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Mural del proyecto Books on Wall, en Palermo.

“Un silencio bárbaro”: el proyecto que une música, murales, relatos y realidad aumentada en las calles de Palermo

7 minutos de lectura
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Homenaje a los sonidos de un barrio con historia y un intenso vínculo con la música, “Books on Wall” es un proyecto que entrelaza muralismo, realidad virtual y literatura.

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[Esta nota forma parte de las más leídas de 2019]

En la tardecita del miércoles 6 quedó inaugurado Books on Wall, un recorrido narrativo por 17 murales que abarcan cinco manzanas del barrio Palermo y comienza en una placa metálica ubicada en la plaza Ramón Gómez, en Magallanes y Durazno. La intervención es iniciativa del arquitecto, muralista e ilustrador italiano Fulvio Capurso, que reunió el trabajo de un equipo integrado por una treintena de personas.

La peculiar experiencia de lectura se lleva a cabo mediante una aplicación que se descarga en celulares con sistema operativo Android (por ahora; la idea es que también se puede usar con iOS) y permite vivir una experiencia sensorial mediante realidad aumentada, que incluye narración, imagen y música.

El cuento que narran las paredes del viejo barrio montevideano se titula Un silencio bárbaro y fue escrito en colaboración por Sergio López Suárez, Javier Martínez y Capurso. “Escribir el cuento fue todo un desafío. Lo hice junto con Javier y comenzamos a trabajar en eso cuando ya había varios murales prontos. La idea, el requisito, era que la narración uniera todos los murales. Nosotros escribíamos y le mandábamos lo que íbamos produciendo a Fulvio, que tenía en su cabeza el sentido completo del proyecto. Los primeros textos eran muy largos e implicaban estar un buen rato frente al mural, así que los fuimos alivianando; trabajar con Javier, que es periodista y está habituado al lenguaje del guion, me permitió ir adaptándome a la extensión y el ritmo más adecuados a la propuesta. Empezamos en 2017 y trabajamos mucho, aunque tranquilos, disponiendo del tiempo, en un constante ida y vuelta”, dice López.

“El relato funciona igual que un libro. Empieza por la carátula, por eso la aplicación tiene un punto de partida. Una vez que la persona se descarga la aplicación, va al punto de inicio, enfoca el logo con su cámara e inmediatamente comienza el cuento. El movimiento de dar vuelta la página en un libro común se hace en este caso yendo de un mural al otro; en cada uno hay un narrador, personajes que cobran vida, sonidos, música. Entre un mural y otro, que distan no más de una cuadra entre sí, hay música de fondo: tambores, trompetas, jazz, algún silbido. El cuento trata de que un día el barrio amaneció en completo silencio y los niños se juntaron para rescatar los sonidos del barrio”, detalla Manuel Rivoir, responsable de comunicación del proyecto.

Más allá de la tecnología innovadora puesta en acción, una de las trazas más interesantes de este proyecto, que pone en colaboración diversas disciplinas artísticas –street art, ilustración, literatura, música–, es que posibilita un vínculo peculiar, diferente, enriquecido, con el barrio y que invita a recorrer las calles, a disfrutar de esos viejos muros que siempre estuvieron allí, a mirarlos con otros ojos y a dejarse llevar. Es posible, además, disfrutar de la experiencia estética tanto con la aplicación como sin ella, y en cada caso se obtendrán sensaciones e historias distintas. “Queremos que sea un regalo para el barrio y que cualquier montevideano pueda acercarse en cualquier momento, porque no tiene costo y es una experiencia libre. La aplicación te va guiando por todos los murales y por el cuento. Lo ideal es venir un domingo, cuando hay menos tránsito de vehículos, y en el horario de la caída de la tarde, para que no queden espacios de luz plena y otros de sombra –eso puede ser un problema para que funcione bien la aplicación– y pueda disfrutarse plenamente de los murales”, recomienda Rivoir.

