La industria audiovisual se vio sacudida, como casi todos los otros rubros, por la pandemia de covid-19 que llevará al año 2020 derecho a los libros de historia. Nuestro país venía siendo plaza fuerte en cuanto a la filmación de proyectos internacionales, y además continuaba la producción local, aunque en alerta por potenciales ajustes al Fondo de Fomento Cinematográfico.
Después de unos meses en los que la nueva normalidad se asemejaba a una película de zombis, las ruedas del audiovisual volvieron a girar gracias al trabajo conjunto de los sectores de esta industria y los actores gubernamentales.
“Lo primero que hicimos fue armar un protocolo de trabajo que se aprobó en mayo”, contó a la diaria Santiago López, secretario general de la Asociación de Productores y Realizadores de Cine del Uruguay (Asoprod) y director de la productora Cimarrón Cine. “Estuvo buenísimo porque nucleó a todos los actores relevantes del sector. Todos nos activamos rápido en la necesidad de aprobar un protocolo que hiciera viable filmar y se validó con las autoridades de una manera bastante rápida”.
Este primer protocolo era bastante limitante, por ejemplo en la filmación de escenas con actores. Pero sirvió para la recuperación del sector de la publicidad, que “venía en decaída desde hacía un par de años”.
“Se empezó con eso. Después se hicieron pruebas para brindar un servicio de streaming en el que las productoras extranjeras pudieran dirigir sus producciones desde el exterior, con el director trabajando desde su casa y un asistente de dirección local que armaba el cuadro y montaba la escena. Esa dinámica hizo que a fines de mayo la actividad creciera, empezando por la publicidad, que en julio y agosto tuvo un resultado de ventas récord”, explicó López.
Lo siguiente fue la aprobación por parte del gobierno de un protocolo de ingresos especiales al país por trabajo. “Desde las cámaras trabajamos con el Ministerio de Relaciones Exteriores, Uruguay XXI y el ICAU [Instituto de Cine y Audiovisual del Uruguay] para ver cómo era ese protocolo que permitía que la gente pudiera venir a Uruguay a realizar alguna actividad laboral”.
Eran varias las productoras que se encontraban trabajando con plataformas internacionales de contenido audiovisual. En el caso de Cimarrón Cine, la operativa hizo que pudiera convencer a una de estas producciones de filmar en nuestro país.
“Nos mandaron un protocolo súper rígido y estricto que actualmente estamos ejecutando, y parece que estuviéramos en la NASA. Pero fue una gran herramienta de aprendizaje. Además conseguimos laboratorios que cumplían con los tiempos de devolución de testeos diarios en tiempos que ningún otro país tenía, y contamos con disponibilidad de equipamiento como tapabocas y lentes. Son detalles, pero gracias a ellos se aprobó una de las producciones”.
Esto hizo que los trabajos se multiplicaran y en los próximos meses serán varias empresas de renombre, que López no puede mencionar, las que comenzarán a filmar aquí. “Nunca en mi vida tuve tanta demanda de productores que quieren saber cómo se filma en Uruguay y qué posibilidades hay”.
“A su vez, la producción local también pudo volver a filmar en junio o julio. Eso está buenísimo porque te pone en carrera frente al contenido de la región mucho antes. Hay una demanda de contenido bastante demente, y si sos el primero que lo tiene para llenar pantalla estás mejor posicionado. Hoy las productoras uruguayas que filmaron en este corto tiempo tienen una oportunidad muy grande de colocarlo porque Argentina y Brasil pararon, así que si hay una película competitiva uruguaya va a tener posibilidades de mercado, porque no hay contenido fresco”.
Sobre el plan Uruguay Audiovisual, que se relanzó por estos días, destacó que el nuevo gobierno continuará con una política de su predecesor, “tomando lo anterior sin importar de quién viene y potenciándolo. Los productores les hicimos entender que la experiencia estaba buena y que era el lado para el que había que ir. Estamos teniendo una dinámica de trabajo bastante buena, tanto con el Ejecutivo como con el gobierno departamental”.
“En el audiovisual la política pública es clave. Sin una estructura que se sostenga se hace pelota”. Recordó los sectores que se mueven gracias a la producción audiovisual, como el transporte y la alimentación, y destacó que un importante hotel de la capital que estuvo varios meses cerrado hoy tiene 70% de ocupación gracias a la producción audiovisual. A esto se suma una demanda de trabajo muy grande: “Estamos casi en desempleo cero, con una necesidad imperiosa de formar técnicos, porque estamos con una demanda de trabajo altísima”.
Un ejemplo local
En setiembre, en plena pandemia, comenzó el rodaje de 9, película uruguaya escrita y dirigida por Nicolás Branca y Martín Barrenechea sobre un exitoso futbolista que busca escapar del infierno mediático en el que se transformó su vida.
Branca contó a la diaria que “en realidad la película se iba a filmar en junio y julio para cumplir con las fechas que imponían algunos fondos. Por este tema se pasó a julio y agosto, y finalmente se inició en setiembre y terminó en octubre. Estos retrasos fueron muy buenos, porque la peli se había ideado para un clima más benigno, así que en este aspecto nos vimos beneficiados por la covid”.
“Una de las cosas malas fue que tuvimos mucho menos tiempo al actor que venía de Buenos Aires, Rafael Spregelburd. Vino cuatro semanas, pero se quedó dos en cuarentena. Así que tuvimos que rediseñar el plan de rodaje sacando, juntando y apretando al máximo las jornadas que tenían escenas con él”.
La filmación siguió los protocolos de la nueva normalidad. “Básicamente era toma de temperatura diaria, distancia social en la medida de lo posible y tapabocas. Era una película que tenía muchas escenas al aire libre y los espacios cerrados eran muy amplios y cómodos, así que más allá de estas molestias no hubo grandes cambios en cómo habíamos pensado hacerla”. La película se filmó en su mayoría en un barrio privado de Punta del Este en donde trabajaban, comían y dormían, lo que les hizo ganar tiempo.
“La edición se está haciendo en Buenos Aires, y no poder ir por las complicaciones que implica lo vemos como algo malo. Particularmente, me genera bastante inquietud lo que pueda pasar con la película, tanto en su exhibición en festivales como en el circuito comercial. Nos gusta mirar pelis en el cine, y queremos, en la medida de lo posible, que la nuestra se vea en una sala”.