Sexualidad y discapacidad son dos temáticas controversiales. Cuando intentamos unirlas para profundizar sobre ellas, nos encontramos con mitos y prejuicios arraigados en la sociedad, que han sido creados a lo largo de la historia.
En Europa, sin embargo, desde hace unos 10 años aproximadamente ambas temáticas son abordadas desde una perspectiva institucional. En Bélgica, por ejemplo, ya está consagrada la figura del asistente sexual y el Estado paga 12 sesiones al año, con previa prescripción médica, para que las personas en situación de discapacidad (PsD) puedan acceder al goce de su sexualidad. Mientras que en Suiza, en una organización civil integrada por PsD, son algunos de sus integrantes quienes ejercen el rol de asistente sexual.
Si bien estos son los modos que han encontrado en Europa para dar respuesta a una necesidad establecida en la sociedad, el rol del asistente sexual está en debate en diferentes regiones del mundo.
En América Latina, por ejemplo, existen algunas actividades informales y aisladas que empiezan, poco a poco, a prestar atención a la necesidad de la sexualidad de las PsD. María Noel Míguez, licenciada en trabajo social y coordinadora del Grupo de Discapacidad (GEDIS) de la Facultad de Ciencias Sociales, realiza una investigación en Colombia, Costa Rica, Argentina y Uruguay sobre esta temática. En entrevista con la diaria, explica la importancia de la figura del acompañante sexual para “generar autonomía y el derecho al goce de la sexualidad, porque todos y todas somos seres sexuados”. “Más que nada debemos pensar en personas con dependencia severa donde las condiciones corporales no te permiten ni siquiera generar placer en tu propio cuerpo o en el cuerpo del otro, es necesario que alguien medie”, enfatizó.
Consultada acerca de las denominaciones que usan el resto de los países para nombrar al “asistente sexual”, Míguez diferenció tres modismos: asistente sexual, acompañamiento sexual, y acompañamiento íntimo y erótico. “La asistencia es relación asimétrica de poder, si te están asistiendo estás en un lugar de subordinado. Acompañamiento es a la par, y el acompañamiento sexual se encuentra con la dificultad de que la palabra sexual también genera resistencias y, es uno de los argumentos de los grupos de España, por los que se inclinan en llamarle acompañamiento íntimo y erótico. Pero eso está en construcción y podemos encontrar una forma nueva de nombrarlo en Latinoamérica”, planteó la investigadora.
¿Qué pasa en Uruguay?
En Uruguay, el Sistema Nacional Integrado de Cuidados creó en 2016 la figura del Asistente Personal. La iniciativa apunta a personas con discapacidad severa menores de 29 y mayores de 80 años; formaliza el derecho a ser cuidado y alivia tareas que hasta ese momento eran cumplidas por las familias. A partir de la presencia de esta figura en los hogares, comienzan a ser visibilizadas otras cuestiones relacionadas con la intimidad de las PsD y con las respuestas que las familias, puertas adentro, encuentran a estos asuntos.
Según la sexóloga Magdalena Joubanoba, la sexualidad de las PsD es la misma que la de cualquier persona: “lo único que puede variar son especificaciones de acuerdo a la discapacidad de la persona o algunos limitantes, pero la sexualidad es la misma”, señaló.
La sexóloga mencionó que la figura del asistente sexual se creó en otras partes del mundo para atender las necesidades de las PsD y, sobre todo, en las personas con discapacidad física severa porque “más allá de lo coital existe una necesidad de afecto e intimidad”. En lo práctico ocurre que esta necesidad la logran satisfacer personas allegadas a las PsD como sus familiares (madres, padres, hermanos/as) o apelando a la contratación de trabajadoras sexuales que puedan llevarlo adelante.
Otra de las puntas de esta temática es que si eres hombre en situación de discapacidad severa se puede manifestar el deseo sexual a través de una erección, mientras que en el caso de las mujeres muchas veces se anula el deseo por miedo a que “queden embarazadas” y, por ese motivo, en numerosas ocasiones se acude a la medicina para “calmar el deseo sexual” con fármacos e incluso con intervenciones quirúrgicas.
La decana de la facultad de Psicología, María José Bagnato, expresó que “la sexualidad de las PsD debe ser reconocida como la de cualquier persona, es un derecho y se construye a lo largo de toda la vida. No sólo implica aspectos físicos sino también emocionales, las relaciones íntimas, los vínculos y la aceptación de sí mismo”.
Actualmente no existe un sistema que brinde respuestas a la problemática de la sexualidad en las personas con discapacidad severa: “en Uruguay está todo por hacer con esta temática y debemos sentarnos a debatir sobre la importancia del tema”, comentó Míguez.
Para la licenciada en trabajo social “la fuerza está en construir conjuntamente y armar la tríada: la sociedad civil organizada, la política y la academia”, para dar respuesta a la materia discapacidad y sexualidad.
Para Míguez es necesario diferenciar el rol del acompañante sexual respecto al de la trabajadora sexual, en tanto “el trabajo sexual busca dependencia de los sujetos para ganar plata por allí, mientras que el acompañamiento sexual es lo opuesto”. “Se trata de los mínimos encuentros para generar autonomía del sujeto y hacer un acompañamiento en ese sentido, y para eso tenés que estar formado y asumir que el dinero no es lo sustancial”, argumentó la profesional, quien hizo hincapié en la importancia de la formación de los acompañantes sexuales en discapacidad y sexualidad.
