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Ilustración: Ramiro Alonso

Los partidos, sus votantes y los plebiscitos

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Leído por Andrés Alba.
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Hoy es 21 de mayo. Faltan 40 días para las elecciones internas y 159 para las nacionales.

Las decisiones en plebiscitos de reforma constitucional son, en teoría, mucho más sencillas que las relacionadas con las elecciones nacionales, ya que hay sólo dos opciones, pero en los hechos son bastante complicadas de prever.

También, en teoría, son decisiones independientes, pero los antecedentes indican que sólo se han aprobado proyectos de reforma con un amplio y decidido apoyo partidario. Sin embargo, sería apresurado concluir que ese apoyo fue la causa de la aprobación: en estos tiempos, los partidos tienden a surfear sobre las encuestas, y más de una vez la evidencia de amplio respaldo popular ha forzado sus decisiones.

Sí parece claro que muchas personas no se toman el trabajo de buscar en el cuarto secreto una papeleta por el “Sí”, sino que dependen de que sus partidos preferidos la incluyan en los sobres que reparten masivamente. Esto tiene mucho que ver con el interés de los sectores frenteamplistas que apoyan la reforma sobre seguridad social, en que su fuerza política rediscuta su posición acerca de esta iniciativa, cuya aprobación será más probable si hay una decisión orgánica de ensobrar el “Sí”.

En forma simultánea con las elecciones nacionales de octubre habrá consultas populares sobre dos propuestas de reforma constitucional, como saben quienes leen esta columna (pero no necesariamente el abundante resto de la ciudadanía): la ya mencionada sobre seguridad social, impulsada por el PIT-CNT, y la planteada desde la Asamblea General para habilitar los allanamientos nocturnos. Varias encuestas sugieren que en ambos casos el pronóstico es complejo y no depende por completo del apoyo desde las cumbres partidarias.

Los dirigentes del actual oficialismo se oponen, por unanimidad y radicalmente, a la iniciativa del PIT-CNT, pero entre las personas que piensan votarlos hay —según las encuestas— un importante porcentaje de respaldo a esa propuesta, cercano a la cuarta parte, que es bastante mayor con relación a algunos de sus contenidos.

Al Frente Amplio (FA) le sucede algo parecido con la reforma sobre allanamientos nocturnos. Sus principales dirigentes se han manifestado en contra, aunque no lo han hecho con mucho énfasis, y entre quienes tienen previsto votarlos, las encuestas registran que a más de un tercio le parece bien que gane el “Sí”.

Dentro del FA algunos opinan que esto se debe, justamente, a la ausencia de mensajes claros y duros contra los allanamientos nocturnos, pero no da la impresión de que esta sea la única causa, si tenemos en cuenta lo que le pasa a la coalición de gobierno con la iniciativa sobre seguridad social.

En todo caso, es habitual que quienes defienden una propuesta de reforma la presenten como una solución obviamente necesaria, que sólo tendrá resultados beneficiosos para la enorme mayoría de la población. Desde este punto de vista, la carga de argumentar que no es así recae sobre los opositores al proyecto, pero también es cierto que a más de una iniciativa se la ha matado con la indiferencia, evitando que los que están menos interesados en cuestiones políticas se enteren de que existe. Aún es muy incierto qué pasará cuando se cuenten las papeletas en la noche del 27 de octubre.

Hasta mañana.

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