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¿Qué se puede inferir de la evidencia disponible a 30 días de coronavirus en Uruguay?

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El 13 de abril, el nuevo coronavirus cumplió un mes desde el primer caso detectado. El físico Martín Monteiro escribió este análisis, “basado en evidencia, desde la perspectiva de un no especialista” que, además de dar información, plantea interrogantes esenciales de cara a la “nueva normalidad” o al abandonado “día después”.

El 2 de abril, tras analizar las estadísticas de casos de covid-19 en Uruguay, informaba que la epidemia estaba en una fase subexponencial. Hoy podemos apreciar que eso era así porque la curva de crecimiento estaba en su punto de inflexión, es decir que la epidemia estaba pasando su punto máximo de casos positivos diarios.

Un ajuste muy sencillo a los datos oficiales permite poner cierto orden en la información. Cabe aclarar que la pertinencia del ajuste utilizado se basa nada más y nada menos que en la experiencia acumulada por los epidemiólogos durante décadas de investigación con diferentes enfermedades contagiosas. De este ajuste se puede inferir que la primera ola de esta epidemia ya está pasando y se puede apreciar de varias formas equivalentes: 1) la cantidad de casos acumulados estaría alcanzando una meseta de entre 500 y 650 casos acumulados a lo largo de las dos semanas que siguen; 2) la curva de casos activos llegó a un máximo de 309 el 29 de marzo y desde entonces sólo ha disminuido (más allá de ciertas fluctuaciones esperables), debido a que la cantidad de personas que se recuperan es levemente mayor a la cantidad de nuevos positivos; 3) la curva de casos nuevos cada día (derivada de la curva de acumulados) alcanzó un máximo de 23 positivos diarios el 25 de marzo; 4) la tasa de crecimiento diario (en promedio semanal) se ha reducido en forma casi monótona en las últimas tres semanas, desde 61% al final de la primera semana hasta el 3% actual; 5) de forma equivalente, el tiempo de duplicación (es decir, el tiempo que demora la epidemia en duplicar los casos acumulados) ha venido aumentando de forma monótona: al final de la primera semana la epidemia se estaba duplicando cada 1,5 días, ahora la epidemia estaría demorando tres semanas en duplicarse.

¿Es esto realista? No. ¿Quiere decir que ya estamos quedando libres de covid-19 y listos para dejar el confinamiento en las próximas dos semanas? Por supuesto que no. Respuestas que dejan más preguntas: ¿por qué no es realista?; ¿para qué sirve el análisis anterior?

¿Por qué no es realista? El problema del subregistro y otros problemas metodológicos

Por múltiples razones metodológicas, la cantidad de casos positivos oficiales no refleja la cantidad real de infectados en el país. El problema del subregistro existe en todo el mundo. Hay evidencia que demuestra que esta enfermedad se propaga por intermedio de personas asintomáticas o levemente sintomáticas que no son diagnosticados y, por lo tanto, no caen dentro del radar de los números oficiales. Esto ocurre en Uruguay y en todos los países del planeta: hay muchos más infectados reales de lo que dicen los números oficiales a nivel global.

Por otra parte, los criterios no son uniformes en diferentes poblaciones ni lo han sido en el transcurso del tiempo. Existe sesgo económico, es decir, se han registrado más casos positivos en las clases altas que en las clases bajas. Además de las incertidumbres en la cantidad total de infectados, los datos presentan también grandes incertidumbres en el eje del tiempo, es decir, los positivos anunciados cierto día incluyen personas en diferentes fases de la enfermedad, lo cual desde el punto de vista epidemiológico no está ni cerca de ser lo ideal para seguirle el pulso a la propagación de la epidemia.

¿Para qué sirve el análisis anterior?

En primer lugar, los datos oficiales corresponden a cierta fracción de infectados. Son como la punta de un iceberg cuya evolución permite, hasta cierto punto, determinar el comportamiento del iceberg completo. La relación entre la cantidad real de infectados y la cantidad oficial de positivos es el factor de subregistro, y se puede acotar de varias formas.

Una primera forma es analizar otros indicadores más robustos, como la cantidad de hospitalizados y la cantidad de fallecidos. Estos números, a pesar de tener sus propios problemas de conteo (no es lo mismo un muerto con coronavirus que un muerto por coronavirus, y no siempre se hace tal distinción), aportan un grado mayor de certidumbre. Si el subregistro en Uruguay fuera grave, entonces las cantidades de hospitalizados y de fallecidos deberían ser muy superiores a las actuales.

