“Fue muy satisfactorio porque pudimos armar un repertorio que nos gustó cómo terminó saliendo. Tuvimos muy buena repercusión. Nunca habíamos trabajado juntos, de modo que estaba la duda de cómo íbamos a poder articular los repertorios, las canciones de uno y de otro. Las pensamos como una articulación bien a dúo y no simplemente como una sumatoria de partes”, dice el cantautor argentino Jorge Fandermole sobre el espectáculo a dúo que realizó junto a Fernando Cabrera en mayo de 2019 en el teatro Ópera de Buenos Aires. Fue la primera vez que un escenario los tuvo juntos, pero no la última: hoy se presentarán a las 21.00 en el teatro Solís, con entradas por Tickantel que van desde $ 500 a $ 1.200 (hay 2x1 para suscriptores de la diaria).
Fandermole cuenta que no es de esas personas que se ponen a escuchar discos todos los días, por eso fue conociendo de a poco la obra de Cabrera, hasta antes de la juntada del año pasado, cuando se puso a revisar intensivamente toda la discografía del cantautor uruguayo. “Me encontré con un montón de canciones realmente preciosas, y armamos el repertorio proponiendo las canciones del otro que a cada uno le gustaría cantar. La verdad que fue una muy buena experiencia”, agrega. El músico argentino dice que encontró varias canciones de Cabrera que no están incluidas en su repertorio conjunto pero que le encantan, como “Paso Molino”, de su primer disco solista, El viento en la cara (1984).
“Fue tremenda experiencia. Me sirvió para entrar en contacto con su obra, que francamente no la conocía del todo. En la previa laburamos bastante, ensayamos mucho e hicimos un espectáculo que, a mi modo de ver, quedó muy bueno. Estoy muy feliz con el resultado, tanto en la parte musical como en la de haberlo conocido personalmente, porque es una persona excelente; también me gustó mucho iniciar una amistad”. Así habla Cabrera sobre la experiencia que le dejó el toque conjunto con Fandermole en el Ópera, y agrega que la música del argentino es “bastante desafiante”, ya que es un compositor y guitarrista “complejo”. “Tuve que hacer un esfuerzo para estudiar sus temas y elaborar mi participación en ellos: qué tocar con la guitarra, la segundas voces, en fin, un trabajo difícil, desafiante y al mismo tiempo muy agradable de hacer. No es un músico banal ni simple, al contrario”, dice Cabrera.
Mientras sigue grabando su próximo disco –ya registró la base de las 13 canciones que lo integrarán, que lo tendrán sólo a él en todos los instrumentos–, Cabrera anda de estreno con el álbum No recuerdo, editado hace pocas semanas. Se trata de un compilado propuesto por el sello Ayuí con las mejores canciones de sus cuatro discos de estudio de lo que va del siglo XXI: Viveza (2002), Bardo (2006), Viva la patria (2013) y 432 (2017), pero la cosa no se quedó ahí.
“Me puse a seleccionar y, como todo compilado de varios discos, queda muy contundente, pero me acordé de que me habían quedado guardadas dos canciones de las sesiones de 432, y me pareció que era un lugar ideal para presentarlas y así darle un mayor grado de interés al compilado, ya que va a tener novedades. Yo lo pienso para una cantidad de gente que quizás comienza su relación con mi música y tiene un primer acercamiento: es una excelente manera de conocerme”, dice Cabrera. Entre las incluidas hay canciones clásicas de más allá y más acá en el tiempo, como “Lisa se casó”, “Viveza”, “Te abracé en la noche”, “Viva la patria” y “Buena madera”.
Esas dos canciones nuevas son “No recuerdo” y “Dani”, que en el librillo del disco Cabrera comenta brevemente. “Dani” tiene algo de la etapa del liceo y también un poco de vida adulta, “admiración, reverencia e incertidumbre”, todo eso “volcado musicalmente en un lenguaje pop”, cercano a sus discos de la década de 1980. En cambio, “No recuerdo” es una canción experimental, que fue tocada en vivo muchas veces con el quinteto que grabó 432 (Ricardo Gómez, Federico Righi, Herman Klang, Juan Pablo Chapital y Cabrera) y, vaya paradoja, Cabrera recuerda la satisfacción que les producía tocarla. “La letra es de tipo cascada e intercala recuerdos personales e invenciones”, cuenta.
“No recuerdo / la barra de la esquina, no recuerdo / los chistes de mi padre, / el temple de mi madre, su gobierno, /no recuerdo / el borde de aquel río ni el momento / cuando arrancó el sonido a ponérseme de acuerdo”.