Con lo rápido que pasa el cine nacional por las salas, es de agradecer que varias películas uruguayas hayan recalado en el principal sitio de streaming. Allí asoman La noche de los 12 años (Álvaro Brechner, 2018), el clásico de nuestra filmografía Whisky (Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, 2004), dos de Federico Veiroj (El apóstata, 2015; Belmonte, 2018), y desde el mes pasado también está en Netflix la última producción dirigida por Carlos Ameglio, Porno para principiantes.
Una boda, problemas
Todo arranca con una distancia curiosa: en Italia, el padre Simone (Roberto Suárez) se prepara para dar misa cuando le informan que un joven lo busca. El muchacho resulta ser un experto en cine porno y está buscando la palabra del director de Pornostein, la primera película uruguaya del género. Resulta que el padre Simone en realidad es Víctor, un uruguayo que dejó años atrás el mundo del cine, pero que se aviene –algo a desgano– a contar su historia.
Saltamos, entonces, un indeterminado número de años atrás (¿20? ¿30?) y a Víctor lo encarna ahora Martín Piroyansky. Nuestro protagonista es un frustrado director de cine que jamás ha pasado de realizar unos pocos cortos (y filmar unas bodas), que está a punto de largar todo y empezar a trabajar como cadete en el banco de su futuro suegro para poder afrontar los gastos de su inminente casamiento.
Sorpresivamente, su amigo Aníbal (Nicolás Furtado) le consigue la chance de dirigir una película, que Víctor acepta. Cuando descubre que es una porno, ya ha cobrado (y gastado) el adelanto. Comienza entonces una tradicional comedia de enredos en la que Víctor mantiene las apariencias frente a su novia y mundo “normal”, al tiempo que filma Pornostein (el nombre refiere a que la protagonista es una “monstrua” de Frankenstein) bajo precarias condiciones de trabajo y amenazado por el “productor” Boris (Daniel Aráoz), un mafioso con todas las letras.
Si bien el guion es pródigo en las situaciones humorísticas, la elección del protagonista termina por pesar. Porque no pasa demasiado tiempo hasta que Piroyansky vuelve a Porno para principiantes una “de Piroyansky”, es decir, su variación porteña de Woody Allen (angustiado existencialmente, de respuesta verbal rápida, cargado de nerviosismo físico y patetismo general).
Obviamente, esto es una gran noticia para los que aman el cine de Piroyansky, como actor y como director (en especial recomiendo su webserie Tiempo libre), pero aquí el recurso se agota rápido. Para peor, resta tiempo y presencia al resto del elenco, que tiene personajes más interesantes, divertidos o variados. Tanto Furtado como los villanos, a cargo de Aráoz y Hugo Piccinini, así como la veterana actriz porno que compone la brasileña Carolina Manica, relucen en los minutos que tienen a disposición.
Esta película, del director de El hombre de Walter (1995) y La cáscara (2007), es una comedia liviana, efectiva por momentos y no tanto en otros, que quizá haga alguna moña de más en su final, como ese 10 talentoso que entra al área y se sabe buen jugador, pero se confía demasiado y termina por ser ahogado enfáticamente por el golero antes de anotar.