mecanismos que sean “compensatorios” de los aprendizajes que ese joven no pudo adquirir. De sus épocas de profesora de Literatura recordó haber enviado estudiantes a examen, pero afirmó que antes de hacerlo siempre se hacía la pregunta sobre si rendir un examen aportaría algo al alumno en cuestión.

Alternativas

La directora del CES es consciente de que serán cambios que no se darán de un día para el otro, y que más allá de ser la máxima autoridad de Secundaria, no serviría de nada imponer su forma de pensar. De todas formas, mencionó algunas claves que podrían servir para seguir transitando en esa línea. Por ejemplo, habló de la evaluación en ciclos, siguiendo lo definido por el Consejo de Educación Inicial y Primaria, algo que en Secundaria no sería difícil de implementar ya que ya funciona un ciclo básico –de primer año a tercero– y un bachillerato –de cuarto a sexto–. Para la jerarca, bastaría con tener claras “las expectativas de logro que las asignaturas tienen y los perfiles de egreso de cada ciclo educativo, que incluyen lo puntual de las materias y las cuestiones integrales a ser desarrolladas al final del ciclo”.

“Yo quiero mirar el ciclo; si me dice que el estudiante tiene que haber desarrollado determinadas operaciones o aspectos del pensamiento lógico matemático, a mí me importa poco si lo hace en el primer semestre del primer año o en el primer semestre del tercero. Lo que me importa es que al terminar tercero, que es el ciclo, lo tenga incorporado, porque es el desarrollo indispensable con el que cuenta el profe que lo va a recibir en el bachillerato”, ilustró. Puente afirmó que le interesa más “establecer estrategias de trabajo de carácter metodológico” que le permitan “acompañar al que es más lento para que lo logre y también aprovechar al que lo hizo con rapidez o tiene una condición particular para esa asignatura y usarlo como un tutor del que es más lento”. Añadió que esto último es difícil de implementar porque los profesores necesitan conocimientos específicos para hacerlo, y dijo que es una línea en la que podría aportar la formación docente.

Según fundamentó, se trata de una modalidad en la que el tutor refuerza su aprendizaje y quien es tutoreado estará más abierto de aprender de un par, al tiempo que el docente jugaría el rol de orientador. Otra posibilidad es que un estudiante pase de año y que los profesores de las materias en las que haya tenido dificultades les indiquen a los del grado siguiente cuáles son sus debilidades, pero para ello debería mejorar la coordinación de los profesores entre grados, algo en lo que Secundaria ha tenido dificultades.

Además, Puente se refirió a su apuesta de que la renovación curricular que está elaborando el CES sea una oportunidad para discutir sobre la evaluación, que “no está en la periferia de los aprendizajes” sino que “forma parte del proceso”.

Conceptualmente

Antes de fin de año, el Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública convocó a todos los consejos desconcentrados para “establecer una referencia marco” acerca de las formas de evaluación de los estudiantes, explicó a la diaria el presidente de dicho organismo, Wilson Netto. En buena parte de la reunión se analizó lo que ocurre en la educación media, en la que hay distintos formatos alternativos de trabajo en el aula que luego no tienen su correlato en la evaluación. “Volvemos a la evaluación tradicional cuando se ha trabajado todo el año en otras formas de organización del conocimiento, de trabajo en proyectos, en forma interdisciplinaria. Lo que estamos haciendo es habilitando a los colectivos docentes en cada centro a que avancen, en función de ese formato de trabajo, también en estructuras vinculadas a la evaluación. Ahí van a aflorar cosas muy importantes, porque hay una metodología de trabajo que luego no puede describirse con los sistemas de evaluación tradicionales”, señaló el jerarca, quien añadió que “romper la uniformidad es un gran desafío” en todo el sistema educativo.

Netto indicó que en el último semestre de 2017 se trabajó mucho sobre los motivos de la repetición y cuáles son las estrategias diferenciales cuando un niño repite. En la misma línea que Puente, el presidente del Codicen dijo que “el sistema tiene escasas estrategias” para abordar esas situaciones y se apunta a poner en la balanza cuánto logra avanzar el estudiante una vez que repite y cuánto pierde al desvincularse de los compañeros y al dejar atrás una determinada dinámica de trabajo. “Eso es lo que estamos analizando; de ninguna manera se está pensando que surja una normativa que elimine la repetición, sino que se está poniendo en tela de discusión la repetición como instrumento pedagógico, ya que no parece dar los resultados esperados”, afirmó.

Tendencias

Sin adelantar los números que se proyectan para la baja de la repetición en 2017, Puente señaló que en los últimos cuatro años se viene acumulando una mejora de entre 6% y 7%, lo que para la directora del CES muestra que se están procesando cambios. De todas formas, por ejemplo, en 2016 la promoción en ciclo básico fue de 74,3%, y son cifras que aún no conforman a las autoridades. La jerarca señaló que, sin embargo, ven con buenos ojos lo que ocurrió en los liceos en los que se extendió el tiempo pedagógico. En concreto, mencionó que en algunos liceos de tiempo extendido la promoción superó el 90%, y adelantó que en 2018 habrá diez nuevos liceos bajo esta modalidad.

Según un documento que circuló en la reunión del Codicen con los consejos desconcentrados, al que accedió la diaria, para mejorar los niveles de finalización de la educación media “el punto crítico es cómo desmontar los ‘vestigios del viejo régimen académico’”, que naturalizaba la selección y la exclusión como prácticas corrientes. Además, citando al académico Axel Rivas, el documento plantea que uno de los vestigios del viejo régimen es “la naturalización de la repetición como forma de lidiar con el no aprendizaje de los alumnos”.

