La Organización de las Naciones Unidas, por intermedio de su Programa para el Medio Ambiente, publicó la décima edición del “Informe sobre la disparidad en las emisiones” en el que “se evalúan los últimos estudios científicos sobre las emisiones actuales y futuras estimadas de gases de efecto invernadero”, las que se comparan “con los niveles de emisiones admisibles para que el mundo progrese en la trayectoria de menor costo hacia la consecución de los objetivos del Acuerdo de París”. Justamente, la diferencia entre el lugar en el que estamos y en el que necesitaríamos estar en las emisiones de dióxido de carbono (CO2) para cumplir con la meta de detener el calentamiento global en 1,5° C, como se estableció en el Acuerdo de París, es lo que denominan “disparidad de las emisiones”.
El informe no es, lamentablemente, muy tranquilizador. “Las emisiones de gases de efecto invernadero van en aumento, a pesar de las advertencias de los científicos y de los compromisos políticos”, señala. Muestra que esas emisiones aumentaron a razón de 1,5% por año en la última década. Pero hay más.
En este completo trabajo los investigadores afirman que “los miembros del G20 generan 78% de las emisiones de gases de efecto invernadero a escala mundial”, por lo que de alguna manera determinan “las pautas globales de emisiones y hasta qué punto se va a eliminar la disparidad en las emisiones en 2030”. En este contexto, el informe señala que, en conjunto, los miembros del G20 “están bien encaminados para cumplir los limitados Acuerdos de Cancún de aquí a 2020”, pero marcan que “siete países no están en el camino que les permita adherirse a sus compromisos en cuanto a las contribuciones nacionales en 2030”, mientras que en otros tres países “no es posible determinar la situación”.
“Nuestro fracaso colectivo para actuar de manera temprana y dura contra el cambio climático significa que ahora debemos hacer recortes profundos a las emisiones, más de 7% cada año, si lo desglosamos de manera uniforme durante la próxima década”, declaró el director ejecutivo del Programa para el Medio Ambiente, Inger Andersen. “Esto muestra que los países simplemente no pueden esperar hasta el final de 2020, cuando vencen nuevos compromisos climáticos, para intensificar la acción. Ellos, y cada ciudad, región, empresa e individuo, deben actuar ahora”.