La itinerancia es una característica fundamental del circo. Fiel a esa esencia, la compañía Tranzat, surgida en 2014, regresa a Montevideo de una gira que la llevó por numerosos pueblos y ciudades, en la que recorrió Uruguay pero también cruzó fronteras e incluso el océano Atlántico, habiendo participado en 12 festivales. “Un rodaje impresionante que sólo te puede dar el haber realizado una cantidad de funciones (hoy ya supera las 200 en tres años) recibiendo la crítica y el apoyo del público local y también el internacional. Esto genera conocimiento de la obra por parte de todos los actores y permite que el show se desarrolle naturalmente, sin corridas y disfrutando cada parte. También ha generado mucha convivencia y aprendizajes de todo tipo en cuanto a lo humano y también en lo artístico, al tener que adaptar la obra a condiciones muy distintas en teatros, carpas de circo y espacios alternativos de Uruguay, Francia y Argentina”, cuenta Iván Corral, productor ejecutivo de Tranzat.
Nacido del encuentro creativo entre la compañía francesa Bazar Forain y la Mini Compagnie –integrada por artistas nucleados en el galpón montevideano El Picadero–, Tranzat surgió como un proyecto de cooperación e intercambio artístico transoceánico. Durante mayo estará en Montevideo, en la sala Verdi (Soriano 914), con su espectáculo Yenn, que se estrena hoy y se presentará los sábados a las 21.00 y los domingos a las 19.00.
Dirigida por Corral y Gonzalo Pieri, la obra se define como “una reacción en cadena” en la que se pone en escena “la lucha de unos ilusos soñadores para hacer realidad su fantástica utopía; en el encuentro, distintos personajes, equilibristas y alquimistas del humor transforman todo lo que tocan en risa”. Aunque no se trata de un espectáculo dirigido específicamente al público infantil, “los niños lo disfrutan un montón”, le cuenta Corral a la diaria. “El contenido de la historia se transmite a través del lenguaje universal de la acción, casi sin que aparezca el texto, y genera la atención de los más pequeños tanto como la de los adultos”, explica.
“Es una obra que se caracteriza por la sencillez de su puesta en escena, por trabajar con elementos muy cotidianos y tener una estética rústica, noble, con una atractiva composición musical que suena en vivo y cinco personajes que se divierten mucho haciendo lo que saben con un público que enseguida se hace cómplice”, resume Corral. Sorpresa, imaginación, juego, simpleza y complicidad son algunas de las palabras con las que la compañía describe esta propuesta de circo contemporáneo, en la que se destacan una fuerte construcción musical y una escenografía cuyo elemento principal es la madera. En cuanto a la inscripción en el rótulo “circo contemporáneo”, el director comenta: “Es una modalidad que se diferencia de la corriente de circo tradicional principalmente en cuanto a criterios estéticos, y también porque el código escénico que maneja es mucho más teatral: los números de circo están al servicio de la obra y el virtuosismo no es un fin es sí mismo sino parte de una construcción más compleja”, señala.
Es una buena opción, entonces, para mantener ese aire ancestral del circo, que se actualiza cada vez en los ojos maravillados de un niño ante una acrobacia imposible.