La tranquilidad de Covas do Barroso, al norte de Portugal, se ve sacudida por la posibilidad de que la empresa británica Savannah Resources construya una mina de litio a cielo abierto. Este sitio que es “lo más parecido a Cabo Polonio”, según uno de los entrevistados, podría cambiar por completo. Y mientras se sucede una lucha en los escritorios, se juega otra en el terreno audiovisual, con una ayuda importante de la ficción.
La sabana y la montaña, dirigida por Paulo Carneiro y coescrita junto a Álex Piperno, es una producción luso-uruguaya con “bastantes rubros autorales” de nuestro país, que combinó imágenes de los bellos paisajes de Covas do Barroso y la vida de sus habitantes, con una historia ficticia de resistencia que los convierte en indígenas que intentan frenar el avance de los cowboys. De ahí que se hable de un “western musical”, porque entre las medidas de lucha está el de entonar canciones.
Carneiro y Piperno hablan con la diaria del proceso de creación de esta historia, que comenzó con la película anterior del director portugués, que transcurría en un pueblo a cinco kilómetros de ahí. “Vi un video que mostraba cómo la empresa Savannah pensaba la mina, como una cosa completamente irreal. Montaron todo e hicieron un video medio especulativo, porque es una empresa de especulación; ellos no tienen experiencia en sacar litio”, explica el portugués. “Vi ese video y decidí ir hasta el lugar, hablé con un par de personas y empezamos a hacer unos videos para propagar lo que pasaba, porque la gente no sabía. Ahora toda la gente lo sabe”.
El portugués comenzó a involucrarse en la lucha. “No sé si el cine cambia mucho, pero hace que la gente hable de los asuntos”, agrega. Tanto, que en el estreno en Covas do Barroso hubo 1.500 personas. “Nunca hubo tanta gente ahí, fue muy lindo. Eso me parece una cosa a valorar cuando se hace una película”.
Luego se sumó la pata uruguaya. Piperno ya había trabajado con Carneiro en Périphérique Nord después de haber hecho buenas migas en la visita del director al Festival de Cinemateca. “Me sumé tarde a Périphérique Nord. Fue una coproducción, pero más con ganas de que fuera, que una cosa con fondos; fue más artesanal”, explica el uruguayo. Siguieron coincidiendo en países hasta que surgió esta oportunidad. “Era linda la oportunidad de lanzarse a hacer una producción con fondos, con estructura uruguaya. Con posibilidad de poder pagarle a la gente, poder traerlo a Paulo acá, aprovechar la posibilidad de la coproducción y que sea una película uruguaya, no solamente nosotros haciendo cine”.
“La propuesta era: Paulo había filmado en Covas do Barroso, traía material y lo montábamos acá. Hicimos montaje, diseño de sonido, efectos visuales, color, música, etcétera. Son bastante rubros autorales uruguayos. Paulo trajo su primer abordaje documental, pero cuando vino y empezamos a darle forma con Magui Schinca y conmigo en montaje, fue un viaje muy hermoso porque nos permitió reformular la película todo el tiempo. Reinventarla en el montaje los tres juntos, viendo ese material documental, cómo podíamos encontrar una película ahí”, cuenta Piperno.
Fue así que terminó siendo “el encuentro entre la ficción hecha acá y lo documental que había en Portugal. Un encuentro entre la forma de pensar el cine de Paulo y la nuestra. Y empezó a armarse algo muy intenso, muy rico. Encontramos la posibilidad de volver a filmar ahí y escribir con libertad, con fantasía, como una ficción”.
“Se fue para la ficción porque era una lucha de oficina; ahí no pasaba nada”, suma Carneiro. “Eso a mí me embolaba, no me interesaba para nada. Sí esa cosa de poner al pueblo representado por el pueblo, los trabajadores de Savannah representados por gente que está contra Savannah... Capaz que los trabajadores están en contra de Savannah pero no pueden hacer nada porque tienen que ganar su platita. Cuando se mostró la película en Covas do Barroso, para ellos fue una comedia”.
Piperno suma otra definición al resultado. “Se impone una fábula como forma narrativa que permite un juego, que habilita una metaficción, porque sabemos que son ellos verdaderos, actuando su malestar. Hay una cuestión metalingüística, formal, que nos interesaba y que nos generaba una distancia y una cercanía con los materiales documentales, que era la forma de la fábula. Del western musical, como dice Paulo”. Más tarde suma: “El artefacto narrativo que encontramos toma ciertos elementos de género para organizar los materiales de lo real”.
Ecoterrorismo
Los autores están esperando el estreno en Uruguay porque confían en que habrá una sensibilidad similar a la de los pobladores, cosa que no ocurrió en otras partes del mundo. “En Europa tanto el público como la crítica se enojaba con la película porque defiende a unos tipos que no quieren que haya una mina de litio, porque se supone que hay un gran consenso de que el litio está bien. El pueblo tiene que morirse, tiene que irse de ahí, como dice Trump de Gaza. Como si ese pueblo, que es lo más parecido a Cabo Polonio, fuese el enemigo de la naturaleza, y la fábrica de litio fuese el baluarte de la ecología”, recuerda Piperno. “Y otra cosa que me parece lindo nombrar es la dimensión colectiva, celebratoria y feliz de la película. Que se levanta contra esta cuestión de una forma colectiva, cantando todos juntos, con un final feliz. Esa dimensión es muy fuerte”.
La sabana y la montaña. 77 minutos. En Cinemateca, Sala B, Life Cinemas y en cines del interior del país. Fechas y horarios en el instagram @lapobladoracine.