Efecto contagio

Sobre el vínculo con el barrio y su gente, y sobre la génesis del proyecto, Capurso recuerda: “El cuento empezó a partir de dos o tres murales que pinté sin saber bien cuál iba a ser la historia, y que tenían como protagonistas a unos niños. Es algo relativamente reciente, que seguramente esté ligado a que hace un año y medio nació mi hija, Doris. Por otra parte, soy arquitecto e ilustrador además de muralista, y en ilustración he trabajado bastante en libros infantiles: ese mundo pertenece un poco a mi mirada. Empecé a ver que en el barrio estaba lleno de pequeños muros y lugares que era posible intervenir: paredes viejas que ya tenían mucha historia y que me encanta reinterpretar y darles un guiño. Quería transmitir sentimientos positivos, genuinos, como son los de los niños. También me interesaba que en el transeúnte, al pasar sin usar la aplicación, se despertara el niño que lleva adentro, la curiosidad de descubrir la ciudad. Hay personajes arriba de una ventana, o colgados de una pieza metálica que sobresale de un muro, un niño que le dice un secreto a otro en una azotea. Esto funciona como una invitación a redescubrir la arquitectura del barrio, a jugar, a andar felices por la vida, sin pensamiento. Al mismo tiempo, por sus características, los murales despiertan la curiosidad de la narrativa: son momentos de algo que está pasando y así se perciben. Uno se pregunta qué está haciendo ese niño, o de dónde viene, o por qué está ahí junto con aquel otro”.

No aparecen 17 murales pintados en sendos muros de la noche a la mañana y sin que nadie lo note. Hay un proceso en ello, un trabajo que, por supuesto, no pasó inadvertido para el barrio, que lo abrazó y lo hizo propio a partir de un primer movimiento impelido por la curiosidad. “Una de las cosas que pasaban con el proyecto era que, a medida que Fulvio y otros artistas intervenían las fachadas y pintaban, la gente se acercaba y hacía preguntas. En un momento ocurrió que en cinco manzanas del barrio había 17 murales, todos con niños y con un estilo similar, una lógica, por lo que la gente comenzó a preguntarse qué pasaba y a percibir que los murales hablaban. A veces, incluso, en las redes sociales escribían sus propias historias. Más allá de que los 17 murales tienen una historia que contar, como cualquier pieza de arte el espectador puede absorberla, decodificarla y armar su propio relato de acuerdo con su estado de ánimo, hacer su propia lectura”, afirma Rivoir.

Un poco de historia

Aunque el alma máter es Capurso, en este proyecto participaron muchas personas, de diversas maneras, en un proceso de trabajo que llevó más de dos años y que contó con el aporte de los Fondos Concursables para la Cultura que otorga el Ministerio de Educación y Cultura, que con su dotación económica posibilitó el inicio.

“El proyecto surgió hace dos años y medio a raíz de una idea de Fulvio. Él es italiano pero hace siete años que está radicado en Montevideo en el barrio Palermo, que tiene una identidad cultural que lo hace especial y está muy vinculado a la música. Es el barrio de los tambores, de las Llamadas; además, residen muchos músicos. Por otra parte, es un barrio en el que los vecinos se conocen, hay pocos comercios y muchas familias. Y Fulvio, que es arquitecto, vio también cierto paisaje arquitectónico interesante para intervenir. A partir de ese combo de cosas concluyó que Palermo era el barrio ideal para comenzar con este proyecto. ¿Qué pasa si los murales dejan de ser una pieza única y empiezan a interactuar? ¿Qué pasa si se propone vivir un cuento? Se presentó la idea a los Fondos Concursables, y gracias a ese fondo, que son unos 200.000 pesos, se echó a andar. Se sumó el aporte de la empresa Roots Studio y el de los colaboradores: el equipo está integrado por unas 30 personas que cobraron por debajo de lo que deberían, porque consideraron que el proyecto lo valía y quisieron aportar de esa forma. También se sumaron vecinos –niños, niñas, adultos– que dieron la voz a los personajes”, cuenta Rivoir.