Veamos lo que ocurre en algunos de los países con mayor cobertura de diagnósticos, como son Islandia, Alemania, Japón y Corea del Sur. Estos países presentan factores de mortalidad por covid-19 (en relación con la cantidad de positivos oficiales acumulados) de 0,5%, 2,3%, 1,6% y 2,0%, respectivamente. Uruguay está en 1,4% (y podría llegar a 3% en una proyección pesimista). Por supuesto que es muy difícil comparar el impacto de una enfermedad en poblaciones tan diferentes, pero estas comparaciones son muy útiles para situarnos en términos de órdenes de magnitud (no es lo mismo hablar de 0,1% que de 10%).

Lo que podemos decir es que el subregistro de Uruguay no es muchísimo peor que el que presentan otros países. Si quisiéramos tomar una cota, podríamos compararnos con el caso extremo, que sería Islandia (y tomar como hipótesis que las cifras oficiales en Islandia reflejan bastante bien las cifras reales, gracias al alto número de diagnósticos realizados). De ese modo nuestro factor de subregistro podría estimarse entre 3 y 6. Es decir que para obtener una estimación de la cantidad de casos reales en Uruguay habría que multiplicar los casos oficiales por un número que está entre 3 y 6.

Otra forma de acercarnos al factor de subregistro sería comparar la cantidad de casos positivos entre los prestadores de salud privados y los públicos en Uruguay. Bajo la hipótesis de que las pruebas realizadas por los seguros médicos privados refleja muy bien la cantidad real de infectados en las clases altas, entonces la proyección al resto de las franjas económicas arroja que el factor de subregistro total estaría entre 3 y 4.

Las dos estimaciones, muy diferentes, ofrecen, sin embargo, estimaciones del mismo orden de magnitud. Para fijar ideas, entonces, digamos que el factor de subregistro (f) es del orden de 4 (+-2). Entonces si f se ha mantenido en ese valor (o ha fluctuado dentro del margen dado) a lo largo de las primeras cuatro semanas de la epidemia en Uruguay, lo que podemos afirmar es: 1) que la evolución de la tasa de crecimiento es la misma para los casos oficiales que para los casos reales; 2) que la forma de la curva de crecimiento es prácticamente la misma; 3) que la tasa de crecimiento real se ha reducido de 61% a 3%, y 4) que estaríamos llegando a una meseta en la cantidad de casos acumulados reales.

De acuerdo con todo lo anterior, la primera ola de coronavirus ya estaría pasando y parecería estar bajo control. Entonces, ¿ya estamos listos para levantar las medidas de contención? No, absolutamente no.

¿Por qué no estamos listos para levantar las medidas de contención?

Analicemos la situación en la que estamos según dos escenarios posibles.

Primer escenario: los datos oficiales coinciden exactamente con la cantidad real de infectados (que ya mostramos que no es tal). Entonces estaríamos por llegar a una meseta de 650 personas que en algún momento estuvieron enfermas de covid-19.

Segundo escenario: el factor de subregistro es más o menos el que estimamos antes, entre 3 y 6. Entonces la cantidad total de personas que se enfermaron de covid-19 tendría su meseta entre 1.950 y 3.900.

Lo que muestran estos números, bajo cualquiera de los dos escenarios (incluso si el factor de subregistro fuera todavía mayor), es que la inmensa mayoría de la población sigue siendo susceptible a la enfermedad. Incluso si quisiéramos fantasear con la idea absurda de que todos los parámetros están rotos en Uruguay y que en realidad le estamos errando por un facto de 100, así y todo la población susceptible, aquella que nunca tuvo contacto con la enfermedad y que sigue indefensa ante esta es superior a 99%. Es decir que estaríamos muy lejos de alcanzar algo parecido a una inmunidad de rebaño o inmunidad colectiva, que hace que las enfermedades circulen dentro de las poblaciones con mucho menor impacto.

En resumen, la buena noticia del muy lento avance del coronavirus encierra en sí misma la mala noticia de que a nivel país estamos tan indefensos como al principio. Esto quiere decir que una relajación descuidada o irresponsable de las medidas puede generar un rebrote de la epidemia, es decir, provocar que el goteo de casos diarios se transforme en crecimiento descontrolado, trayendo una segunda ola que podría ser más grande que la primera.

Con este panorama, ¿cómo se debería proceder a partir de ahora? ¿Alguna idea?

Quienes deseen leer más al respecto pueden entrar al blog de Martín Monteiro, en el que el físico va agregando entretenidas notas no sólo de análisis del coronavirus sino también sobre temas relacionados con la física.

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