Los mitos en torno a la sexualidad de la discapacidad
En octubre de 2018, la sexóloga Joubanoba participó en el Congreso del Espectro Autista, donde muchas madres expresaron inquietudes acerca de cómo resolver aspectos vinculados a la vida sexual de sus hijos. Según la profesional, la educación en sexualidad “se resuelve de muchas formas, acompañándolos y no dirigiéndolos, o diciéndoles vamos hasta acá y de acuerdo a lo que ellos deseen o cómo quieran que se realicen las acciones”.
Los mitos relacionados a la temática son construidos por la sociedad y no se cuenta con estudios que los avalen. En este sentido, expresó que “no tienen más exacerbada su sexualidad, no son asexuados, no se masturban más que las personas sin discapacidad y lo que debe enseñársele, en algunos casos, es a tener intimidad para sus acciones sexuales a diferencia de otras personas que tienen una educación en ello. No son hipersexuales como la sociedad cree”, enfatizó.
El problema central, según Joubanoba, es que hay una “gran ignorancia” respecto a la discapacidad y a la sexualidad. “Y la ignorancia da miedo”, concluye la profesional.
Los pacientes llegan a su consultorio con la necesidad de disfrutar de su sexualidad en soledad o con sus parejas, también por problemas de disfunción sexual y con la necesidad de informarse sobre sexualidad por no haber accedido a la información en sus ámbitos más cercanos.
A propósito, la sexóloga coincide con la noción de que la sexualidad es mucho más que lo coital: “es la necesidad de tener intimidad, caricias, y poder tocarse a sí mismo o con otros”, explicó.
Antonio Centeno dirige la organización española “Tus manos, mis manos”, que se dedica a trabajar la sexualidad de personas con dependencia severa en lo motriz. En este proceso, se trata de enseñar (y sobre todo aprender) a usar las manos para generar placer. Centeno es el creador del documental estrenado en 2015 “Yes, we fuck!” (Sí, follamos!), en el que a través de seis historias se trabaja la temática de la sexualidad en PsD y el rol del asistente sexual, buscando generar mayor conciencia de ello en la sociedad.
La experiencia de los que cumplen el rol
la diaria entrevistó a una trabajadora sexual, que ejerce desde los 26 años. “Fui contratada por algunas personas con discapacidad severa, un cuadripléjico, parapléjico, una adolescente con síndrome de Down y una persona ciega; siempre respeté cómo ellos querían que hiciéramos las cosas, nunca intervine en la manera”.
Recordó, por ejemplo, cuando estuvo con una persona con discapacidad física que había sido operado de las dos muñecas: “Tenía las dos manos enyesadas en el posoperatorio y solo tuve que asistirlo a masturbarse”, comentó. Para ella, el asistente sexual “es quien puede decididamente trabajar con su sexualidad y su erotización o simplemente ser la herramienta para la consecución del orgasmo de la persona que tiene la discapacidad”.
En su experiencia, le ha sucedido que el entorno de la PsD le cuenta los cambios en la persona al disminuir el consumo de ansiolíticos, una mayor predisposición a la higiene personal y a ejercicios de fisioterapia. Al consultarle por qué creía que sucedía esto, manifestó: “lo más importante es que la gente empiece a ver personas sensibles detrás de cualquiera de las otras etiquetas que te puedan poner, y personas erotizadas y sexuadas. Pensemos la discapacidad en diversidad y dejemos de fijarnos en la forma y trabajemos en el proceso. Todo se aprende. Entre la acción y la inacción, podemos contribuir a que una persona se pueda superar, en lugar de dejarlo toda la vida en esa situación de inactivo o asexuado”.
Algo parece estar claro: en América Latina se está formando una red, integrada por académicos y militantes de la temática discapacidad, que busca fomentar la figura del acompañante sexual en la región con el objetivo de formalizar las cuestiones que suceden en relación a ello y de las que nadie habla.
Información general
El Grupo de Discapacidad (GEDIS) de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República fue fundado en agosto de 2005 y trabaja la temática discapacidad desde el Modelo Social para investigar e intervenir a través de insumos académicos en los ámbitos sociales, políticos, económicos y culturales. Está integrado por estudiantes avanzados, egresados y docentes de diferentes áreas sociales.
La doctora María Noel Míguez es Licenciada en Trabajo Social y Coordinadora del Grupo de Discapacidad en Facultad de Ciencias Sociales. Contacto: gedis@cienciassociales.edu.uy.
La sexóloga clínica Magdalena Joubanoba se dedica al diagnóstico y tratamiento de disfunciones sexuales en mujeres, hombres y parejas. Ha trabajado con pacientes en situación de discapacidad en diferentes momentos de su carrera. Conduce una columna en Viva la Tarde de Radio Sarandí donde habla de sexualidad y ha trabajado durante muchos años los vínculos entre sexualidad y discapacidad; próximamente conducirá un programa de televisión en Nuevo Siglo.