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Diego Ruiz. Foto: Mateo Arizcorreta

El gen latino del rock: investigación musical y autodescubrimiento en formato podcast

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Diego Ruiz invita a conocer las raíces menos atendidas del género que marcó a la cultura joven del siglo XX.

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El primer capítulo apareció en junio del año pasado y el último, en setiembre. En siete episodios, el podcast El gen latino del rock, creado y conducido por el músico, escritor y editor Diego Ruiz, propone un recorrido tan original como atrapante acerca de una de las raíces menos evidentes del género que marcó a la cultura joven del siglo XX.

“Yo escuchaba rock y la cumbia era mi enemigo, así como todo lo que sonara medio latino: salsa, plena, merengue, reguetón, etcétera. Casi 20 años después, haciendo un análisis musical del rock & roll de los años 50, me di cuenta de que casi la totalidad de las canciones de rock de esa década estaban compuestas sobre estructuras de blues. En cambio, en los años 60, las canciones de rock con estructura de blues eran una minoría. Entre las canciones de rock de los años 50 que no usaban estructura de blues y que habían sido grandes éxitos se destacaban ‘Louie Louie’ por Richard Berry (1957), ‘La bamba’ por Ritchie Valens (1958) y ‘Tequila’ por The Champs. Esas canciones tienen en común que, o bien provienen de la música latina (‘La bamba’ es un son jarocho, género nacido en la provincia de Veracruz, en México) o fueron inspiradas por músicas latinas (‘Louie Louie’ fue inspirada por un chachachá y ‘Tequila’ es un mambo, ambos géneros originarios de Cuba). Es decir, que mi ‘enemigo’ era parte de mi propio bando”, explica Ruiz –nacido en Montevideo en 1986 y fundador de la banda Maniquíes– en el primer capítulo del podcast.

“Ese ‘enemigo’ había sido el determinante para la transformación del rock & roll de los años 50 en el rock de los 60, dado que esas canciones mostraron a los compositores que también se podía hacer rock sin recurrir a las estructuras del blues. Y no sólo eso. Al decir de Martín Otheguy, el género evolucionó casi de modo darwiniano: a pesar de haber comenzado como una minoría en la década de 1950, esas canciones sin forma de blues funcionaron mejor, por eso sobrevivieron a las otras en el tiempo y se reprodujeron con más éxito en las décadas siguientes llegando a nuestros días”, continúa. El gen latino del rock viene a contestar por qué.

Narrado en un tono sobrio que no excluye la gracia, un poco al estilo del humor seco de Agustín Ferrando en la serie Tiranos temblad, el podcast es, además de una investigación notablemente desplegada, una especie de clase sobre una teoría musical original que, de paso, explica de manera sencilla conceptos musicales como los de ritmo y armonía, para luego elevar la complejidad sin entreverarse.

“Fue algo que vi en otros divulgadores musicales, especialmente el madrileño Jaime Altozano, quien tiene unos videos increíbles donde explica cuestiones bien complicadas como para que un ciudadano de a pie como yo pueda entenderlos”, explica Ruiz desde Hamburgo, donde reside desde hace unos años. “Desde un punto de vista bien práctico, para poder exponer algunos argumentos es necesario entender algunas cosas sobre ritmo y armonía. Sé que debo tener muchos errores en mis explicaciones, porque si bien sobre los 17 años empecé a estudiar cosas de teoría musical con un profesor que era un crack, Juan José Silva, después nunca más estudié nada. Solamente fui curioso y atropellado, y eso supongo que también genera algún tipo de conocimiento desde la experiencia”, agrega. “Fue más bien por la necesidad de demostrar mis opiniones que por las ganas de enseñar cosas gratuitamente”, opina sobre el resultado.

La culpa fue del chachachá

Desde el segundo capítulo, dedicado a “La bamba”, queda claro que el podcast apoya su tesis central con muchísimas horas de escucha, lectura y reflexión. Y en realidad, El gen latino del rock es sólo una parte, o un apartado lateral, de un proyecto más ambicioso, que era historiar el rock de América Latina. “Mi amigo Mateo Arizcorreta me propuso hacer algo con eso; no recuerdo si en ese entonces ya tenía claro que iba a ser en forma de podcast. También me mandó algunos resultados de búsqueda relacionados con la idea que le había explicado. Así di con una tesis de doctorado titulada ‘Rock-a-Cha-Cha: The Erased Impact of Latin American Music on the Rhythmic Transformation of American Popular Music’, de un musicólogo norteamericano llamado Samuel Flynn. La leí en mis viajes en tren entre la tienda de café donde trabajaba en Hamburgo y mi casa en Ahrensburg, ambas afortunadamente en el mismo país, Alemania. Y después seguí con un libro maravilloso sobre música cubana, Cuba and its Music, de Ned Sublette”, explica.

