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Inauguración de la muestra Volvernos imagen, del festival MUFF en el Centro de Fotografía (archivo, setiembre de 2022).

Foto: Ricardo Antúnez, CdF

El Centro de Fotografía presenta el resultado de dos años de trabajo de su festival MUFF

6 minutos de lectura
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La segunda edición de este encuentro internacional dio como resultado exposiciones y otras actividades.

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Cuando se piensa en un festival, la primera imagen que viene a la mente es la de un montón de creadores presentando obras previamente realizadas en un marco relativamente corto de tiempo. Sin embargo, el MUFF (Montevideo Uruguay Festival de Fotografía) está pensado en forma completamente diferente. Este evento, organizado por el Centro de Fotografía (CdF), tiene una duración de dos años, en la que un año y medio es de proceso y los últimos seis meses son de exposiciones.

Su origen se explica por el crecimiento de las fotogalerías y el cambio de sede del CdF a su actual edificio de 18 de Julio, cosas que le permitieron tener más espacios expositivos y llevar adelante otras actividades. Esto volvió redundante a Fotograma, el festival “tradicional” que concentraba muchos contenidos en poco tiempo, y se empezó a pensar en qué podía aportarle la institución a Uruguay y la región.

“Se detectó una necesidad de espacios para que los artistas, los investigadores y los fotógrafos pudieran desarrollar una producción a lo largo del tiempo, y poder generar espacios de encuentro”, dijo a la diaria el coordinador del MUFF, Luis Díaz. “Ahí surgió esta nueva propuesta de festival, con un año y medio invisible al público, durante el cual se ofrecen espacios que nosotros llamamos plataformas, para que puedan producirse contenidos que luego van a tener un período de acceso al público. Pero entendemos a MUFF como toda esa gran masa, todo ese despliegue de dos años, que en esta segunda edición, debido a la pandemia, se extendieron y fueron tres”.

Actividad del festival MUFF en el Subte (archivo, noviembre de 2022).

Foto: Luis Alonso, CdF

Con la chilena Andrea Jösch como curadora general y dos activadores pedagógicos (el uruguayo Luis Camnitzer y la brasileña Mônica Hoff), se trabajó el diseño de las tres plataformas y sus actividades generadoras de contenido para un festival “que se construye de adentro hacia afuera y no de afuera hacia adentro”. Todo estuvo atravesado por la sorpresiva pandemia de coronavirus, que obligó a la reformulación y a la nunca bien ponderada virtualidad.

El tema general de esta segunda edición fue Volverse imagen, acompañado por las preguntas “¿Quiénes somos?” y “¿Quiénes queremos ser?”. “Este tema propuesto por la curadora surgió en un 2019 con mucho movimiento social en el continente”, recordó Díaz. “Había una lectura de crisis ecológica, el Amazonas en llamas... Había estallidos por todos lados y era un momento de pensarnos: dónde estamos y hacia dónde queremos seguir yendo. Todo esto atravesado por la imagen, con la fotografía cada vez más presente en la cotidianidad”.

“Cuando comenzamos cualquiera de estas plataformas siempre decimos, a modo de broma pero a la vez con total convicción, que si el proceso deviene en que tiene que quedar todo en blanco, es válido. Es un posible resultado. Y hacemos énfasis en lo que estamos viendo”. Las exposiciones, como las que mencionaremos, tampoco son el punto final ni el cierre. “Son un punto en este camino del festival en el que tuvimos tiempo para investigar, producir, probar, ir para adelante, para atrás... Llegó esta instancia en la que se invita a materializar para compartir con los públicos, y después eso seguirá su trayecto”.

Para entender lo que llegó hasta el público es necesario entender cada una de las tres plataformas.

Caminos conjuntos

“De las plataformas, es la que se dirige a un público más profesional. Está pensada para quienes se enuncian y se presentan como artistas, fotógrafos o investigadores de la imagen”. Se conformaron cuatro grupos, cada uno acompañado por un “activador” que seguía los procesos de cada autor. “La figura del activador es alguien que te va a provocar. No es un tutor, no es un curador, no es un profesor, pero es una mezcla de todo eso. Es un agitador que te va pinchando y vos tenés la autonomía de decidir si lo tomás o no. Es la plataforma que está más vinculada a este tema global. Cada investigación, cada proyecto, cada obra que vemos acá en la exposición está más vinculada con ese tema global”.

Una vez que se terminaron los encuentros virtuales, la curaduría trabajó con cada autor para pensar cómo “materializar” su trabajo para compartirlo con el público. El resultado es la exposición Volvernos imagen. Prácticas, narrativas, saberes, que se puede visitar en la sede del CdF hasta el 4 de marzo. “No van a ver necesariamente una muestra de fotografía en términos tradicionales. Van a ver lenguajes, mucha instalación que utiliza la fotografía como parte, pero se expande y es más vivencial. Hay piezas que invitan a las personas a interactuar, a participar, a dejar algo, a comentar, a responder preguntas”. Al igual que las restantes plataformas, también se compone de talleres, charlas, intervenciones y otros encuentros.

Mirada interna

Esta plataforma estuvo pensada como un espacio para la formación de lo curatorial y la investigación, considerados “campos incipientes” en nuestro país. “Nos parecía muy importante tomar esta plataforma como un laboratorio, como un semillero para que personas pudieran poner en práctica lo curatorial. Entonces se hizo una convocatoria para conformar un equipo, ya que no eran curadurías individuales”. Laura Amaya, Franco Laviano, Analía Porro y Fabiana Puentes atravesaron todo el proceso, desde la definición de lo que iban a investigar, la búsqueda de materiales y la consulta de fuentes, a la producción de la obra y la gestión de las actividades.

