“Esta es la historia de un famoso parodista, / que en un tablado lo fichaba una princesa, / se preguntó si lo miraba de franela / o si tenía chance con la susodicha”. Así son los primeros versos de “Colombina, la de veras”, la nueva canción que lanzó Santiago Tavella (bajista y ocasional cantante de El Cuarteto De Nos). Su proyecto como solista se llama Otro Tavella & Los embajadores del buen gusto, pero en esta nueva canción no es otro sino el de siempre. Es el mismo que en Otra navidad en las trincheras (1994), el disco más emblemático del Cuarteto, le puso voz a “Zitarrosa en el cielo”, en la que decía que la historia que el legendario cantautor relataba en “Stephanie” era al revés: “Stephanie era la princesa hija de Rainiero, / y fue ella quien compró placer pagando con dinero, / y aunque esto no le pareció muy bien a Alfredo, / aceptó porque esa noche estaba medio en pedo”.
Casi 30 años después, Tavella invirtió la historia de una canción de otro pope de la música uruguaya: “Colombina”, de Jaime Roos. “Era una idea que la tenía desde hace muchísimos años, que ‘Colombina’ terminara con un final feliz. Un día, hablando con Diego Azar [productor del nuevo tema de Tavella], salió el tema de que hubo alguien que dijo que la canción [de Roos] es machista, pero yo no le veo nada machista; es una canción de amor no correspondido. A mí me gusta mucho. Mucha gente no entiende que cuando hago una canción acerca de alguien o con una referencia a otro autor, nunca lo hago con alguien que no me guste”, dice Tavella, y subraya que “Colombina, la de veras” es “como un homenaje”.
En su canción, el músico cambió al murguista de la original por un parodista, y el amor no correspondido se convierte en una bacanal hedonista: “Dijo el parodista a la Colombina ¿cómo te va? / y le contestó la chiquilina: / estoy con Arlequín e Isabella, una amiga, / y lo invitó a participar en una orgía. / Vivan los parodistas flechados por Eros / y las minitas que les gustan los fiesteros. / Llamalos swingers, poliamor o quilomberos, / esa es la gente indispensable, los primeros”.
El músico todavía recuerda una anécdota relacionada con Roos, de hace casi 40 años, antes de que El Cuarteto De Nos lanzara su primer disco, a medias con Mandrake Wolf, en 1984: “Jaime siempre fue un tipo muy escuchador de música y de querer saber qué está pasando en la vuelta. Por esa época, que no éramos nadie, nos invitó a la casa para que le mostráramos qué música hacíamos, y había un crítico que siempre hablaba mal de nosotros. Jaime nos dijo: ‘¿Fulano habló mal de ustedes? No se preocupen. Cuando presenté Candombe del 31, el tipo escribió que yo no me podía subir a un escenario, y aquí ando’”.
Tavella subraya que cuando usa elementos de alguien en una canción, hay cosas que son explícitas (como este ejemplo recién lanzado y el de Zitarrosa), pero también hay muchas veces en las que la cita –ya sea de música o de letra– es más implícita. Para muestra: en el perfil de Spotify de Tavella hay una playlist que armó el músico y cuyo nombre lo dice todo: “¿Robos o copias?”. En ella muestra “la hilacha” de los orígenes de muchas de sus canciones.
Algunas referencias son más obvias, como el riff de “Las vecinas de Satán”, que es muy similar al de “Misty Mountain Hop”, de Led Zeppelin; pero hay otras citas más crípticas. La lista sirve para tener un mapa de coordenadas de las influencias de Tavella, que son de lo más variopintas. Entre los nombres que aparecen nos topamos con artistas como Wilco, Belle and Sebastian, Chico Buarque, Caetano Veloso, Miles Davis, Joni Mitchell, Amalia de la Vega, The Cure, Radiohead y Astor Piazzolla.
Tavella acota que ahora está muy de moda hablar “de las experiencias personales” y cosas por el estilo a la hora de explicar cómo nacen las canciones, pero él sostiene que “el principal motor de la cuestión creativa es la creatividad misma”. “Para hacer historias, hay que leer historias, y para hacer música, vas a escuchar música; entonces, escuchás algo y lo desarmás, lo volvés a armar y te das cuenta de que hiciste una cosa nueva”, explica.
Esta nueva canción, así como muchas viejas, de las que Tavella cantó y compuso con el Cuarteto, formará parte del repertorio que tocará el viernes a las 21.30 en formato íntimo y acústico, tan solo con voz y guitarra, en el Yacht Club de Jaureguiberry (kilómetro 80 de ruta Interbalnearia, Canelones). Sobre la inclusión de canciones viejas, el músico confiesa que en algún momento tuvo miedo de que no se integraran con su repertorio nuevo porque podría pasar “que estuvieran olvidadas” o “que fueran demasiado conocidas al lado de las nuevas”. Pero sostiene que no ocurrió ninguna de las dos cosas. “Estos recitales que hago solo, en plan acústico, son una buena manera de no hacer ensayar a la banda [Los embajadores del buen gusto] algo que después digo ‘no, esta no funciona, nadie tiene idea de esto, envejeció mal’”, señala.
Por último, Tavella dice que si el Cuarteto tuviera “una mejor relación con el pasado”, capaz que no se planteaba esto, pero como en la banda está esa cosa de “esto ahora no se puede” tocar, se lo plantea. En cuanto a por qué el Cuarteto no interpreta sus viejas canciones, anteriores al álbum Raro (2006) –en su mayoría, políticamente incorrectas en la actualidad y antes también–, el músico comenta: “Es una mezcla de varias cosas. Hay una cuestión de la reacción del público frente a cosas que no conoce: en algo tan masivo como el Cuarteto, haría decaer el espectáculo en cuanto a interés. Y supongo que también hay un poquito de miedito, pero no lo sé, porque eso no lo llegamos a hablar mucho. En las ocasiones en las que he tocado estas cosas, vi que no hay ningún problema”.