La tesis de Flynn fue un gran impulso para Ruiz, “aunque él pone el foco en los motivos rítmicos”, aclara. Más cerca de su idea, encontró el artículo de Sublette, “The Kingsmen and the Cha-Cha-Cha”: “Sostiene que el garage rock viene del modo de usar los tres acordes primarios de ‘Louie Louie’, que viene de Cuba y que se opone a la estructura de 12 compases del blues. Pero conste que lo leí después de que se me ocurriera la tesis”, dice Ruiz, y recalca: “Lo juro”.

Acerca del peso del aporte al rock primigenio de cada cultura de América Latina y el Caribe, Ruiz explica: “Si tuviera que mencionar naciones o países, me centraría en Cuba, y en segundo lugar, Jamaica. Luego no lo tengo tan claro, pero quizás Puerto Rico, porque en Estados Unidos hay varios percusionistas portorriqueños que fueron muy importantes. México tal vez sea más importante desde lo sociológico y cultural, dado el peso de esos migrantes”.

Un poco más profundo en el tema, Ruiz opina que “la gran influencia de la música latina surge en Cuba”, porque “es el primer centro del tráfico de esclavos y es adonde llegan los africanos de la zona selvática con tradiciones musicales percutidas”. “Desde Cuba se empieza a extender a diferentes partes. A México llega a través del puerto de Veracruz, que es justamente donde se origina el son jarocho, género del que ‘La bamba’ es uno de sus primeros y más famosos exponentes. Otra de las composiciones más famosas se llama ‘El chuchumbé’, que es de mediados del siglo XVIII y que tiene una letra picaresca que iba a tono con un baile de connotaciones sexuales. El tango incluso tiene filiación cubana, ya que una de sus primeras y principales células rítmicas es la de la habanera”.

Parece candombe

El episodio 5 del podcast se titula “Basta de lealtad: la clave de Bo Diddley” y bucea en la relación entre la base rítmica de muchos temas de ese prócer rockero y la del candombe: “Me tomo el atrevimiento de explicar mi teoría sobre ese parecido. Creo que Bo Diddley ya había escuchado el ritmo de la clave del son cubano y sin pensarlo conscientemente lo que hizo fue aplicar el patrón rítmico al rasgueo de la guitarra, pensando que había inventado algo nuevo. Cuando, en verdad, es un patrón rítmico ancestral, que viene del África central occidental”.

“En todo caso, la originalidad de Bo Diddley fue aplicar el patrón rítmico a un instrumento armónico y no de percusión. Y eso sólo lo podía hacer alguien que viniera de una tradición musical donde no se usaran claves. Porque la clave no es un patrón rítmico estético, sino que es funcional; es la guía para la superposición de ritmos de los tambores y otros instrumentos percutivos. Por lo que tocar la clave es lo más simple que hay. Nadie que venga de una tradición musical con claves pensaría que en tocar ese motivo rítmico hay algo interesante; más bien pensaría que es la base sobre la cual se suma el resto de músicos con otros patrones rítmicos. Y es muy curioso el éxito que tuvo eso, que, creo yo, se llamó ingenua y pretenciosamente ‘Bo Diddley beat’. Es como hacer una canción con la melodía del ‘Que los cumplas feliz’ y firmar la composición con tu nombre. Es como muy tonto y pretencioso al mismo tiempo, ¿no?”.

Exilio paradójico

“Solamente después de haberme mudado a Alemania fui por primera vez a las Llamadas. También motivado por el hecho de que mi hermana Vero bailaba en la Tangó y su compañero Federico tocaba, si no me equivoco, el repique. Entonces empecé a aprender de a poco los patrones básicos de los tambores de candombe. Y después en Hamburgo, una vez que estaba en una feria latina con los libros de Tajante, la editorial que llevo con Mateo, me invitaron a un grupo de candombe. Y empecé a ir porque se despertó en mí el interés real de entender el candombe”, explica Ruiz sobre el largo camino que lo llevó a encontrarse, tan lejos, con la música de Uruguay, y redondea: “Creo que sin la perspectiva y distancia que me dio el hecho de haberme mudado a Alemania no hubiera podido hacer este podcast”.

“Al mismo tiempo me hice amigo de un colombiano de nombre alemán, Klaus Lundi, que es un genio y muy rockero, pero al ser colombiano, también es muy latino. Entonces él me empezó a presentar cosas de salsa, cumbia colombiana, vallenato, etcétera. Y yo empecé a escuchar tratando de dejar todos los prejuicios dogmáticos e ideológicos con los que yo escuchaba esa música. Y así me fui copando. Ahora no le hago asco a nada”, agrega.

El amigo de Colombia también le pasó una costumbre que bautizaron “terapia de choque”: “Me dijo ‘cuando no me gusta algo, le doy duro hasta que me guste’. Lo decía sobre las comidas o los gustos raros. Pero yo lo entendí como una máxima de vida. Así que si algo creo que no me gusta, lo empiezo a escuchar y trato de entender. Y así estoy aprendiendo muchísimas cosas, no sólo de música, sino para la vida misma”.

El gen latino del rock. Siete episodios de entre 13 y 23 minutos. En Spotify.

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