Ingresá

Opiniones | ¿Qué opina de la Operación Océano?

1 minuto de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Marta (contadora de ovejas): “Yo me pregunto: ¿dónde estaban las madres de estas chiquilinas cuando ellas se andaban prostituyendo por ahí? Para mí lo que hay es un caso claro de falta de valores. Seguro que son gurisas de algún asentamiento. Porque si fueran de buena familia, si tuvieran modelos de conducta dentro de su familia, como puede ser un padre gerente de una empresa o político, seguro que no terminaban en esa porquería. Al final es siempre una cuestión de valores”.

Teraldo (contrabandista interno): “Acá en Uruguay no se termina de entender que los empresarios dan trabajo. Fijate que todos estos empresarios les estaban dando a estas jovencitas la oportunidad de insertarse en el mercado laboral, de ganar dinero, de emprender su propio negocio, y en lugar de darles una medalla, que es lo que deberían hacer, los meten presos. Si seguimos con la venda ideológica y la corrección política, jamás vamos a ser un país próspero y desarrollado”.

Ronald (comentarista de autor): “No estoy de acuerdo con que se den los nombres de los implicados, porque a lo mejor les están arruinando la vida solamente por las acusaciones infundadas de unas loquitas. Fijate que si un tipo de 55 años disfrutaba todas las semanas de recibir en su casa a las amigas de su hija de 17 que iban a estudiar para los exámenes del liceo, ahora no va a poder hacerlo más, porque ellas ya no van a ir. El riesgo de que se cometa una injusticia es demasiado grande”.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura