El nuevo álbum de Hablan por la Espalda (HPLE) se llama Afuera y verá la luz el viernes en plataformas digitales (más adelante saldrá en CD y en vinilo, como es costumbre de la banda). Contiene diez canciones que muestran al grupo en su máxima expresión: puras guitarras eléctricas que desprenden aguerridos y distorsionados riffs; batería contundente, pero, a su vez, con un groove que logra que se pueda bailar perfectamente, y la voz irreverente y lasciva de Fermín Solana. Con él y con su hermano y compañero de banda, el guitarrista Martín Solana, conversamos a raíz de la salida del disco y su presentación, que será el jueves 13 a las 21.00 en La Trastienda. Cómo surgieron las canciones, los nuevos integrantes del grupo, sus influencias no musicales y hasta los motes que les han puesto fueron los temas que charlaron con la diaria en el bar Las Flores.
Lo primero que salta al escuchar el disco nuevo es que no hay teclado y es pura guitarra, con un sonido crudo. ¿Qué pasó? ¿Se cansaron?
Fermín Solana (FS): Se cansaron ellos...
Martín Solana (MS): Hubo gente que quiso dar un paso al costado; entonces, quedamos Fermín, Valentín [Guerreros, guitarrista] y yo. Cuando reformulamos la banda para seguir, no quisimos atarnos a los discos anteriores, como Macumba [2009] o Sangre [2015], sino que dijimos: “Vamos a hacerlo así”, para que hubiera un quiebre.
¿Los integrantes que se fueron lo hicieron por temas musicales o personales?
FS: Por temas más personales. Obviamente, no es nada nuevo si digo que una banda es como un matrimonio; en este caso, entre siete personas. Pero es increíble que hayamos estado juntos tanto tiempo; eso es lo excepcional. En un momento, hubo cuestiones internas de la banda, desgastes. Ahora somos cinco. Los dos que entraron eran muy cercanos a la banda: Nicolás Demczylo [bajista] es el sonidista y productor de los discos, y Federico [Anastasiadis] es un hermano de la vida. Va a ver a HPLE desde que tiene 14 años, toca con bandas muy cercanas y participó como invitado en algún toque nuestro. Se consolidó como tremendo baterista de rock & roll; es un animal. Tuvimos la suerte de que aceptara.
Me parece que aportó más groove al sonido del grupo.
MS: Tiene un estilo de tocar muy personal. Además, como hay menos elementos en la banda, la percusión de la batería requería otra presencia. Y Fede llena los ambientes: tiene esa dinámica entre lo sutil y lo poderoso que este disco necesitaba. Es un loco muy creativo y aportó muchísimo.
FS: Tenía tan incorporada la banda, como seguidor, que pudo pensar creativamente con una óptica de HPLD, al entender el sonido de la banda de toda la vida.
El disco está más riffero que los anteriores, supongo que también por seguir esa línea de llenar espacios.
MS: La base de las canciones las hice yo, en general, y sí, son mucho más guitarreras y concretas, en el sentido del formato canción, de estrofa, estribillo y puente. Busqué eso: que no se extendieran como en los otros discos, en los que hay canciones de siete o diez minutos, sino llevarlas a cositas más cortitas.
FS: No salió tanto de zapadas. Muchas canciones surgieron de cosas muy concretas, en base a lo que él [Martín] propuso, como preeditando los temas. Y después hubo muchas maquetas, grabadas en la computadora, con baterías y una guitarra. Salieron cosas a último momento que estuvieron buenas y también le aportaron.
Si bien hay temas más cortos, la canción central del disco, de donde sale su nombre, “Hay algo afuera”, es bastante larga. La primera parte suena como un blues psicodélico.
MS: En el concepto del disco y del nombre se quiso buscar en ese algo que hay afuera, y porque hay un afuera hay un adentro. Eso también se visualiza en la tapa: que el afuera no es sólo el afuera, sino también el adentro. Entonces, de esa canción, que sí nació de una zapada, con dos notas, le llegó a Fermín el concepto de la letra.
FM: Ese tema tiene dos partes bastante distintas entre sí que están conectadas. La primera parte de la letra, que es la colgada, no es tan concreta como la otra, que por un lado hace referencia a la costa. Hay bastantes referencias a la costa en el disco, aunque probablemente sean indescifrables, pero hay narrativa costera de personajes, psicología y situaciones íntimas que se transmiten como hacia afuera, y eso sucede en la costa, que es donde vivimos.
¿En qué parte viven?
FM: En esta zona [Parque Rodó], él [Martín] también, pero no es que vivamos en la rambla. Es el escenario en el que nuestra vida transcurre, y a veces me da esa sensación ambigua de pensar en el agua como vínculo y también como una barrera en la que termina nuestro escenario.
En esa canción decís: “Hay algo afuera que te desespera”. ¿Qué es lo que te desespera, en general?
FM: Increíblemente, lo que más me desespera está dentro mío; son pensamientos que uno tiende a ubicar afuera, pero, en verdad, toda la desesperación pasa por adentro. Y si tengo que ir al detalle: mis peores miedos tienen que ver con la mente jugando como enemiga.
Si bien ustedes tienen algo medio alternativo y hardcore, su sonido es bastante clásico, y no es como la media del rock uruguayo. ¿Cómo se ubican en la movida local?
MS: Siempre hicimos lo que quisimos, sin querer encasillarnos en nada. Yo jorobo con que somos “degenerados”, en el sentido de que no tenemos género. Siempre buscamos la experimentación, lo expansivo de la música. Pero el rock, con tantos años de historia, está bastardeado, y ya está hasta mal visto, pero tenemos un poco de todo, desde la psicodelia hasta el metal, el punk y el hardcore. Con todo eso vamos para algún lado.
FS: HPLE siempre fue una banda irreverente, en cuanto al contexto del rock uruguayo en general, porque en las bandas de acá siempre predominó una cosa bastante solemne, por lo menos en el rock más mainstream. Siento que no se rompen muchos esquemas y las cosas tienden a ser más tirando para el pop que para el rock. Mi manera de sentir la música siempre fue algo que tuve a mano para salir de las convenciones y las partes tediosas de la vida, como pagar las cuentas, tener que afrontar problemas de salud de algún familiar, etcétera. Entonces, tener una banda, poder subirte al escenario, hacer un disco, un arte, unas letras y viajar te lleva para otro lado. Me gusta ser lo más desafiante que pueda.
Aun así, en el escenario están más tranquilos que en otras épocas. Antes tenían que pagar cosas que rompían.
FS: Exacto. La madurez vino por el lado del bolsillo, de decir: “No gastemos más en micrófonos rotos”. Esa parte tan destructiva seguro no está más. Pero la posibilidad de subir a un escenario y de que pueda pasar cualquier cosa sigue estando.
Al vichar la página de Facebook de la banda, me colgué leyendo la larga lista de influencias que nombran. Hay varias que no tienen nada que ver estrictamente con la música, como Friedrich Nietzsche, El Padrino, Seinfeld, Volver al futuro y La naranja mecánica. ¿Qué relación tienen a la hora de hacer música?
FS: Todo. Siempre nos encargamos de citar todas las influencias. Por decirte una boludez: para mí, algunas letras de este disco tienen más que ver con Seinfeld que con Motörhead, por nombrar una banda. Ese tipo de humor me influenció hasta en cómo hago chistes en mi vida cotidiana o me río de mí. Y Nietzsche: andá a buscar a Valentín, que te va a explicar toda la historia de HPLE, con los distintos giros que tomó la banda, en base a una filosofía nietzscheana y hasta marxista, y no estoy exagerando. Y La naranja mecánica es parte de por qué estamos enfermos de la cabeza.
¿Y El Padrino? ¿Por cómo consiguen los toques?
FS: Ojalá. Al revés, fue lo que nos faltó más.
“Anarquía” es otra palabra que pusieron en esa lista de influencias.
MS: En un programa que se llamaba Ni idea, de FM, había un personaje, el linyera Paul, que era como un punk de los 80 y nos bautizó Anarconchetos.
¿Pero tenían algo de chetos?
FS: Alguno, puede ser: somos de Pocitos.
MS: Pero que digan lo que quieran. Si a los 40 años te vas a quemar porque te dicen concheto, estás en el horno. Igual, creo que, así como la homofobia es como un deseo reprimido que hace que tengas esa fobia, el que más te encasilla y te dice cheto es el que tiene miedo de ser cheto.
FS: Montevideo también es puro prejuicio. Como es todo tan chico y todo el mundo te conoce de algo, te asocia a no sé qué. “Son de Nacional, son chetos”, o algún otro motivo para tener una historia... Sería más fácil que escucharan la música y determinaran si les gusta o no, pero no es tan sencillo.