Su trabajo comienza mucho antes de ese día en el que decidís meterte en 12 cuotas para cumplir tu sueño de ver a Rod Stewart, de esa noche en la que buscás en el teléfono la mejor compañía para bailar con Shakira, del instante en el que elegís el pantalón adecuado para el cumpleaños de La Vela Puerca. Avisadas de un nuevo desembarco con un mes, dos o incluso un año de anticipación, las agentes de prensa –son mayoría de mujeres las que encaran esta aventura– tejen las mejores maneras de anunciar al público el arribo de una superestrella internacional a Uruguay. Cruzan llamadas, correos, mensajes de Whatsapp y conversaciones mediadas con brindis sin pausa para los fines de semana. Van a los shows y se quedan hasta el final, acompañadas, a lo sumo, por el brillo de los papelitos en el suelo del estadio.
Además, lidian con otros casos menos favorables: inyectan con novedades la décima visita de Las Pelotas o bucean durante horas entre las virtudes de artistas uruguayos nuevos o menos conocidos, hasta encontrar el dato que podría interesarle a aquel periodista amigo, amante de las bandas de jazz fusión, al que deberán apuntar con precisión y amabilidad para concretar una buena nota. Vaya oficio. ¿Un arte?
Para entender exactamente en qué consiste su trabajo y conocer su mirada sobre un año signado por una gigante ola de shows locales e internacionales, la diaria conversó con cinco profesionales locales.
“Mi trabajo como agente de prensa y comunicación consiste en ser el nexo entre los productores de espectáculos y la prensa a la hora de difundir y promocionar los shows, los discos, los eventos, los lanzamientos, lo que sea”, explica Sibyla Trabal, una de las más reconocidas del medio. Como la mayoría, trabaja en forma freelance y para diferentes productoras y artistas. “Vendría a ser lo que en otros países se llama publicista. Es como la voz del artista: es quien negocia cuándo el artista quiere hablar, qué quiere decir y dónde quiere decirlo”, dice.
Silvina Natale, otra de las más valoradas entre los músicos, resume así su trabajo: “Hacer llegar la información de un evento cultural a la mayor cantidad de gente posible a través de los medios de comunicación. Esto implica generar los insumos necesarios y hacerlos circular para lograr posicionar ese contenido en espacios destacados en medios gráficos, radios, televisión, páginas web, redes y, ahora, programas de streaming”. “¿Cómo se hace? Con constancia y persistencia, o sea, atomizando”, bromea.
“La tarea requiere un trato diario con los periodistas, a quienes procuro acercarles material de buena calidad”, agrega la gestora y locutora Alejandra Volpi. “Como vengo del periodismo, tengo bien claro qué es lo que necesitan y qué puede resultar noticioso o de qué forma resulta más atractivo. A su vez, atiendo las necesidades de los productores y de los artistas, que también tienen un estilo bien definido en cada caso”, detalla.
Por su parte, Marcela Massia, quien lleva adelante su propia productora de manera independiente, define su labor como “un puente entre los artistas y la sociedad, que permite transformar cada proyecto en un relato que pueda llegar a la mayor cantidad de personas y generar resonancia cultural”.
Melissa Correa Beceiro va más allá del constante tecleo en su teléfono: “En muchos casos, especialmente con artistas nuevos, hago un trabajo previo de acompañamiento para conocer en profundidad el proyecto y traducirlo en un relato atractivo para los medios. Además, desarrollo planes de prensa acordes a cada objetivo, gestiono vínculos con medios, asesoro a los artistas durante sus agendas de entrevistas y, cuando es necesario, participo en la producción de contenidos audiovisuales y piezas de difusión”, detalla.
Agentes sin pausas
Sin matices, todas las profesionales consultadas coinciden en que 2025 fue un año laboral inusualmente cargado. Correa confiesa que terminó “muy cansada pero profundamente contenta” por lo que significaron los proyectos en los que participó. “Es que no hubo un parate”, recalca Trabal, exhausta: “Lo que me llama la atención con respecto a años anteriores –en los que la zafra arrancaba entre abril y mayo, seguía en setiembre y octubre, y luego no había prácticamente shows– es que noviembre y diciembre fueron una locura”, comenta.
