Hoy es 24 de junio. Faltan seis días para las elecciones internas y 125 para las nacionales.
Las elecciones internas frenteamplistas marcan, más que en ningún otro caso, un cambio de época. En el Partido Nacional parece nítida la ventaja de Álvaro Delgado, y es evidente que Luis Lacalle Pou puede prolongar por lo menos hasta 2029 su predominio interno, sin rivales fuertes a la vista. En el Partido Colorado hay una nueva camada de aspirantes al liderazgo, pero quien gane las internas tendrá por delante un largo y difícil trecho hacia la recuperación de la relevancia, en el que podrá mantenerse al frente o quedar al costado del camino. En Cabildo Abierto y el Partido Independiente no hay disputas por la postulación presidencial y se mantienen los perfiles de 2019, moldeados a partir de las decisiones de Guido Manini Ríos y Pablo Mieres. Ambos son casi de la misma edad, lejos del retiro con los criterios uruguayos, y sólo un gran descalabro electoral puede abrir espacio para que otros dirigentes los desafíen.
En el Frente Amplio (FA), hace cinco años era claro que llegaba a su fin el ciclo de predominio de Tabaré Vázquez, Danilo Astori y José Mujica, pero los tres estaban vivos y seguían políticamente activos en la medida de sus posibilidades. Hoy sólo está Mujica, aún con fuerte influencia pero físicamente acotado y sin competir por cargos electivos.
El desempeño de Daniel Martínez en 2019 lo dejó fuera de la contienda por el liderazgo, pero las características de Carolina Cosse y Yamandú Orsi hacen poco probable que pueda sucederles lo mismo. Por el contrario, da la impresión de que se mantendrán en los primeros planos con independencia de quién gane el domingo que viene y de cómo le vaya en las nacionales al FA, donde además se ha consolidado una segunda fila de dirigentes con grandes chances de seguir en carrera por un buen tiempo.
Solemos ubicar lo nuevo en casilleros viejos, y muchas personas ven en Orsi y Cosse continuidades de Mujica y Vázquez, pero lo más interesante está en diferencias determinadas por historias y personalidades.
Orsi no representa la ruptura con la política tradicional asociada con el ascenso de Mujica, no se despacha con meditaciones inesperadas ni muestra las mismas tendencias a la picardía y el ocasional desplante. Cosse no se destaca por la sintonía con lo popular que contrapesaba el perfil universitario de Vázquez, no maneja referencias culturales que le faciliten expropiarles apoyo a dirigentes de otros partidos, es menos conservadora ante la nueva agenda de derechos y, por supuesto, su liderazgo adquiere connotaciones distintas debido a que es mujer.
Una y otro han aprendido de las trayectorias exitosas de dirigentes anteriores, incorporando y descartando elementos tanto de Vázquez como de Mujica y también de Astori, para construir personajes adaptados al modo contemporáneo de hacer política. Se pueden complementar y potenciar, aunque no es seguro que vayan a hacerlo. En el juego que eligieron, muy poca gente, demasiado poca, se da por bien pagada con un segundo lugar, como cantaba Atahualpa Yupanqui. Veremos en qué medida construyen “unidad en la diversidad”.
Hasta mañana.