El tema fueron las utopías. “Las utopías desde la cultura, la historia y la visualidad de Uruguay. El sentido de Mirada interna es poner valor, mirarse hacia adentro, por eso el foco está puesto en los archivos y los autores uruguayos”. Como punto de partida utilizaron el cuadro El recreo, de Petrona Viera. “A partir de esa ronda de personas se reflexiona sobre el tiempo de ocio como un espacio de encuentro donde se comparten otros saberes y como espacio de resistencia a un sistema que es mucho más productivista”.

De aquel gesto tan chico llegaron a los movimientos sociales, las cooperativas de vivienda y hasta las ollas populares. La exposición resultante se llama Juegos de memoria. Prácticas colectivas para pensarnos y está disponible en el Subte hasta el 4 de febrero. “Son siete dispositivos, siete estaciones distintas que necesitan que el público despliegue una acción para completar la obra o para expandirla”.

Barrios

Esta plataforma “propone utilizar la fotografía como herramienta para el encuentro y para acercarse al barrio. Usar la fotografía como una excusa para entender esta geografía en la que habito y qué relaciones tengo con mis intermediaciones”. Surgió en MUFF y se mantuvo desde 2016 hasta ahora, pero la idea no era replicar lo hecho. “Lo que trabajamos con el equipo del festival, en este medio pandémico, fue usar Barrios como un medio para reflexionar sobre cómo la virtualidad, el aislamiento y la pandemia pueden haber modificado o transformado la noción de comunidad, de vecindad, de barrio”.

Después de varios encuentros virtuales llegó la hora de producir, sin tener muy claro cuál podía ser el resultado. “Esto podía haber terminado en una exposición; sin embargo, termina en una publicación, una suerte de diario barrial que junta todos los trabajos producidos por ellos. Es muy lúdico, bien como un diario: tenés la parte de sociales, la parte de juegos, tenés el horóscopo pandémico, y tenés distintas secciones adaptadas”. Bautizada el Latófono, la publicación gratuita fue entregada durante distintas actividades del CdF, incluyendo el festejo de los 20 años.

Inauguración de la muestra Volvernos imagen, del festival MUFF en el Centro de Fotografía. (Archivo, setiembre de 2022)

Foto: Ricardo Antúnez, CdF

Muestras invitadas

A las tres plataformas y sus contenidos se les sumaron dos muestras “que están alineadas y que refuerzan o potencian el tema del festival”. En la fotogalería del Parque Rodó, hasta el 23 de enero, se puede visitar la muestra Taller de Fotografía Ashaninka, que encarna en forma “precisa, poética y denunciante el tema”. El fotógrafo brasileño Pedro Kuperman fue convocado por la comunidad Ashaninka del Amazonas ante la urgencia de producir sus propias imágenes.

“Su territorio es amenazado constantemente por la quema y la deforestación, y cuando denunciaban esos hechos, después de hacer una travesía de varios días hasta la ciudad, no les tomaban las denuncias porque no tenían evidencia. No tenían la foto”. Kuperman llevó adelante un programa de tres años, no solamente desde la técnica, sino también desde las formas de apropiarse y poder generar sus propios discursos visuales. “Lo que podemos ver en el Parque Rodó es, por un lado, el registro de esos tres años de encuentros y, por otro lado, las imágenes que ellos comenzaron a producir y que hasta el día de hoy siguen realizando”.

Por último, también en el Subte, está ¿Por qué miraron los ojos?, con curaduría del brasileño Pio Figueiroa. “Esto surge a partir del estallido social en Chile, donde muchas personas recibieron heridas oculares y perdieron la vista en las manifestaciones, porque la Policía apuntaba a los ojos. Una de las fotógrafas que forma parte de la exposición fue víctima y perdió la visión en un ojo”. Ese momento de revuelta social quedó “como en un estado de suspensión” debido a la pandemia. A partir de distintos fotógrafos de la región, Figueiroa piensa “a la fotografía como documento, como catalizador de cambios o como algo que condensa todo esto que está pasando, y que quizás después lo podamos entender al ver la imagen”.

La decisión de llevar la muestra al Subte, donde convivirá con Juegos de memoria también hasta el 4 de febrero, tiene que ver con el diálogo que se genera entre ambas. “De un lado, las utopías y la revisión de archivos de movimientos que pasaron décadas atrás o que están pasando, con todo este continente en llamas. Para generar trazos de la historia que se repite, o el potencial que tienen las personas de juntarse con un objetivo común e ir por él”.

El cierre

El festival no tiene una gala de cierre, pero a fin de año se publicará el catálogo. Mientras tanto, el público puede disfrutar del contenido del MUFF en forma virtual, siguiendo con la política del CdF. “Todas las exposiciones quedan subidas en formato PDF en la web. Todas las charlas, encuentros y presentaciones quedan subidas en el canal de Youtube”. También las publicaciones están accesibles para ser leídas en la plataforma Issuu, incluyendo el Latófono. “Del MUFF también quedan subidos los recorridos 3D en la sala. De todas las exposiciones que hemos tenido en sala desde 2018 hasta ahora generamos, aparte del registro fotográfico, un recorrido 3D como otra forma más de que continúe viva la acción que se hizo así”.

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