Si bien plantea que en los últimos años primaria ha experimentado “una discusión pedagógica profunda sobre el valor pedagógico de la repetición”, en la educación media, en la que la repetición es cinco veces la de primaria, no se ha instalado una discusión similar. El documento, titulado “Regímenes de pasaje de grado en el marco de una educación para todos”, afirma que la decisión sobre la promoción del estudiante debe tomarse no sólo teniendo en cuenta los conocimientos adquiridos en el curso, sino principalmente “cuál es la mejor opción para asegurar la continuidad de una trayectoria educativa de calidad para el estudiante”. Por ese motivo, el texto sugiere que dicha decisión sea tomada en colectivo; en el caso de la educación media, por los docentes del curso y por los de grados siguientes. Ello se debe a que se considera que haber repetido previamente es uno de los principales factores que hace que muchos jóvenes se desvinculen del sistema educativo.

Como fundamento, se parte de la base de que la repetición supone que es necesario haber aprobado determinada asignatura para habilitar el cursado de la siguiente. Para el caso de la educación media, sostiene que “fuera de matemática y alguna otra materia, no se advierte esta antecedencia de una habilidad o contenido tan crítico para impedir el cursado al grado siguiente”. Por lo tanto, se plantea la necesidad de rediscutir el régimen académico de la educación media para pasar de un sistema selectivo a uno atractivo. Para hacerlo, se señala que se debería considerar la relación entre grado, edad y aprendizajes esperados, para que la repetición no se transforme en un factor que produzca “un desequilibrio en las trayectorias escolares que tiendan a separarse tanto de las trayectorias educativas vitales, al punto de generar conflictos en los grupos y afectar la autopercepción de los estudiantes sobre su capacidad de aprender como uno más de su generación”. Además, menciona el trabajo en multigrado como una estrategia didáctica que obliga a identificar los procesos de aprendizaje individuales al mismo tiempo que potencia los aprendizajes colectivos entre los estudiantes.

Letra clara

Otro de los aspectos que según el documento debería tener en cuenta la discusión sobre el régimen académico de la educación media es la relación entre evaluación del curso y acreditación de saberes. Al respecto, menciona que existe una confusión entre ambos conceptos que viene del origen de la educación secundaria, que se encontraba dentro de la Universidad de la República, institución que no sólo debe evaluar el nivel de aprendizaje de los estudiantes sino también “acreditar el grado de conocimiento para el desempeño de una determinada profesión”. Sobre la enseñanza secundaria se plantea que cuenta con instancias de evaluación “extremadamente severas en relación a los conocimientos que los estudiantes tienen respecto al campo disciplinar” y no enfatiza en la capacidad para seguir aprendiendo que tienen los jóvenes. También afirma que “la existencia de formas de acreditación de la educación primaria, la creación de las unidades de acreditación de saberes en UTU y la unidad de validación de saberes en el CES pueden ser una vía para separar la acreditación de saberes de la aprobación de las materias”.

Acerca de la modalidad de examen, el documento señala que actualmente deben rendirlo quienes no hayan exonerado los cursos, por lo que “es concebido desde un punto de vista punitivo, aunque es pensado como una instancia de reparación”. Sobre este último punto, se pregunta si no podrían existir otras formas para fiscalizar lo que el estudiante no aprendió durante el año. Al respecto, también se interroga acerca de quién es la responsabilidad si el estudiante no aprendió durante el año y sobre por qué no se generan mecanismos de acompañamiento que impliquen un mayor involucramiento de la propuesta pedagógica con los resultados de aprendizaje. Además, se propone incorporar más establemente al aparicio abella régimen académico modalidades como las evaluaciones que involucran a más de un docente, el trabajo en proyectos u otras actividades que unifiquen las propuestas de diferentes cursos, la articulación del trabajo de tutoría con el trabajo del aula y la organización de las secuencias de aprendizaje entre docentes de diferente grado respecto de contenidos disciplinares comunes, entre otros. Consultada al respecto, Puente señaló que incluso en las modalidades alternativas como las duplas o tríos docentes cuesta salir de la prueba escrita de la materia como mecanismo de evaluación. La directora contó que muchos docentes sienten que no pueden cerrar los promedios sin haber realizado un escrito, cuando en realidad trabajan con los jóvenes semana a semana y observan su evolución. “¿No fuiste viendo si ese chiquilín acompañaba el ritmo de la clase con su participación oral, con la realización de trabajos grupales en aula y fuera del aula? ¿Y te acercaste al que no acompaña? ¿Le hiciste una oferta compensatoria? ¿Le propusiste alguna otra actividad que le permita nivelarse o detectar qué es lo que no está entendiendo?”, se preguntó la jerarca, quien afirmó que “el sistema educativo es rutinario” y “gusta mucho de instalar unas modalidades de funcionamiento que hace que todos se sientan seguros y cómodos”.

Puente señaló que incluso se está intentando cambiar el diseño de la libreta de profesores, y particularmente de suprimir los casilleros de “oral y escrito”. “Hoy apostamos más que a lo oral y a lo escrito, no aceptamos más que se llame al chiquilín y tenga que recitar como un loro una lección; apostamos a que el profesor haga una pregunta problematizadora que lleve a que el estudiante, solo, en pareja o en equipo, pueda ir construyendo un camino de resolución a esa pregunta, y no repetir algo que hoy dice y mañana ya olvidó. Nos interesa más que agarre el teléfono, busque información y la aplique a que se la sepa de memoria”, explicó.

Según la directora del CES, son discusiones que se están instalando en forma más profunda, principalmente en los últimos años. “Está costando pero está ocurriendo”, resumió.

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