En este sentido, Volpi califica a este año que termina como el más intenso desde que se dedica a esta rama de la gestión cultural, “no sólo por el volumen de trabajo, sino también por la importancia de los artistas que vinieron”.
Natale advierte: “Y seguimos de largo, porque ahora se vienen todos los lanzamientos de verano y anuncios grosos”.
Detrás de la notable cantidad de espectáculos musicales que se acumularon a lo largo del año, Correa encuentra razones en una oferta sólida de salas y venues, así como en una infraestructura apoyada en trabajo profesional que convierte a Uruguay en una plaza atractiva para artistas que buscan extender sus giras, mientras que Volpi adjudica el fenómeno al poder del efecto pospandemia: “Hoy, más que nunca, el público valora la experiencia del concierto en vivo y además está dispuesto a invertir en eso. En este presente dominado por las pantallas, ver a tu artista favorito delante, en un lugar donde todos comparten la misma emoción, genera una energía que nos hace sentir vivos”, afirma.
Gustos, disgustos y regresos milagrosos
“Lo que más me entusiasma de mi trabajo es descubrir nuevos artistas, lenguajes musicales y disfrutar de los espectáculos en vivo. Creo que todo lo que hago tiene que ver con el placer que me dan las artes. Lo siento como una conexión espiritual. Me resulta valioso acompañar a los creadores en dar visibilidad a su obra; soy muy obsesiva con la imagen y los contenidos, me gusta que el artista se sienta cuidado y valorado”, reflexiona Massia, especialista en artistas emergentes y en la mezcla de propuestas musicales, teatrales y literarias.
En ese camino, la productora local rescata entre los recuerdos de su oficio un encuentro casual y playero entre la uruguaya Patricia Robaina y el brasileño Chico César, que derivó en la grabación de la canción “Quítate la venda”.
“Para empezar, yo entré en el mundo del periodismo para conocer a Ricky Martin, porque me di cuenta de que quienes accedían a él eran los periodistas. Eso lo aprendí estando en la puerta de un hotel donde él se hospedaba hace muchos, muchos años”, sorprende Volpi con un retazo muy personal. “Y no sólo lo conocí, sino que después de hacerle una nota para El País de forma telefónica, él quiso recibirme: estaba bastante conmovido, para mi sorpresa, porque le agradecí todo lo bueno que me había dado sin saberlo. Increíblemente –tras un pedido del productor del cantante puertorriqueño–, mi primera experiencia como gestora de prensa de artistas internacionales fue para las dos funciones que Ricky ofreció en el Velódromo en 2016”.
“Yo amo lo que hago. Creo que nací para esto, porque soy un ser social, muy sociable, y esto implica relaciones públicas constantemente. Yo digo que mis compañeros de trabajo son los medios de comunicación, los periodistas, los productores, y por suerte me llevo muy bien con todos, así que no sólo disfruto la parte social de mi trabajo, sino que también disfruto mucho de los shows porque amo la música desde mis inicios”, reconoce Trabal. En una de sus historias más pintorescas, ella viste el mameluco azul de una funcionaria del aeropuerto de Carrasco mientras espera en la pista el avión privado que trae a Montevideo a los Rolling Stones.
Natale rememora los días en los que las noticias se comunicaban mediante fax y los discos se entregaban “en mano” a cada comunicador. Luego aporta una historia de su confesa afición ricotera: “En 2022, Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado vienen a tocar al Velódromo, a 15 años del primer concierto en Uruguay del Indio y los Fundamentalistas, de 2005. Cuando coordino con la encargada de prensa de la banda el ingreso de los fotógrafos a la fosa, me marca dos tarimas y me cuenta que en esos lugares se ubicará ‘el fotógrafo del Indio’, a quien me cruzo minutos después en el backstage. ‘Sé perfectamente quién sos’, me dice cuando me presento. Ante mi cara de desconcierto, comienza a repasar una historia que yo tenía casi olvidada y que había transcurrido en aquel primer show de 2005. Aquella vez, un argentino me había enloquecido pidiendo que lo acreditara para sacar fotos del show, una acreditación que le negué en varias oportunidades por no pertenecer a ningún medio, pero el pibe no entendía de negativas y viajó igual a Uruguay. Parece que en el último minuto, conmovida por su insistencia, en aquel día de lluvia torrencial, lo terminé acreditando. Ese día sacó fotos del concierto, y cuenta la leyenda que hasta el Indio le puso el micrófono para que cantara desde la fosa. Luego, y supongo que con la misma insistencia con la que consiguió la acreditación, encontró la manera de hacerle llegar esas fotos al mismísimo Indio, que, copado con su laburo, lo mandó llamar. Y es con quien trabaja desde entonces”.
