“Bolani es en el escenario”, planteó más de una vez Jorge Curi. Y Bolani dice que sí; que en escena se comprende un poco más “la vida que te rodea”. A Jorge Bolani se lo recuerda por sus minuciosas pausas, sus personajes tan diversos, que van desde el Martín Santomé de La tregua y el teórico ruso Vsévolod Meyerhold a Herman, el hermano exitoso en Whisky. A lo largo de estos 50 años, participó de obras que se mantuvieron durante años en cartel (como ¡Ah, machos!) y fue dirigido por referentes como Omar Grasso, Antonio Larreta y Curi.
En 2014, cuando se despidió del elenco de la Comedia Nacional, Bolani decía que el teatro ocupaba un lugar sociocultural decisivo, y que tenía un rol: “Después podemos hablar mucho sobre si el público estadísticamente está viendo mucho más internet, televisión, cable, etcétera, que yendo al teatro. Pero esa va para otro lugar. Yo me refiero a cuando el hecho teatral se produce y el público lo recibe”, explicaba, refiriéndose a ese poderoso acontecimiento que modifica el concierto de la realidad, el modo de comprender el mundo.
El viernes, Bolani interpretará a John Barrymore (1882-1942), la estrella del cine mudo y sonoro y parte de la dinastía de actores que comenzó a fines del siglo XIX –y se extiende hasta hoy, con Drew Barrymore–, con una importante e inconstante carrera: se lo consideró uno de los mayores actores de la época (conocido como “El gran perfil”, por sus facciones), con memorables papeles en el cine (Grand Hotel, Edmund Goulding; Cena a las ocho, George Cukor; La comedia de la vida, Howard Hawks) y el teatro (con roles shakespeareanos como Ricardo III y Hamlet), y murió en 1942, con problemas de memoria y consumo de alcohol.
La obra se ubica en plena Segunda Guerra Mundial y sigue a un veterano Barrymore que, un mes antes de morir, decide alquilar un teatro por una noche sólo para recordar la letra de Ricardo III y comprobar si es capaz de volver a escena.
“Es muy particular la forma en la que di con este texto”, dice Bolani, unos días antes del estreno: “Hace años, una conocida viajó a Inglaterra y vio a Christopher Plummer haciendo este rol en Barrymore, porque William Luce escribió la obra para que él la representara, y le dedicó el texto. Cuando volvió, me dijo que yo tenía que hacer esa obra, y me trajo el programa original. Eso fue hace 23 años”.
El año pasado decidió obtener el texto como fuera: “Cuando lo leí realmente me prendió, porque es un actor contando la vida de otro actor. Esto es una de las cosas que más movilizan, además de que el autor construyó una ficción a partir de datos reales, y contiene mucho de su biografía”.
Bolani vivió el proceso creativo como “terriblemente complejo”: “Seguramente por mi edad y por el estado de compromiso, conciencia y sentido de la responsabilidad. Es casi un unipersonal, y me gustaría tener la energía de cuando hice Variaciones Meyerhold. Pero voy a tratar de adaptarme a mi energía actual y a mis posibilidades para hacer esto que es todo un envión”.
Tres escenas de "Barrymore" por Bolani
“En un momento, él reflexiona sobre su vida, y es un instante de viaje interior entre lo que pudo haber hecho y lo que hizo; es consciente de que desperdició cosas de su vida que lo podrían haber conducido a rumbos distintos. De todos modos, lo que obtuvo en su momento fue increíble, y se trató de un tipo adorado en el cine de los 20 y 30. Cuando pasó al teatro hizo un Hamlet y un Ricardo III que llamaron la atención de Laurence Olivier, por ejemplo. Después, Barrymore se dispersó por el tipo de vida que eligió, por su alcoholismo”.
“En la obra, Barrymore, en plena decadencia, consigue unos dólares para alquilar una sala de ensayo por unas horas, y ver si él todavía puede sostenerlo. Se somete a una prueba a sí mismo, quiere ver si puede llegar a ser lo que fue, porque tiene problemas de memoria, abstinencia al alcohol, temblores. Después de varios años de gloria y una gran caída, se hace estas preguntas. En el transcurso, la obra pasa por muchos pasajes de humor, de broncas, habla de allegados, de su familia artista”.
“En la obra también se incluyen muchos fragmentos shakespeareanos: en un momento, dice, ‘quiero sentir de nuevo ese escalofrío’, y se refiere a interpretar los versos de Shakespeare. Es una imagen muy linda. Y cuando hace Hamlet llama la atención por la naturalidad, sobriedad y austeridad que le infiere, que era impensado en esa época. Él hizo algo muy moderno, muy vanguardista y sorprendió a todo el mundo, porque lo despojó de toda la solemnidad del “to be or not to be”, versos que siempre son un desafío y un paradigma para todo actor. Él les da un tono cotidiano y desprovisto de artificio, que realmente es revolucionario. Eso es lo que trataremos de emular”.
Barrymore, de William Luce. Dirección: Alfredo Goldstein. Con Jorge Bolani y la participación de Rodolfo Requejo. Zavala Muniz. Desde el 3 al 12 de mayo (viernes y sábados a las 20.30; domingos, 19.00). $ 400.