Lo que para nosotros es la primavera no suele ser una época de grandes lanzamientos; no es una cuestión de capricho, sino que estos meses no son redituables en Estados Unidos o Europa para asegurar el éxito de un producto totalmente nuevo. Todo se suele resumir en secuelas y deportes, pero vale la pena tener los ojos abiertos.
En primer lugar, hablemos de fútbol. Los dos grandes de la simulación de lo que ellos llaman soccer lanzan sus títulos habituales. El gigante japonés Konami lanza el 14 de setiembre Pro Evolution Soccer 2018. Más allá de sus pequeñas mejoras por aquí y por allá, esta última versión de PES se destaca por tener en su portada nada menos que a Luis Suárez. Dos semanas después, el 29 de setiembre, saldrá su eterno rival: FIFA 2018. El dominante en ventas de los últimos años también juega con esta modalidad de lanzar un título bastante parecido a su anterior, con algún pienso extra y las alineaciones actualizadas.
El básquetbol también tiene su duelo en primavera. El juego hegemónico en esta materia es NBA 2K18; a diferencia del fútbol, en el que EA Electronics gobierna con FIFA, en este caso su NBA Live 18 tiene que remar mucho para poder acercarse al producido por 2K Games.
Lejos del deporte tenemos el lanzamiento de Destiny 2, uno de los juegos más esperados del año. Su antecesor supo tener expectativas altas y una salida al mercado que dividió las aguas. Si bien defraudó a muchos por unas decisiones pobres de diseño y el abuso de las microtransacciones, a millones de jugadores les resultó tan adictivo como para no tocar otro videojuego en estos tres años. Lo certero es que Bungie sabe lo que hace, y se espera que haya aprendido de los errores y explote las bondades del título que tiene entre manos: un shooter multijugador en línea que es una de las mejores experiencias para compartir entre amigos, con gráficos de primer nivel y una sensación de progresión –tan satisfactoria para el jugador– que puede enganchar a cualquier despistado que quiera ingresar en su mundo.