En el casillero de las dificultades del oficio, Correa identifica la ajustada agenda de prensa de los artistas internacionales, a veces concentrada en una sola jornada: “Eso limita las posibilidades de difusión y obliga a cancelar o reprogramar entrevistas”, observa.
Para Trabal, los mayores enemigos de su oficio son los imprevistos: “De repente, un artista pierde un vuelo y tenés que cancelar toda la agenda de notas. En apenas unos minutos hay que avisarle a un programa que no tendrá a su invitado central y una se siente un poco culpable”, dice. “Después tenés todos los imprevistos propios de cada show: cambios de fechas, condiciones, artistas, y todo tiene que ser ya. Eso te genera mucho estrés”, enfatiza.
Volpi menciona el multiempleo –también trabaja como locutora y operadora de una radio FM– y una de sus consecuencias: la falta de vacaciones. “Pero no me quejo para nada, ya se encontrará la forma de volver a viajar”, acota.
Según Massia, su desafío constante es “sostener la visibilidad de propuestas artísticas en un contexto en el que la agenda mediática está saturada y los espacios para la cultura compiten con otros intereses”. En la misma tónica, Natale admite: “Lo más difícil es abrirse camino en medio de esta jungla de eventos que conforman la cartelera cultural, ya que ha crecido exponencialmente, mientras que los espacios destinados a difundir cultura son casi los mismos, por lo que todo cuesta mucho más”, y agrega: “Aun más difícil resulta posicionar artistas emergentes, alternativos, o todo lo que esté por fuera del circuito comercial”.
Massia apunta: “Hay una necesidad constante de adaptarse a nuevas plataformas y dinámicas de comunicación, lo que exige creatividad y flexibilidad. Sin embargo, estas dificultades también son oportunidades: nos impulsan a buscar estrategias innovadoras y a generar alianzas que permitan que el arte siga llegando a la gente”.
Por encima del volumen
Correa valora la posibilidad de trabajar de manera independiente: “Es algo que disfruto mucho, ya que me permite administrar mis tiempos, organizar mis períodos de descanso y realizar muchas de mis tareas de forma remota”.
“Este trabajo te tiene que gustar porque le entregás la vida y todo tu tiempo, es 24/7”, señala Volpi, cuyo disfrute principal se ubica en la música en vivo y en el relacionamiento constante con artistas y personas creativas e influyentes: “Es un mundo en el que no existe techo, o el techo está muy alto, porque cada nueva producción puede sorprenderte”, asegura. “A cada espectáculo le anteceden meses de trabajo, y cuando ves al público disfrutando, a los productores contentos y al artista haciendo lo suyo en escena, con entradas agotadas, es una satisfacción indescriptible. Amo la música y no podría estar mejor en ninguna otra área”, destaca.
“Sentir que tenés la capacidad y las herramientas de amplificar un mensaje es hermoso”, reflexiona Natale. “Mis comienzos fueron por amor al arte, literalmente. Sentía que el mundo merecía conocer tal o cual artista, tal o cual canción. Arranqué difundiendo bandas chicas, súper under, en modo militancia. En aquel entonces era más fácil y el mercado más pequeño: no había redes, y los canales para comunicar cosas eran pocos pero infalibles. Llevabas una banda al programa de Omar Gutiérrez y la sacabas del under en 15 minutos”, remata.