Un “río de barquitos de papel” hechos en origami, una técnica con la que Miguel de Unamuno canalizaba sus crisis de ansiedad, integra un espacio escénico de vacíos deliberados, con proyecciones conceptuales y muebles de época como islas entre las que se mueve el protagonista, que es el ensayista y filósofo español en instancias de repliegue y de confrontación.
Es 1930 y en medio de una España convulsionada, tras seis años de destierro, don Unamuno vuelve como docente a la Universidad de Salamanca y pronuncia una frase cargada de ironía. En ese eje mueve la ópera prima de Leonel Schmidt, quien debuta además dirigiendo a Walter Rey.
Para entender cómo un autor de 27 años termina fascinado por un intelectual de la generación del 98 hay que viajar cinco años atrás. Un intercambio lo llevó a tomar contacto con el legado de Unamuno: “Es imposible, si estudiás en Salamanca, no ver esa figura”, comenta. La locación era la propia universidad, fundada hace 800 años.
Cuando supo que entre los géneros que había escrito figuraba el teatro, buscó sus obras pero las encontró irrepresentables “porque no tienen un anclaje con nosotros hoy”. Entonces tomó apunte mental: “Algún día voy a escribir algo sobre él”. A principios de año Schmidt se quedó sin trabajo –su campo es el marketing y la comunicación–, así que se le espació la agenda como para investigar sobre Unamuno. “Y empecé a encontrarme con que tenía un vínculo gigante con Uruguay, en la generación del 900 y en la del 24. En libros de recopilaciones de cartas primero me encontré con su relación con Vaz Ferreira, con Zorrilla, con Zavala Muniz, y después con todas las poetas, con María Eugenia [Vaz Ferreira], Delmira [Agustini], Juana [de Ibarbourou]. Empecé a indagar y ahí me dije que esta obra tenía que ir para ese lado, por lo menos en una parte. De ahí surgió el proyecto. Igual siempre supe que quería tomar el momento en el que él vuelve del destierro y dice esa frase de Fray Luis de León, al que también habían destituido de la Universidad de Salamanca. ‘Como decíamos ayer’, dice, con un peso filosófico muy fuerte, con todo lo que había pasado desde que se fue. Unamuno la retoma, ¿pero qué pasó antes de que decidiera que iba a empezar su clase de esta manera?”.
El texto se terminó de construir en los ensayos y Schmidt entiende su obra como un puzle que el espectador arma entrando en código: un monólogo que transita tres tiempos. “Hay dos ‘presentes’ y un ‘futuro’: uno previo, en la soledad de su despacho, otro en el que hay un personaje que narra el proceso del actor buscando cómo interpretar a Unamuno. De hecho el principio de la obra, que es Walter Rey actor, lo ficcionó él mismo y yo le di un toque literario, pero cuenta sus cosas. Después tenemos al Unamuno del futuro para Unamuno, cuando está a un mes de morir, que hace toda una revisión sobre lo equivocado que había estado sobre Franco. Nos parece importante tomar ese lado, que no es oscuro sino totalmente humano, y además asume el error con altura”.
Como decíamos ayer. Escrita y dirigida por Leonel Schmidt, con la actuación de Walter Rey, se estrena en el marco del Segundo Festival Internacional Cervantino de Montevideo. Equipo de investigación: archivos históricos y documentales, Diego Viera, asesoramiento sobre Carlos Vaz Ferreira, Agustín Courtoisie. Funciones: martes 25 de setiembre y 2 de octubre a las 20.30 en la sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional del SODRE con entradas a $ 350 (2x1 para Comunidad la diaria), y 27 y 28 de octubre en el Centro Cultural de España.