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Biblioteca del Castillo del Parque Rodó (archivo, febrero de 2020).

Foto: Javier Calvelo, adhocFOTOS

Migas de Papel ofrece en las redes cuentos leídos y actividades en torno al libro

3 minutos de lectura
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La semilla de Migas de Papel surgió de una conversación informal entre un grupo de participantes del curso de literatura infantil y juvenil que organiza IBBY junto con el Centro Cultural de España, pero después se sumaron muchas más, de distintos lados.

El interés inicial, más aún, la pasión en común por los libros para niños, que las unía y las une, las convocó a proponerse celebrar en grande el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, el 2 de abril de 2020. Al constatar que en torno a esa temática solían congregarse las mismas personas, surgió naturalmente la necesidad de hacer algo juntas.

Como primer contacto hablaron con Jacqueline, la bibliotecaria del Castillito del Parque Rodó. Consiguieron permisos, fueron sumando gente, con la idea de dedicar toda la jornada a celebrar, con talleres, lecturas, estatuas vivientes, imaginaron la trenza gigante de Rapunzel colgando de la torre, un dragón.

Un viernes de tarde se reunieron para darles forma a las ideas; ese mismo día se declaró la emergencia sanitaria por el coronavirus. La fiesta quedó para otra ocasión –incluso pasó otro 2 de abril sin que se pudiera llevar a cabo–, pero la semilla germinó y abrió el camino a celebrar y a compartir el placer de la lectura como se podía: en las redes (Facebook: Migas de Papel; Instagram: @migas_depapel).

Una historia que contar

Con este formato se mantienen hasta hoy, con la idea fija de festejar por todo lo alto y sin que falte nada y, mientras tanto, dando lugar a diversas movidas relacionadas con el universo de la literatura, la lectura y la infancia. Lara di Matteo contó a la diaria que el nombre fue una construcción colectiva y, como tal, llevó tiempo y abundante charla y elaboración. “Queríamos que estuviera vinculado con el libro objeto, con la materialidad del papel, que al mismo tiempo representara al niño y a los momentos íntimos de lectura, a la merienda como momento de encuentro para leer y como aquello que nutre. Por otra parte, el año pasado la consigna del logo de IBBY para el Día Internacional del Libro Infantil era ‘hambre de palabras’; luego, propusimos como disparador la pregunta ‘¿qué libro te devorás hasta no dejar nada?’ y usamos el hashtag #seguilasmigas”. Es innegable, coincide, que está ahí también el camino de migas de pan de Pulgarcito, y de Hansel y Gretel.

Las movidas

Con un funcionamiento horizontal y siendo conscientes de que para las integrantes del grupo es una actividad que suman a todas las demás que las ocupan en el día a día, las ideas van surgiendo, llevan mucha discusión y elaboración (ׅ“es un grupo de Whatsapp muy intenso”) y cada una colabora a su manera; “el desafío más grande es el tiempo del que podamos disponer”, cuenta Di Matteo.

La riqueza del grupo, además del entusiasmo y lo que más de una califica de “militancia”, está en la confluencia de participantes que vienen de distintas experiencias y que desde sus diversos lugares trabajan en torno al libro, lo que permite un abanico de aportes interesante: hay escritoras, ilustradoras, bibliotecarias, narradoras, mediadoras, docentes, psicoanalistas. “Es un equilibrio entre lo que nos aportamos mutuamente y mantener el contenido propio”, define Di Matteo.

Al echarse a andar en las redes, en plena pandemia, constataron, junto con el deseo suspendido del encuentro presencial, la necesidad de acceder a los mundos posibles que brinda la literatura. Para quienes estaban en casa, sin escuela, sin ver a otros niños, con una vida social y en el afuera muy restringida, la apertura que habilita la lectura venía como anillo al dedo. De este modo, una de las primeras cosas que hicieron fue leer cuentos y subirlos a la web para compartir con quien quisiera escucharlos, algunos de los cuales grabaron en el Castillito.

Hicieron dos sueltas de libros (“siempre con mala suerte con el tiempo”), y la última movida fue “Cuentos por teléfono”, con la que, durante mayo, celebraron el Día Nacional de Libro ofreciendo la posibilidad de pedir un cuento por esa vía, y que fue un éxito: “Pensamos que no nos iba a llamar nadie y tuvimos 50 pedidos: no dábamos abasto”.

En mente

En las redes proponen actividades relacionadas con los libros, se puede acceder a unos 25 o 30 cuentos leídos, y tienen pensado generar un repositorio donde atesorar las distintas actividades realizadas (como los cuentos por teléfono, por ejemplo). Ahora mismo, por el Día del Medio Ambiente, que se celebra hoy, proponen una actividad en Instagram, de la mano de la ilustradora Luisa Sabatini. Ya están pensando la próxima, con la idea de “cuentos en piyama” y lo que la imaginación dispare, con el deseo intacto de festejar con bombos y platillos en la presencialidad.


Historias en el aire

Hasta el 31 de julio, en el marco de la celebración del Día Nacional del Libro, están disponibles en la web del Centro Cultural de España los audiocuentos que fueron creados durante abril y mayo en el Taller de Audiocuentos a cargo de Florencia Cardona y Agustín Alén, de Taller del Viento. Niños de entre ocho y 12 años de diversos rincones de Uruguay crearon sus historias, las grabaron y diseñaron el sonido. Mateo Aguiar, Agustín Alonso, Juan Raúl Benzano Gallessio, Pierina Cabrera, Mateo Canale Pardo, Lucía Díaz Ibarra, Ernesto Lucas de Olivera, Santiago Moreira, Martina Ordiera y Chavela Viana dieron voz y ambiente a historias variopintas que incluyen una niña que saca muchas fotos, una muñeca que pasa de generación en generación, un duende que viaja mágicamente, unas vacas que hacen macanas, un dinosaurio fanático de las manzanas, las aventuras de un niño skater, unas vacaciones dulces y otras muy peligrosas, y la historia de un libro que vive con una familia humana y tiene que enfrentar un gran desafío: enfrentar a agujas filosas.

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