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Un día y medio.

Un día y medio: ni malos ni buenos, sino gente desesperada

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El policial sueco.

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Además de ser un efectivo thriller de suspenso y convertirse en una de las películas más vistas de Netflix, Un día y medio representa el debut como director del actor sueco-libanés Fares Fares (Chernobyl, Westworld), quien es además guionista y protagonista. Este drama, hondo y claustrofóbico, está inspirado en hechos reales y narra la historia de un hombre desesperado que, en medio de un rapto de locura, decide secuestrar a su exesposa en el centro de salud donde ella trabaja para luego iniciar un tenso escape a lo largo de las carreteras de Suecia.

Artan (Alexej Manvelov), agobiado luego de separarse, toma esa drástica decisión para intentar volver a ver a su hija. Acompañados por Lukas (Fares Fares), un policía que queda en medio del operativo y quien en primer término cumplirá un rol de mediador, para luego ser parte directa de la trama familiar, Artan y su expareja emprenderán una huida a través de hermosos paisajes rurales que contrastan con la tensión en aumento.

En el camino se va matizando el argumento estereotipado del marido violento y atormentado que aparece para acosar a su exesposa y exigirle ver a su hija a pesar de no tener la custodia. Un día y medio es más que la narración policial de un secuestro con persecución. Hurga con mucha inteligencia en cuestiones del bien y del mal, la desesperación humana y las decisiones erróneas.

La construcción de los personajes es sensible y acertada; los tres protagonistas son, en definitiva, personas comunes batallando contra realidades que parecen demasiado: Artan no es culpable de todo aquello de lo que se lo acusa; Louise lidia con una gran hostilidad familiar y situaciones mentales paralizantes; y Lukas, quien mantiene una calma perfecta cuando las cosas se intensifican, también se enfrenta a sus propios fantasmas y dudas éticas.

La vida de cada persona es un pequeño infierno, parece decirnos la película, y la desesperanza lleva a decisiones increíblemente equivocadas. Así, desmitifica la idea de que los “normales” jamás cometen actos irracionales.

Un día y medio también es una fuerte crítica a la xenofobia y el tratamiento a los extranjeros en la mayoría de los países del primer mundo, donde parecen ser frecuentemente vistos como posibles terroristas o delincuentes. También apunta a los procedimientos policiales suecos, a pesar de ser más humanos y civilizados, en contraste con la brutalidad usual en Estados Unidos y algunos lugares de América Latina.

Con un brillante manejo de las emociones del espectador, la película no busca entretener sino conmover. Nos lleva de la tensión y el suspenso a la empatía y la comprensión de que todos somos seres imperfectos y libramos luchas internas a diario. Un giro narrativo final no hace sino intensificar estas sensaciones.

Un día y medio. 95 minutos. En Netflix.

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