También Suárez destaca la participación de los más pequeños: “Nosotros les pusimos nombres provisorios a los personajes, porque los definitivos serían los de los niños del barrio que les darían voz. Quedé contentísimo porque está muy bien interpretado por los chiquilines: se necesitaba que fueran buenos lectores, que pudieran transmitir, y vaya que lo lograron”.

De la tecnología a la vereda

Hay un aspecto de todo esto que radica en la novedad de lo que habilita la tecnología de realidad aumentada. Se trata de un proyecto innovador, en la medida en que ese recurso se lleva a una expresión poco habitual. “Lo que me parecía más interesante y novedoso, porque no hay ejemplos similares en el mundo, es la narrativa. Si bien existen muros con realidad aumentada, en mis experiencias e investigaciones había visto que por lo general mostrar las posibilidades de la tecnología es un fin en sí mismo, con grandes efectos –por ejemplo, una pieza en 3D que salga de una pared–. La decisión del equipo fue dedicarle más espacio al sonido y al audio, teniendo en cuenta que el cuento está dedicado al sonido del barrio, y no agregar efectos especiales como un fin en sí mismo sino sólo en la medida en que sirvan para conectar el audio con la imagen y establecer la narrativa del cuento. Decidimos usar la tecnología, no la negamos, pero también queremos sacar a los niños a la calle, a jugar, a recorrer y conocer su barrio, y que no se limiten a estar encerrados en su casa frente a la pantalla con un videojuego”, explica Capurso.

A futuro, los artistas tienen la expectativa de replicar esta primera experiencia en otros lugares, en otras ciudades. “Se vio que Palermo era el barrio ideal para comenzar con este proyecto, que aspira a que más cuentos, de diferentes partes del mundo, puedan integrarse a la aplicación. La idea es que cualquier colectivo de artistas pueda sumarse y que pueda haber una biblioteca de cuentos y murales interactivos en distintas ciudades. Hay interés, pero todavía no hay nada concreto. Todos están expectantes de ver cómo resulta esta primera experiencia, que es novedosa, desafiante e interesante”, comenta Rivoir.

Manual de instrucciones

  1. Descargá la aplicación. Antes de salir de paseo descargá “Un silencio bárbaro” desde la página www.booksonwall.art. Te recomendamos usar conexión wi-fi. Asegurate de tener la batería de tu dispositivo completamente cargada para cuando vayas a realizar el recorrido.

  2. Buscá el símbolo BooksOnWall. Dirigite al punto de partida (Magallanes y Durazno) y buscá el símbolo de BooksOnWall sobre una placa de metal. Abrí la aplicación y apuntá con la cámara.

  3. Disfrutá la aventura. La aplicación te guiará por el recorrido de los murales que conforman la historia del cuento. Usá auriculares para potenciar la experiencia. Recordá que estarás caminando por calles donde circulan vehículos. ¡Prestá atención!

Concepto original: Fulvio Capurso. Murales: Fulviet, Pardos (Demo y Lolo), Maldito Bastardo, Hudhen, Jaime Molina y David de la Mano. Historia: Sergio López Suárez, Javier Martínez y Fulvio Capurso. Fotografía: Cristóbal Séverin, Flora Pozzobon, Sofía Casanova y Fulvio Capurso. Desarrollo: Martín Terragona. Interfaz app/web: Cristóbal Séverin y Fulvio Capurso. 3D: Rodrigo López. Música y sonido: Pablo Fagúndez, Matías Nario y Bettina Chávez. Colaboraciones instrumentales: Gonzalo Franco, Fernando Nathan, Mauricio Clavijo, Tato Garré, Ignacio Aldabe y Ben Leeb. Voces: Pablo, Dago, Sara, Lucía, Ana, Mateo, Amit, Aylén, Isabela, Luca y Julieta. Grabaciones: Pablo Fagúndez, Pablo Notari y Matías Nario. Comunicación: Manuel Rivoir, Flora Pozzobon y Miguel Virizuela. Instalación de piezas metálicas: Yves Cohen, Marcelo, Pablo, Brian y Fulvio Capurso.

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