El 25 de agosto de 2025 se cumplirán 200 años de la declaración de nuestra independencia de Brasil y de nuestro regreso a las Provincias Unidas del Río de la Plata, y 100 de la inauguración del Palacio Legislativo. Ni nuestra independencia como estado ni la construcción del Palacio Legislativo fueron rápidas ni sencillas, y ni siquiera culminaron con las fechas oficiales. Las obras de construcción del edificio comenzaron en 1908, pero recién en 1913, y a impulsos de Batlle y Ordóñez, se decidió darle un carácter monumental. Esto implicaba el uso de materiales especiales, y no hubo que esperar mucho tiempo para que comenzaran los problemas, ya que en el mismo 1913 hubo algunas discusiones públicas, que fueron recogidas en las páginas del diario El Día, sobre el uso de los mármoles de Carapé, que fueron finalmente descartados.
En 1915 la comisión legislativa optó por utilizar los mármoles de la cantera Burgueño (cercana a Pan de Azúcar), que había adoptado recientemente el modesto nombre de Nueva Carrara. Ese mismo año, el segundo número del boletín del recientemente creado Instituto de Geología y Perforaciones se dedica a un informe del ingeniero de minas Rolf Manstrander (contratado en 1914) sobre las riquezas minerales de Uruguay. En él se lee respecto de los mármoles de Burgueño-Nueva Carrara: “Deseo establecer que sería un serio error aceptar este mármol o caliza para la construcción del Palacio Legislativo, o edificios espléndidos similares, sin antes someter el depósito y la piedra a un prolijo examen técnico por un profesional competente”.
El más destacado profesional competente del momento era sin duda el doctor Karl Walther, quien había arribado a Uruguay en 1908 para hacerse cargo de la primera cátedra de Geología de nuestra Universidad. A Walther se le encomendó posteriormente un informe, que resultó muy crítico acerca de la utilización de dichos mármoles para el exterior del Palacio Legislativo. Más allá de este documento en particular, es importante anotar que Walther fue realizando consideraciones sobre la viabilidad de la explotación de los mármoles y otras rocas de diversas localidades del país en diferentes publicaciones académicas desde 1909, un año luego de su arribo, y hasta el final de su vida. En el caso del Palacio, basado en sus estudios de campo y laboratorio, era contrario a la utilización de los mármoles nacionales para la fachada –no así para el interior– del edificio, ya que consideraba que sus imperfecciones (rajaduras, inclusiones de otros compuestos, como el óxido férrico) lo hacían especialmente vulnerable a la acción de los agentes atmosféricos.
Inauguración del Palacio Legislativo, aún en construcción, 25 de agosto de 1925.
Foto: CdF, s/d de autor
Disparen contra la academia
Las conclusiones de Walther no agradaron al espíritu nacionalista o “patriótico” de la época y, por supuesto, tampoco a quienes proveían el citado material. Una de las consecuencias más visibles de este desagrado fueron unos artículos del ingeniero José Foglia, director técnico de la construcción del edificio, publicados en El Día a principios de marzo de 1924. Curiosamente, se trató de una refutación pública a un informe inédito, ya que hasta entonces el reporte de Walther no había sido publicado. Los artículos de Foglia fueron básicamente una suma de epítetos dirigidos al geólogo alemán (“ridículo”, “incompetente”, “indigno de un profesor”, “ignorancia”, etcétera), pequeñas citas descontextualizadas, cuestiones de nomenclatura, apelaciones a la “experiencia técnica” e informes inéditos de otros expertos que, más allá de su indudable competencia técnica, trataban de resistencia a la presión o a la congelación, pero no a la resistencia a los agentes atmosféricos.
Walther contestó a fines del mismo mes, en tres partes. En ellas tuvo que explicar brevemente sus afirmaciones expresadas en un informe que nadie conocía y de las que no se apeó, afirmando además su carácter meramente técnico.
Inmediatamente a los artículos de Foglia y antes de la respuesta de Walther, se publicó también en El Día otro informe sobre los mármoles, esta vez de la autoría de Maurice Lugeon, un reputadísimo geólogo suizo de la Universidad de Lausana. Lugeon estuvo por unas semanas en Uruguay, contratado por el Ministerio de Obras Públicas para evaluar el emplazamiento de una represa para generación hidroeléctrica, un tema de su especialidad y uno de los que lo habían llevado al reconocimiento internacional. La nota de Lugeon, escrita a solicitud de la empresa proveedora de los mármoles, es de un carácter generalista-poético, denotando claramente su falta de contacto real con el tema. Por momentos da la impresión de estar leyendo un folleto propagandístico. Llama la atención este artículo fuera de contexto de quien ya era, y siguió siendo, una personalidad en el mundo de la geología y la geografía.
Afortunadamente, todo lo escrito antes, incluso el hasta entonces inédito informe de Walther, fue reproducido en 1925 en Agros, la revista de la Asociación de Estudiantes de Agronomía. Cien años después, sigue siendo digno de destacar este esfuerzo estudiantil en pro de la transparencia como la mejor defensa de un apreciado profesor. Luego de esta publicación, se extinguieron los intercambios. No se intentó más refutar la opinión académica, pero de todos modos el revestimiento con los discutidos mármoles ya era un hecho consumado. Desde entonces las publicaciones sobre la historia del Palacio Legislativo sólo dedicarán un par de renglones que hacen referencia a que hubo una polémica al respecto.
Portada de la separata de Argos, con el informe de Karl Walther, 1925.
Y los mármoles le hicieron caso a Walther
Y al final, ¿qué pasó con los mármoles? En general, quienes han escrito o difundido la historia del Palacio Legislativo tienden a ser condescendientes con sus constructores y a señalar que el desgaste del material es inexorable, que se produce en todas las rocas de este tipo, etcétera. Incluso han llegado a comparar su deterioro con el de antiguas edificaciones griegas (el Partenón, por ejemplo), en un cambio de escala un poco desmedido.
Sin embargo, ya en 1924, aún antes de su inauguración, se constataba la existencia de mármoles exteriores fisurados, algunos pegados con pórtland o incluso en partes muy elaboradas, sustituidas con dicho material. Posteriormente se ha seguido observando un notorio deterioro de los mármoles exteriores. Incluso hoy en día, en artículos de prensa referentes al remozamiento del edificio con motivo de su centenario, se mencionan reparaciones con estuco, lo que indica la presencia de averías de cierta entidad.
Claramente la perspectiva del académico era la correcta: los mármoles exteriores sufrieron un deterioro demasiado rápido, aun para la escala de una generación humana.
De todos modos, se podría argumentar que el uso exclusivo de mármoles nacionales fue importante como un gesto de autoafirmación nacional o fomento de la industria local, y que valió la pena pagar ese precio. Pero ese es otro tema.
Sergio Martínez es docente del Departamento de Paleontología del Instituto de Ciencias Geológicas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República. Ciencia en primera persona es un espacio abierto para que científicos y científicas reflexionen sobre el mundo y sus particularidades. Los esperamos en ciencia@ladiaria.com.uy.
Lecturas para profundizar
Autores varios (Walther, Foglia, Lugeon, AEA).1925. Polémica sobre el material de revestimiento del Palacio Legislativo originada por el informe presentado por el Dr. Walther. Agros. Revista de la Asociación de Estudiantes de Agronomía 1924-1925, 4 (2). 40 pp.
Separata de Agros, 1925: Walther, K. 1925 El material de revestimiento del Palacio Legislativo de Montevideo. Castro y Pizarro, Montevideo 40 pp.
Baumann Santana, N. 2017. Historia de la Minería en el Uruguay a comienzo del siglo XX. 1903-1930. Una historia poco conocida. Roger Holly, Montevideo. 557 pp.
Marstrander, R. 1915. Informe preliminar sobre las riquezas minerales de la República Oriental del Uruguay. Boletín del Instituto de Geología y Perforaciones, 2: 1-87.
Tosoni, L.E. 2019. El proyecto monumental: la construcción del Palacio Legislativo y el trazado de la avenida Agraciada, Montevideo 1887-1945 Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo (UBA, FADU), Buenos Aires. 174 pp.
Veroslavsky, G., Ubilla, M. & Martínez, S. 2004. Karl Walther. Primer Catedrático de Geología en Uruguay. In: Veroslavsky, G., M. Ubilla y S. Martínez (eds.) Cuencas sedimentarias de Uruguay. Cenozoico: 357-384. DIRAC, Montevideo.